sábado, 6 de marzo de 2021


 

VLADIMIR HOLAN

 

  

Partus labyrinthis



Mire usted, señora, mis pecados son tantos
que usted no puede darse idea.
Y son tan pocos,
que los conoce bien.

Los que conoce son un solo pecado...
Y los que no comprende
son también ese
que a usted, como a mí
incensantemente nos confunde.


Versión de Clara Janés

VLADIMIR MAÏACOVSKI

 



Himno al crítico



De la pasión de un cochero
                  y una lavandera charlatana,
nació un hijo mediocre.
El niño no es una basura, no se puede arrojar al tacho.
La madre lloró y lo llamó Crítico.

El padre recordando sus antecesores,
gustaba discutir los derechos de maternidad.
Tenía educación de salón, de sociedad.
El chico debía inclinarse de pura humildad.

Como charla el sereno con la cocinera,
charlaba la madre y lavaba calzones.
De la madre heredó el chiquillo el olor,
y la capacidad de meterse fácil y con jabón.

Cuando creció alto como un bastón,
y las pecas salpicaron su rostro,
con un golpe elegante y feroz,
lo echaron a la calle, para que se haga hombre.
¿Acaso le hace falta mucho al hombre? Un montón.

Unos pantalones largos y un bocado de pan,
con su nariz como moneda de cobre,
desde sus primeros años le tomó al dinero el olor agradable.

A no sé qué propietario, de no sé qué estancia,
fue a golpearle la puerta con delicadeza,
y muy pronto, el Crítico de la famosa estancia,
ordeñó palabras, pan y una corbata de gran prestancia.

Fácil es ahora andar por el mundo vestido y calzado.
A los jóvenes buscadores de juegos exquisitos,
dá gusto, aunque sea con unos párrafos,
morderlos con los dientes, y los carrillos ardientes.
Pero si se cuela en la red del diario,
alguna palabra sobre la grandeza de Pushkin o Dante
parece que en el diario se descompone,
un enorme lacayo repugnante.
Y cuando, por último, en un aniversario,
se frotan los ojos entre espirales de incienso,
su nombre aparecerá el primero, barnizado,
y brillando en una tabaquera flamante.



Publicado en el año 1915, junto con la serie de a la Salud, al Almuerzo.

UMBERTO SENEGAL

 


 

 

Floreció el cafetal.

Sólo mi haikú se repite,

se repite.

INGEBORG BACHMANN

 


 

Sólo cosas sombrías

Como Orfeo, toco 
en las cuerdas de la vida la muerte, 
y ante la belleza de la tierra 
y de tus ojos, que administran el cielo, 
sólo sé decir cosas sombrías. 

No olvides que también tú, de pronto, 
aquella mañana, cuando tu lecho 
todavía estaba húmedo de rocío y el clavel 
dormía junto a tu corazón, 
viste el río oscuro 
pasar a tu lado. 

La cuerda del silencio, 
tensada sobre la ola de sangre, 
puso manos en tu corazón sonante. 
Transformado quedó tu rizo 
en la cabellera de sombras de la noche, 
los copos negros de las tinieblas 
nevaron tu semblante. 

Y mi lugar no está a tu lado. 
Ahora nos lamentamos los dos. 

Pero como Orfeo, sé 
junto a las cuerdas de la muerte la vida, 
y en mí reverbera el azulado 
de tu ojo por siempre cerrado.

 

 

De: "El tiempo postergado"

Versión de Arturo Parada

ADÁN MÉNDEZ

 

 


 

 

Se llama Arturo Godoy¹
igual que el boxeador
aunque parece más cantor de tango

 

Era Enseñanza Media
   y encima dictadura
Se permitían tres o cuatro ideas
y todas bastante fomes
Pero él logró ingresar bibliografía competente

 

De Don Juan por ejemplo dio a enteder:
Quién sabe no era ná tan hombrecito
Quizá había un asunto no asumido
y su modo de negarlo
fue tirárselas a todas²

 

Los lachos de la clase enrojecieron…

 

Fue el primero que conocí habitante
de la Metrópoli Letrada

 

Existía el Sr. Godoy:
De ahí se desprendía la existencia
de esa república fantástica
¿Cómo iba a existir él solo?
¿Suspendido en el aire acaso?
Debía provenir de alguna parte

 

Así daría gusto ser adulto…

 

Por fin terminó la escuela
y a pesar que seguí Filosofía
a la universidad no le encontré
nada muy extraordinario

 

Nada como las clases del Godoy

 

Años después tomamos unas pilsen.

 

 


1.- Profesor del Liceo de Aplicación.
2.- La palabra ‘tirárselas’ y el ‘ná’ son picanterías mías. Godoy es un caballero.

ROSA ALCALÁ

 

 

 

Desastre natural: Un sueño

 

 

Esta es la revisión secundaria. Un ventanal

que da al océano.

 

(Quería terminar el libro

sobre mi madre

en un escenario idílico

En este segundo la ola se enrosca

y el computador se estremece en silencio.

Le digo a mi madre: te llevaré al segundo piso

para que estés con tu esposo. Madre,

 

te llevaré rodando lejos de la tormenta.

 

Pero se ha olvidado para que

son los esposos. Le digo que son para enrollar toallas

bajo las puertas.

 

(Almorzamos calamar. Lo cociné hasta que quedó como goma.

Saltó del sartén

como un poder notarial.)

 

El cielo se hace oscuro y la ciudad se revuelve hasta desaparecer. Sé

que esta es mi última oportunidad para añadir

notas al pie o un glosario.

 

Por el parlante el casero ausente

promete un helicóptero. Nos asegura que, “todo el papeleo

está listo”.

 

Pero es una trampa: para llevarme a su oficina

y cobrarme el alquiler. Y que hacer

a falta de palabras

mas que mostrarle

como se siente

ahogarse. No parece sorprendido

mientras asfixio a mi hijo.

 

Esta es la revisión que rima. La que mima, el tiempo.