"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
lunes, 4 de enero de 2016
JOSÉ AGUSTÍN GOYTISOLO
Alguna noche
Alguna noche -las fogatas eran
de dolor o de júbilo-
la casa te veía desertar.
Te abrías a una vida
distinta, a un mundo
alegre como los ojos de un dios:
voces mayores, fuegos de artificio,
inacabable noche de San Juan
en tu estancia vacía...
El tiempo se agrandaba en los rincones,
se detenía en torno al corazón,
mientras el estruendo proseguía,
lejos, lejos, quién sabe si real.
Después, todo más claro:
los sonidos pequeños, el crujido de un mueble
la lluvia en el desván.
Nueva vida a las cosas, el alba aparecía,
y tú llegabas, amorosamente.
Alguna noche -las fogatas eran
de dolor o de júbilo-
la casa te veía desertar.
Te abrías a una vida
distinta, a un mundo
alegre como los ojos de un dios:
voces mayores, fuegos de artificio,
inacabable noche de San Juan
en tu estancia vacía...
El tiempo se agrandaba en los rincones,
se detenía en torno al corazón,
mientras el estruendo proseguía,
lejos, lejos, quién sabe si real.
Después, todo más claro:
los sonidos pequeños, el crujido de un mueble
la lluvia en el desván.
Nueva vida a las cosas, el alba aparecía,
y tú llegabas, amorosamente.
MÓNICA LANERI
Mutaciones
La
esquina
es la
misma
de
siempre.
La
mirada cambia
(porque
sabemos
que
nunca nos iremos
que
nunca nos fuimos).
La
esquina es la misma,
cambiaron
los ojos
y
tiñe-des-tiñe la memoria.
Como
la infancia
y los
recuerdos
cambian,
se
multiplican,
se
dividen,
suman,
se
sustraen,
se
pierden.
Y,
sin embargo,
los
mismos.
Y es
nada,
también
la misma.
Mutaciones
de ojos,
de
recuerdos,
de
paisajes.
Es necesario
creer para ver.
ALEJANDRO PALIZADA
Diré
un día a tu oído
Diré
un día a tu oído
la carne, el azogue, una postal
(no hay versos tristes, hay lugares comunes)
Diré:
mi infancia, un lienzo, madera que arde…
(no hay revelaciones, sólo días lluviosos)
No
diré: hay campos de tedio y odio
hay caminos y punto de acuerdo
No
será cierto.
Diré
un día:
Fui lejos como un ciego orgulloso
sin dejar pasar un solo contacto
sin olvidar tentar también el aire.
Quizá
tampoco sea cierto.
Escucharás
ligera mi respiración
mi
pulso contando el despojo
que
orgulloso y ciego presumo.
Entonces
será cierto.
FÁTIMA VÉLEZ GIRALDO
Primera
orilla
Alejando
al cuerpo
del
desprendimiento de sus partes
no
pudimos evitar que la marea descendiera
y
allí
un
hombre tendido
abierto
fragmentado
como
todo aquello que intentábamos salvar.
Acercamos
la mirada
La
limpiamos para confirmar que no fuera otra de sus manchas
-cuerpo
de hombre confirmamos-
y
entonces abrió su voz
abrió
su voz y dijo:
“eso
que otros han llamado abismo
es lo
que yo llamo tierra adentro”
Y si
la tierra tembló mientras él me miraba
no
fue porque en su cuerpo resucitaran mis raíces
fue
porque de nuevo los cielos eran fértiles
y
podíamos sembrar jardines que se ondulaban en la nada
porque
dimos vida a los mares que crecieron entre peces
porque
el cuerpo se mantuvo firme
y fue
evidencia
revelación
de
que entonces no era la tierra la que temblaba
sino
el silencio.
BRENDA RÍOS
La
furia de las vergas
Ahí
están, dejándose caer en los platos del desayuno,
parecen
ángeles,
plegándose
en su ala triste,
triste
animal,
cuando
anoche bien que estaban ahí,
tocando
el banjo.
Una
vez más llega la luz del día
con
su sol inmenso
su
madre tráiler, sus motores de amputación.
Bien
que anoche
la
verga conocía el camino a casa
tan
dura como un martillo
golpeando
con todo su poder tremendo.
Ese
teatro.
Hoy
está tierna,
un
pajarito.
Tan
suave como la mano de un bebé.
Ella
es la casa.
Él es
el la torre.
Cuando
cogen son Dios.
Cuando
se separan son Dios.
Cuando
roncan son Dios.
En la
mañana untan mantequilla sobre el pan.
No
hablan mucho.
Siguen
siendo Dios.
Todas
las vergas del mundo son Dios.
Floreciendo,
floreciendo, floreciendo,
dentro
de la dulce sangre de mujer.
RENÉ MORALES HERNÁNDEZ
Guatemala
Yo
soy Ulises carcomido por la sífilis
Ciego
y bueno como una golondrina
que
lo ha perdido todo en su infinita pobreza
Yo
soy Ulises el que amo mujeres tibias
como
la espuma en el hocico de los zorros
Yo
soy Ulises el que sueña con muslos húmedos
en
una ciudad oscura
yo
soy Ulises el que jamás estuvo aquí
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