jueves, 8 de noviembre de 2018


ALEXANDRA PAGÁN VÉLEZ




  
Puerto Rico Does It



Puerto Rico Isla estrellada
Conquista esclava

Qué cosa más servil que creérselo
que dar gracias

El latifundio gringo más caluroso
arrimados en la tierra que trabajamos
les dejamos las ganancias a Walmart
a la farmacéutica que está de moda
a la moda,
nuestros míseros sueños
a Mc Donalds

Y si de algún modo queremos despegar y partir
salir y seguir
vamos a Disneyland



JUAN EDUARDO CIRLOT


  


67 Versos en recuerdo de Dadá



El uno se arrodilla dulcemente
el dos tiene las trenzas de papel,
el tres llena de plata los triángulos,
el cuatro no solloza,
el cinco no devora el Firmamento,
el seis no dice nada a las serpientes,
el siete se recoge en las miradas,
el ocho tiene casas y ciudades,
el nueve canta a veces con voz triste,
el diez abre sus ojos en el mar,
el once sabe música,
el doce alienta lámparas,
el trece vive sólo en los desvanes,
el catorce suplica,
el quince llama y grita,
el dieciséis escucha,
el diecisiete busca,
el dieciocho quema,
el diecinueve sube,
el veinte vuela ardiendo por el aire,
el veintiuno cae,
el veintidós espera,
el veintitrés adora los vestidos,
el veinticuatro sabe matemáticas,
el veinticinco magia,
el veintiséis amor,
el veintisiete guerra,
el veintiocho estrellas,
el veintinueve luna,
el treinta tiene garras de cerezo,
el treinta y uno flota,
el treinta y dos destruye los anillos,
el treinta y tres anula los espacios,
el treinta y cuatro ruge,
el treinta y cinco vive lejos,
el treinta y seis conoce la amargura,
el treinta y siete fulge,
el treinta y ocho baja,
el treinta y nueve quiebra torres,
el cuarenta se expresa,
pero el cuarenta y uno tiene páginas,
donde el cuarenta y dos halla su espejo,
donde el cuarenta y tres se desmenuza,
en el cuarenta y cuatro anidan tigres,
en el cuarenta y cinco monumentos,
en el cuarenta y seis hay una espiga,
en el cuarenta y siete distracciones,
detrás vienen cuarenta y ocho pensamientos,
cuarenta y nueve signos,
cincuenta cruces,
cincuenta y una lágrimas,
cincuenta y dos mujeres,
cincuenta y tres desiertos,
cincuenta y cuatro pianos,
para cincuenta y cinco partituras,
para cincuenta y seis sonidos,
cincuenta y siete soles,
cincuenta y ocho perlas,
cincuenta y nueve bocas,
sesenta muertes,
sesenta y una llagas,
sesenta y dos pirámides,
sesenta y tres adioses,
sesenta y cuatro diccionarios,
sesenta y cinco sentimientos,
sesenta y seis recuerdos,
sesenta y siete flores.


ROSARIO CASTELLANOS




  
Apelación al solitario



Es necesario, a veces, encontrar compañía.

Amigo, no es posible ni nacer ni morir
sino con otro. Es bueno
que la amistad le quite
al trabajo esa cara de castigo
y a la alegría ese aire ilícito de robo.

¿Cómo podrías estar solo a la hora
completa, en que las cosas y tú hablan y hablan,
hasta el amanecer?


IRIZELMA ROBLES ÁLVAREZ





Horchata



Secas por el centro
recogen a sus hijos en la falda
como granos de arroz
de sus pechos envanecidos sale
un hilo de leche sin espumar
agua de horchata
las crías se arrebolan en su pecho
en las sayas del hambre


QUETZAL SÁNCHEZ GUTIÉRREZ




  
Prefijo II (In-)



En español no existe una palabra para esto.
Tal vez otra lengua tenga
las posibilidades de expresar
un sentimiento puro.
Alguna podrá explicar
el amor después de uno; o dos; o diez años.
Cómo se cuenta el tiempo desde un lugar que ya no existe.
O engendrar en una sola sílaba
cómo se siente respirar tan cerca de otra piel.
Estoy segura de que alguna
es capaz de explicar todo esto
y ponerle un nombre, una imagen, una forma.
¿Cómo nombramos el mundo?
¿Cómo te explico qué significan:
Flor/ Sangre/ Hermana?
[Quizá no sea verdad que hay palabras universales
y sólo podemos decir te quiero,
tal y como lo aprendimos, en nuestra única y secreta lengua.]
Quizá sea suficiente imaginar mal algunas cosas; intentar
explicar una palabra; nombrar un sentimiento puro;
saber cómo se mide el tiempo.
Hay lenguas que tienen palabras
dentro de sus palabras,
que se desdoblan en una imagen
o que pueden sellarse en el papel.
Hay lenguas que no piensan
en género ni en plural.
[Hay lenguas donde no existe nada de esto,
y donde quizá sea la única forma que hay para nombrarlo.]
En mi lengua sólo puedo crear estos versos
y así intentar explicarte
cómo se siente estar vivo.




VÍCTOR A. JIMÉNEZ JÓDAR





La chica del vestido rojo



En el cruce de calles
de Plaza Damasqueros,
en la terraza en cuesta,
junto a la escalinata
que se alza al Realejo,
sobre un sillar de piedra
te sientas en la esquina.
Yo estoy sentado justo
enfrente, acompañado
de unos cuantos amigos,
en la puerta de un bar.

Te enciendes un cigarro
sentada en el bordillo,
la espalda en la pared.
Disimulado miro
el vestido que llevas
rojo a lunares blancos.
La sonrisa profunda
y triste. La mirada
fija en el horizonte.
La melena morena,
esparcida en los hombros.

¡En flor la primavera
persiste en tu hermosura!
Cierto aire sencillo
se acumula en tu ausencia.
Parece que te yergues
vívida ante la bruma,
valiente en la discordia.
Tu imagen se resuelve
revelación pagana
y te adentras conclusa,
locuaz en el misterio.

El caso es que hace un rato
me he cruzado contigo.
Caminando ibas cerca
de donde caminaba,
de manifestación,
junto a los anarquistas.
Durante unos segundos
me he fijado en tu porte.
Ibas radiante como
esta revolución
que inminente se forja.
Conversabas alegre,
perspicaz y atrevida.

Ahora, el voluble azar,
ha estimado volver
a encontrarnos ajenos
uno del otro.
Tú, allí sentada.
Yo, aquí en el bar.
Aunque no te conozco
he creído conocerte
desde toda la vida
y he querido escribir
el testimonio
de tu figura.

Justo en ese momento
un fotógrafo pasa,
y al quedarse prendado
de tan intensa imagen,
te pregunta si puede
hacerte algunas fotos.
Asientes ruborosa.
No posas. Sin embargo,
intuyo que te encanta.
Pareces ser consciente
de la atención secreta
-simbólica en la tarde-
que despierta la estampa.
Se despide el fotógrafo
agradeciendo el gesto.
Al rato llega un chico,
os besáis sonrientes
y os vais por la ciudad.