"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
domingo, 11 de noviembre de 2012
DULCE MARÍA LOYNAZ
Deseo
Que
la vida no vaya más allá de tus brazos.
Que yo pueda caber con mi verso en tus brazos,
que tus brazos me ciñan entera y temblorosa
sin que afuera se queden ni mi sol ni mi sombra.
Que me sean tus brazos horizonte y camino,
camino breve, y único horizonte de carne;
que la vida no vaya más allá... ¡Que la muerte
se parezca a esta muerte caliente de tus brazos!...
Que yo pueda caber con mi verso en tus brazos,
que tus brazos me ciñan entera y temblorosa
sin que afuera se queden ni mi sol ni mi sombra.
Que me sean tus brazos horizonte y camino,
camino breve, y único horizonte de carne;
que la vida no vaya más allá... ¡Que la muerte
se parezca a esta muerte caliente de tus brazos!...
JOSÉ GOROSTIZA
Dibujos
sobre un puerto
A Roberto
Montenegro
1.- EL ALBA
El
paisaje marino
en
pesados colores se dibuja.
Duermen
las cosas. Al salir, el alba
parece
sobre el mar una burbuja.
Y
la vida es apenas
un
milagroso reposar de barcas
en
la quietud de las arenas.
JUAN DOMINGO ARGÜELLES
4.
De la libertad
Con
la mañana llena de preguntas
abro
la puerta para que el aire
goce
su libertad
YOLANDA RAMIREZ MICHEL
La
chica en bicicleta
La
chica en bicicleta
monta
un pegaso de alas curvas
Su
falda ondea al viento
en
aletear de holanes amarillos
Cruza
la calle por la esquina,
detiene
las carrozas fúnebres
que
avanzan hacia el Tártaro
Ella
vuela ligera
a
una provincia inexplorada
OSWALDO ROSES
Si
no te nombro
¡Qué
poca es hoy la perfección si no te nombro,
si no llego, amor, al ansia de tu nombre
con un reclamo de candor, credo de cuerpo,
ilusión por el todo aliento, a todo hombre!
si no llego, amor, al ansia de tu nombre
con un reclamo de candor, credo de cuerpo,
ilusión por el todo aliento, a todo hombre!
Sólo
para decirlo he caminado tierras
marítimas, océanos aleteantes
y terrestres, profundas miradas que arraigan
pasión lejana hasta las primeras sangres.
marítimas, océanos aleteantes
y terrestres, profundas miradas que arraigan
pasión lejana hasta las primeras sangres.
¡Qué
álbum descubierto es hoy esta esperanza
tras tanta amanecida al paso, tanto anhelo
que entre su avanzar se me extiende a abrazos
cuando hacia ti avanzo, cruzo tus recuerdos!
tras tanta amanecida al paso, tanto anhelo
que entre su avanzar se me extiende a abrazos
cuando hacia ti avanzo, cruzo tus recuerdos!
¡Cuánto
primor se ha permitido, esos signos
que clamando temblaron más por el crepúsculo,
por una lágrima inmortal, por una sombra
en la secreta y musical niñez del mundo!
que clamando temblaron más por el crepúsculo,
por una lágrima inmortal, por una sombra
en la secreta y musical niñez del mundo!
Pero...
porque ya estás en mí vale y me basta,
y con eso las flores valen sus aromas,
no sé olvidarlo, porque no, no sé matarlo,
contiene esas formas.
y con eso las flores valen sus aromas,
no sé olvidarlo, porque no, no sé matarlo,
contiene esas formas.
Tú
eres lo que nombra lo que es un autillo
o un río o un enamorado que los lleva,
los fértiles presagios, los rumbos por algo,
así las cosas -por su afán-, así se aferran.
o un río o un enamorado que los lleva,
los fértiles presagios, los rumbos por algo,
así las cosas -por su afán-, así se aferran.
Como
tú eres es tu nombre que no cansa,
ofrenda de la luz, dulzura que es de niña
y con ella vas como el que entra en su causa
rezándoles a los silencios y a la vida.
ofrenda de la luz, dulzura que es de niña
y con ella vas como el que entra en su causa
rezándoles a los silencios y a la vida.
EMILIO BALLAGAS
Nocturno
(Otro)
De pronto me he quedado como una rama sola
en
espera del fruto y de la dulce hoja,
como
un desierto, como un libro
olvidado
en el polvo, como una silla rota
La
sombra del abismo de los no bautizados
invade
mi cabeza de una ceniza fría.
Estoy
entre icebergs y barcos encallados,
entre
máscaras viejas y frases sin sentido.
De
pronto me he quedado como una rama sola
en
un país de otoño perpetuo y angustiado,
como
una isla de sal o un pájaro de nieve,
como
un balcón sin rosas y una calle sin gente.
Han
venido murciélagos, turbios niños de cieno,
oscilantes
recuerdos como un suelo que cede
a
la presión del pie… Fosforescencias mudas,
paraguas,
esqueletos y no sé qué otras cosas…
De
pronto me han cegado los ríos que yo amo,
me
han talado los árboles y amputado los sueños.
¿Qué
vuelo torpe, qué ala de espinas y membrana
va
creciendo en mi pecho y me apaga las sienes?
Se
llevaron los rostros y las cálidas manos,
las
niñas con sandalias, los alegres muchachos
cuyas
camisas se hinchan de viento y de hermosura
como
velas de barcos, cuando van en patines…
De
pronto me he sentido como un pozo sin fondo,
con
un gusto muy triste de botella vacía,
esperado
el amor del agua y sus estrellas,
la
entrega de las nubes, el secreto del cielo.
Vendrán
lámparas graves, realidad, ademanes
caras
familiares… puentes hacia la vida.
Habrán
de devolverme al reino de las formas
del
llanto y de la risa, de los perros ladrando…
Aquí
mi rama espera el brote de su alondra,
la
humedad de la hoja y el fruto madurando:
¡Oh!
venid, voces vivas, luces y voluntades,
corroboradme
el mundo, la verdad, los paisajes.
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