lunes, 4 de enero de 2016

BRENDA RÍOS





La furia de las vergas



Ahí están, dejándose caer en los platos del desayuno,
parecen ángeles,
plegándose en su ala triste,
triste animal,
cuando anoche bien que estaban ahí,
tocando el banjo.
Una vez más llega la luz del día
con su sol inmenso
su madre tráiler, sus motores de amputación.
Bien que anoche
la verga conocía el camino a  casa
tan dura como un martillo
golpeando con todo su poder tremendo.
Ese teatro.
Hoy está tierna,
un pajarito.
Tan suave como la mano de un bebé.
Ella es la casa.
Él es el la torre.
Cuando cogen son Dios.
Cuando se separan son Dios.
Cuando roncan son Dios.
En la mañana untan mantequilla sobre el pan.
No hablan mucho.
Siguen siendo Dios.
Todas las vergas del mundo son Dios.
Floreciendo, floreciendo, floreciendo,
dentro de la dulce sangre de mujer.



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