domingo, 3 de abril de 2016

FEDERICO BERMÚDEZ Y ORTEGA




Campanas de la tarde



La tarde.
Gris de perla.
Los árboles en una
meditación ambigua, de ensoñación o duelo;
¡pupila de la tarde romántica la luna,
colmado el gris plomizo del solitario cielo!

¡Por momentos sus alas: inmóviles al vuelo,
recoge la penumbra que finge ser la ojera
de la pupila blanca, sonámbula y viajera
que calma el gris plomizo del solitario cielo!

¡El ángelus.
Esquilas...
Lamentos funerarios
que vuelan de los bronces de viejos campanarios
con un compás doliente de apesarado vuelo!

¡Yo sueño bajo el oro de estas horas tranquilas,
y en embriaguez de amores recogen mis pupilas
tu imagen en la errante del solitario cielo!


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