"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
domingo, 14 de febrero de 2021
MARTHA MADRIGAL
Enamorada
travesía
Te
invito amante,
que
mi cálida savia
tu
boca escancie
y tu
sed amorosa
conmigo
sacies.
Que
mi piel lo atestigüe
cuando
me abraces,
en
miríadas de estrellas
tu
ser estalle.
Tu
frente
alta,
tersa,
se maduran
los mundos
tras
de su fortaleza.
Tus
cejas,
aves
negras
posadas
en tu frente
me
acechan.
Tus
dientes,
Eva
impaciente,
me
transformo en manzana,
cuando
me muerden,
de
vuelta al paraíso,
Adán
te sientes.
Tu
bigote,
sensual
detalle,
te delinea
los labios,
a mí
el talle,
con
fiel itinerario
que
tú bien sabes.
Tus
brazos,
remos,
hermosa
barca,
yo
soy el timonel,
el
mar, mi almohada,
en
mi playa recóndita,
echas
tu ancla.
Tus
manos
alfareras,
blanda
arcilla,
mi
cuerpo,
esculpido
por ellas.
Tus
piernas,
viriles
estructuras,
conmigo
tiemblan.
Tus
pies,
firmes
pasos,
quién
te viera vencido
entre
mis brazos.
MANUEL NAVARRO LUNA
Tienes
que escoger tu muerte
Tienes
que escoger tu muerte
como se escoge una flor.
Y verás que hasta el dolor
puede ser la mejor suerte.
El pecho, mientras más fuerte,
más tiene que trabajar
vida y muerte, para dar
su flor al camino pulcro
y que pueda su sepulcro,
siendo sepulcro, brillar.
Pues
quien así no trabaja
vive con muerte. Vivir
puede cualquiera. Morir,
sin muerte, sólo el que baja
al sepulcro sin mortaja
y con latidos despiertos,
para ser, entre los muertos,
una conciencia anhelante
que en la sombra se levante
con los párpados abiertos.
Hay
quien dice: «El tiempo es oro»
y en dinero lo convierte.
Y hasta comprar una muerte
quiere con ese tesoro
Mas en delirante coro
de furias y de agonías,
las sombras, tercas y frías,
hunden, con un golpe fiero,
al que cambia por dinero
el tesoro de sus días.
Pero
al que exprime su hora
que es cual milagrosa fruta,
y de sus miles disfruta
con larga ansiedad creadora,
podrá construir la aurora
sobre la sombra mayor,
y hasta convertir en flor
la muerte que nos destruye,
mientras, brillando, construye,
con luz, su vida mejor.
MANUEL SOSA
El otro
itinerario
También
yo aguardo por un remanso
que simule al menos el alivio.
También yo aparento haber escuchado
las palabras que aún nos contienen
y llenan de credulidad.
Alguna
vez rompieron el lacre
y proclamaron mi absolución:
una lista breve, un salvoconducto
que abriría la única puerta.
Y la calle oscura, la pobre calleja
de un pueblo oscuro atestiguó mi dolor
al salir con el frío y palpar las piedras.
También
yo recuerdo la parca ceremonia
que fue despedirme de una casa irreal,
vencida por el marasmo y la fiebre.
Fueron
mis pasos
los pasos de quienes suplicaban a lo lejos.
Sordo a los ruegos, cansado del polvo
también yo arrastro un grillete imaginario
y no por ello menos fatal.
Y
las marcas del cuerpo
son luminiscencias, son vaticinio
de que todo termina en ergástula.
Nunca
exentos del pasado, nunca libres
rogamos por ese espejismo
que son los horizontes, los privilegios,
las redenciones.
Y el
bóreas nos sueña, insaciable.
HILARIO BARRERO
Piedra
Al
final de la tarde,
después de un día oscuro
su piel acartonada en los tejados,
lluvia de madrugada
y un viento suave de tiza humedecido,
por un instante breve, nace una luz cansada
que bautiza de fiesta a las fachadas.
Me acerco a la ventana
y el paisaje nombrado tantas veces
me enmarca un lienzo nuevo,
mientras la luz perfuma tus temblores.
Al inclinarme lento a descifrar
la piedra iluminada de tu valle,
el tiempo me recibe con sus montes
cerrados, convirtiendo mis labios
en torpes espejismos donde el deseo
muerde su enigma más helado.
Y escuchando el sonido del incendio
de nuestro antiguo fuego,
confundido por códigos y signos
que son indescifrables,
me hundo en la ceniza de tu almohada,
a que llegue la noche y me condene
desnudo entre la piel de tu paisaje.
ANA PELAYO
Mar
de septiembre
Hoy
el mar está solo,
como un enemigo insistente,
se acerca y chupa la arena,
malvadamente.
Como
un ave de presa
las mojadas olas vigilan
los bordes metálicos de
un mar desconocido.
Protegiendo
su profundidad,
extendiéndose su oscuridad,
como una amenaza,
sobre la arena
en forma
de un viento invisible.