"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
martes, 28 de julio de 2020
CECÍLIA MEIRELES
Epigrama cinco
Amo
la gota de agua que equilibra en la hoja plana,
temblando al viento. En el océano del aire el universo
entero vibra en secreto y ella en su aislamiento.
Su cristal simple contiene la forma,
en el instante incierto: pronto a caer,
pronto a quedar –límpido, exacto.
Y la hoja es un pequeño desierto para la inmensidad del acto.
temblando al viento. En el océano del aire el universo
entero vibra en secreto y ella en su aislamiento.
Su cristal simple contiene la forma,
en el instante incierto: pronto a caer,
pronto a quedar –límpido, exacto.
Y la hoja es un pequeño desierto para la inmensidad del acto.
EMILY DICKINSON
A una casa de rosa no te
acerques…
A
una casa de rosa no te acerques
demasiado,
que estragos de una brisa
o
el rocío inundándola -una gota-
abatirán
su muro, amedrentado.
Y
atar no intentes a la mariposa,
ni
escalar setos del arrobamiento.
Hallar
descanso en lo inseguro
está
en el mismo ser de la alegría.
SOFÍA CASANOVA
Y juraslo, la mano sobre el
pecho valiente…
Y
juraslo, la mano sobre el pecho valiente,
pronta –si a dudar llego– por la cruz de la espada,
que tu historia no es esa que divulga la gente
rufianesca, una historia como pocas menguada.
pronta –si a dudar llego– por la cruz de la espada,
que tu historia no es esa que divulga la gente
rufianesca, una historia como pocas menguada.
Enfloreciste
–afirmas– timbres de tu linaje,
que del Rey confidente fuiste por cortesano,
que al Santo Oficio un tiempo rendiste vasallaje
cual corresponde a un noble piadoso castellano.
que del Rey confidente fuiste por cortesano,
que al Santo Oficio un tiempo rendiste vasallaje
cual corresponde a un noble piadoso castellano.
Que
de Dios en defensa tus manos se tiñeron
con sangre de los moros y judíos serviles…
que tus labios prudentes si un secreto vendieron,
fue de Dios en provecho destruyendo a los viles…
con sangre de los moros y judíos serviles…
que tus labios prudentes si un secreto vendieron,
fue de Dios en provecho destruyendo a los viles…
delación
no se nombra la verdad proclamada,
quemar a los herejes es deber, no mancilla,
solo cuando sus huesos blanqueen la llanada,
del Cid y de nosotros será digna Castilla.
quemar a los herejes es deber, no mancilla,
solo cuando sus huesos blanqueen la llanada,
del Cid y de nosotros será digna Castilla.
Así
dice en la estancia difusa y silenciosa,
la voz queda, sin tonos, del bello personaje
de la erguida cabeza, y la barba sedosa
en la gola que afina negruras del ropaje.
la voz queda, sin tonos, del bello personaje
de la erguida cabeza, y la barba sedosa
en la gola que afina negruras del ropaje.
Y
la mano que afirma lealtad y proezas,
temblor tiene de ataque, de terror o partida…
la lividez del rostro pérfida sutileza,
y la mirada tiene serenidad fingida.
temblor tiene de ataque, de terror o partida…
la lividez del rostro pérfida sutileza,
y la mirada tiene serenidad fingida.
¿Quién
eres? Te pregunto con ansiedad, atado
mi espíritu al misterio de tu frente inmutable,
dilo, aunque la certeza no vale lo ignorado,
ni hay atracción más fuerte que la de lo insondable.
mi espíritu al misterio de tu frente inmutable,
dilo, aunque la certeza no vale lo ignorado,
ni hay atracción más fuerte que la de lo insondable.
Y
yo vengo movida por extraño conjuro
a saber lo que hiciste, a saber cómo fueres,
a adorar tu hidalguía si no fuiste perjuro,
a execrarte, si hiciste llorar a las mujeres.
a saber lo que hiciste, a saber cómo fueres,
a adorar tu hidalguía si no fuiste perjuro,
a execrarte, si hiciste llorar a las mujeres.
Nadie
sabe tu historia, nadie donde naciste,
si te honraron por justo, si has sufrido destierro:
en Toledo la sacra, ¿cuántos años viviste?
¿Del de Orgaz no recuerdas el histórico entierro?
si te honraron por justo, si has sufrido destierro:
en Toledo la sacra, ¿cuántos años viviste?
¿Del de Orgaz no recuerdas el histórico entierro?
*
Tu
secreto me has dicho; ya conozco tu historia,
gran señor toledano, mal herido de amores…
cruel has sido y valiente, y a tus días de gloria
no les falta grandeza, pues les sobran dolores.
gran señor toledano, mal herido de amores…
cruel has sido y valiente, y a tus días de gloria
no les falta grandeza, pues les sobran dolores.
El
Greco en una hora de poder sobrehumano
echó a tus nobles plantas la red del maleficio,
y hechizado, me miras mi triste castellano,
y esperas que te salve de tu horrendo suplicio.
echó a tus nobles plantas la red del maleficio,
y hechizado, me miras mi triste castellano,
y esperas que te salve de tu horrendo suplicio.
Más
de dos siglos hace que te quejas sin queja,
que el temblor de tu mano es esfuerzo inaudito
por romper tus prisiones, y algente te deja
prisionero en un cuadro prodigioso y maldito.
que el temblor de tu mano es esfuerzo inaudito
por romper tus prisiones, y algente te deja
prisionero en un cuadro prodigioso y maldito.
Se
retuerce abrasado mi espíritu por darte
libertad, vida, y siento mi impotencia de muerte…
¿Qué frase es la que tiene el poder de salvarte?
¿Qué acto puede a la vida redivivo volverte?
libertad, vida, y siento mi impotencia de muerte…
¿Qué frase es la que tiene el poder de salvarte?
¿Qué acto puede a la vida redivivo volverte?
Beldades
juveniles que adoráis la leyenda
de aquel Príncipe rubio por amor encantado
en la copa de un pino, o en la oscura vivienda
de una bruja muy blanca que lo tiene embrujado,
de aquel Príncipe rubio por amor encantado
en la copa de un pino, o en la oscura vivienda
de una bruja muy blanca que lo tiene embrujado,
venid
al caballero que ha hechizado un artista
y romped el conjuro que lo oprime inclemente,
con la frase enigmática que os inspire su vista.
con un beso que roce la calma de su frente.
y romped el conjuro que lo oprime inclemente,
con la frase enigmática que os inspire su vista.
con un beso que roce la calma de su frente.
Que
sus ojos perciban la boca que lo nombra,
que sean vuestras frases emoción y fragancia,
que alguien diga: imposible, y aureolando la sombra
un acento se escuche que murmure: constancia.
que sean vuestras frases emoción y fragancia,
que alguien diga: imposible, y aureolando la sombra
un acento se escuche que murmure: constancia.
Que
el aroma de rosas, cual incienso de ofrenda,
le corone las sienes, le acaricie la mano,
y trazad en el aire, cual dice la leyenda,
dos cruces con la rama de un almendro temprano.
le corone las sienes, le acaricie la mano,
y trazad en el aire, cual dice la leyenda,
dos cruces con la rama de un almendro temprano.
Cada
cual de nosotros el poder atesora
de romper cautiverios, de salvar corazones,
de despertar el sueño que en otras almas mora,
de dar alas y ritmo de vida a las ficciones.
de romper cautiverios, de salvar corazones,
de despertar el sueño que en otras almas mora,
de dar alas y ritmo de vida a las ficciones.
Y
todo lo podemos, si solo el bien ansiamos;
la vida ante nosotros ensanchará el camino
si, para conquistarla, conscientes avanzamos
con las únicas armas que vencen el destino.
la vida ante nosotros ensanchará el camino
si, para conquistarla, conscientes avanzamos
con las únicas armas que vencen el destino.
El
amor que perdona, la intuición que guía,
la pasión en acecho, mas el pecho encalmado…
la voluntad vibrante y atenta la alegría
en el presente oyendo sentencias del pasado.
la pasión en acecho, mas el pecho encalmado…
la voluntad vibrante y atenta la alegría
en el presente oyendo sentencias del pasado.
Beldades
juveniles: oíd atentamente
de vuestros corazones el murmullo sagrado,
y la fórmula mágica hallaréis que potente
libre de sus prisiones al príncipe encantado.
de vuestros corazones el murmullo sagrado,
y la fórmula mágica hallaréis que potente
libre de sus prisiones al príncipe encantado.
Pulsad
del sentimiento la lira intensa y varia,
y cercad con un canto de amor al caballero
que una vez, en un lance de gloria legendaria
rompió ante su enemigo, por no herirle, el acero…
y cercad con un canto de amor al caballero
que una vez, en un lance de gloria legendaria
rompió ante su enemigo, por no herirle, el acero…
Se
retuerce abrasado mi espíritu por darte
caballero sin tacha, la vida de tu muerte…
¿Qué frase es la que tiene el poder de salvarte?
¿Qué acto puede a la vida redivivo, volverte?
caballero sin tacha, la vida de tu muerte…
¿Qué frase es la que tiene el poder de salvarte?
¿Qué acto puede a la vida redivivo, volverte?
WANG WEI
Colina de bambú
Altos
bambúes reflejados en las serpeantes aguas
Así
el ondulante río vira azul y verde
Somos
invisibles en la huella de la Montaña Shang-
Algo
que ningún leñador entendería.
WALLADA BINT AL-MUSTAKFI
Pura piedra
Cuando
te enteraste de lo mucho que te quiero
y
supiste el lugar que ocupas en mi corazón,
y
cómo me dejaba arrastrar por el amor, sumisa,
yo,
que a nadie más que a ti consentí que me arrastrara,
te
alegraste de que el sufrimiento cubriera mi cuerpo
y
de que el insomnio pintara de negro mis párpados.
Pasa
tus miradas por las líneas de mis cartas
y
verás mis lágrimas mezcladas con la tinta.
Cariño
mío: mi corazón se deshace
de
quejarse tanto a un corazón de pura piedra.
JOSÉ BATRES MONTÚFAR
Las falsas apariencias
Si
me dicen que el sol, que por el cielo
describir un gran círculo se mira,
camina en el torno de él con raudo vuelo,
como sé que la tierra es la que gira
sobre sus mismos polos, sin recelo
digo que lo que dicen es mentira
aunque la vista así lo represente:
¿Por qué? Porque el discurso lo desmiente.
describir un gran círculo se mira,
camina en el torno de él con raudo vuelo,
como sé que la tierra es la que gira
sobre sus mismos polos, sin recelo
digo que lo que dicen es mentira
aunque la vista así lo represente:
¿Por qué? Porque el discurso lo desmiente.
Si
sumerjo en un líquido una caña
y la veo quebrada desde afuera,
entonces digo yo que la vista engaña
porque sé que la caña estaba entera.
Si encuentro al regresar de la campaña
a mi mujer con un galán cualquiera
en alguna no lícita entrevista,
digo también que me engañó la vista.
y la veo quebrada desde afuera,
entonces digo yo que la vista engaña
porque sé que la caña estaba entera.
Si encuentro al regresar de la campaña
a mi mujer con un galán cualquiera
en alguna no lícita entrevista,
digo también que me engañó la vista.
Pues
mal pudiera una mujer honrada
siendo yo su legítimo marido
recibir a un galán en su morada,
dando al diablo mi honor y mi apellido.
Antes creyera yo tener turbada
la vista, y el olfato y el oído,
que creer que mi casta y digna esposa
fuese capaz de semejante cosa.
siendo yo su legítimo marido
recibir a un galán en su morada,
dando al diablo mi honor y mi apellido.
Antes creyera yo tener turbada
la vista, y el olfato y el oído,
que creer que mi casta y digna esposa
fuese capaz de semejante cosa.
Y
todo el que se precie de prudente
debe pensar lo mismo que yo pienso
si quiere tener paz entre la gente,
como voy a probarlo por extenso
con un suceso de Don Juan del Puente,
contrabandista, rico y muy propenso
a la desconfianza y a los celos,
a que debió mil llantos y desvelos.
debe pensar lo mismo que yo pienso
si quiere tener paz entre la gente,
como voy a probarlo por extenso
con un suceso de Don Juan del Puente,
contrabandista, rico y muy propenso
a la desconfianza y a los celos,
a que debió mil llantos y desvelos.
Don
Juan frecuentemente se ausentaba
de casa y de repente aparecía,
sin anunciar jamás cuando marchaba
y mucho menos cuando volvería,
porque en el fondo él mismo lo ignoraba:
y era la causa de esto que tenía
fincado su comercio en ir comprando
sedas, tabaco y ron de contrabando.
de casa y de repente aparecía,
sin anunciar jamás cuando marchaba
y mucho menos cuando volvería,
porque en el fondo él mismo lo ignoraba:
y era la causa de esto que tenía
fincado su comercio en ir comprando
sedas, tabaco y ron de contrabando.
Compraba
muy barato en el camino,
y por un extravío conocido
traía el cargamento a su destino,
y a media noche entrábalo escondido
a la tienda de un socio su vecino,
de la cual se pasaba sin ruido
a su mansión por una angosta puerta
que había allí tras un tapiz cubierta.
y por un extravío conocido
traía el cargamento a su destino,
y a media noche entrábalo escondido
a la tienda de un socio su vecino,
de la cual se pasaba sin ruido
a su mansión por una angosta puerta
que había allí tras un tapiz cubierta.
Hubo
siempre y habrá contrabandistas
que al Gobierno defrauden sus caudales,
a pesar de los guardas, de los vistas,
los administradores, los fiscales;
inútilmente los economistas
con su ciencia y sus fórmulas legales
en medio de evitarlo van buscando:
¡Mientras más leyes hay, más contrabando!
que al Gobierno defrauden sus caudales,
a pesar de los guardas, de los vistas,
los administradores, los fiscales;
inútilmente los economistas
con su ciencia y sus fórmulas legales
en medio de evitarlo van buscando:
¡Mientras más leyes hay, más contrabando!
Y
yo de sopetón, sin que se entienda
que en materias que ignoro me entrometo
a la dificultad hallo la enmienda;
y la quiero callar con el objeto
de colocarme al frente de la hacienda:
cuando lo obtenga se sabrá el secreto
que, en reserva, sin tropas y sin balas,
consiste en suprimir las alcabalas.
que en materias que ignoro me entrometo
a la dificultad hallo la enmienda;
y la quiero callar con el objeto
de colocarme al frente de la hacienda:
cuando lo obtenga se sabrá el secreto
que, en reserva, sin tropas y sin balas,
consiste en suprimir las alcabalas.
¡Cara
y desventurada patria mía!
Con razón barre el polvo tu diadema,
con razón tu existencia es agonía,
¡con razón tu destino es anatema!
¿Por qué no dejas la fatal porfía?
¿Por qué no abjuras el mortal sistema
de hacer que el sabio en un rincón se oculte
y en la inacción su mérito sepulte?
Con razón barre el polvo tu diadema,
con razón tu existencia es agonía,
¡con razón tu destino es anatema!
¿Por qué no dejas la fatal porfía?
¿Por qué no abjuras el mortal sistema
de hacer que el sabio en un rincón se oculte
y en la inacción su mérito sepulte?
El
brillo de tu gloria vi empañado
por los traidores que tu seno encierra,
y vi escupir en tu blasón dorado,
y vide hollar tu pabellón por tierra.
Más de un Gobierno, más de un diputado
en vez de hacerte bien te hicieron guerra
y quisieron pintar, ¡oh, escarnio crudo!
lagartos y colmenas en tu escudo.
por los traidores que tu seno encierra,
y vi escupir en tu blasón dorado,
y vide hollar tu pabellón por tierra.
Más de un Gobierno, más de un diputado
en vez de hacerte bien te hicieron guerra
y quisieron pintar, ¡oh, escarnio crudo!
lagartos y colmenas en tu escudo.
El
nombre de la patria me enardece
porque la adoro, estando persuadido
de ser ella quien menos lo merece
de cuantas patrias hay, habrá y ha habido.
Mas como otra no tengo, me parece
que debo amarla como el ave al nido,
y a los diablos me doy si considero
que la quieren vender al extranjero.
porque la adoro, estando persuadido
de ser ella quien menos lo merece
de cuantas patrias hay, habrá y ha habido.
Mas como otra no tengo, me parece
que debo amarla como el ave al nido,
y a los diablos me doy si considero
que la quieren vender al extranjero.
Cual
nubecilla a discreción del viento,
o cual barca a merced de la laguna,
así vagando va mi pensamiento
sin que pueda fijarse en cosa alguna.
En mis lectoras sí, que ni un momento
las sé olvidar, mas tengo la fortuna
de que aunque a veces el turbión sucumbo
torno a seguir el primitivo rumbo.
o cual barca a merced de la laguna,
así vagando va mi pensamiento
sin que pueda fijarse en cosa alguna.
En mis lectoras sí, que ni un momento
las sé olvidar, mas tengo la fortuna
de que aunque a veces el turbión sucumbo
torno a seguir el primitivo rumbo.
Una
noche que a casa regresaba
nuestro contrabandista muy contento,
después de acomodar lo que llevaba
acercóse al tapiz y con gran tiento
quitó la llave, levantó la aldaba,
abrió la puerta, entróse en su aposento
y se llegó a la cama de su esposa,
que era una morenilla deliciosa.
nuestro contrabandista muy contento,
después de acomodar lo que llevaba
acercóse al tapiz y con gran tiento
quitó la llave, levantó la aldaba,
abrió la puerta, entróse en su aposento
y se llegó a la cama de su esposa,
que era una morenilla deliciosa.
¡Cómo
duerme, decía, cómo duerme
mi hermosa, mi querida Mariquita!
¡Cual demuestran su ardor para quererme
los suspiros que da, lo que se agita!
Grande es el gusto que tendrá de verme
y de darme un abrazo, ¡pobrecita!
Yo te adoro también, querida mía,
más que el Inca adoró la luz del día.
mi hermosa, mi querida Mariquita!
¡Cual demuestran su ardor para quererme
los suspiros que da, lo que se agita!
Grande es el gusto que tendrá de verme
y de darme un abrazo, ¡pobrecita!
Yo te adoro también, querida mía,
más que el Inca adoró la luz del día.
Decir
esto, quitarse su capote,
inclinarse a besar la esposa amada
y dar un furiosísimo rebote,
cosa fue que casi a un tiempo ejecutada.
Y, ¿por qué? Porque dio con un bigote.
En lugar de la boca delicada
de su cara mitad, y oyó un bufido
al resuello de un toro parecido.
inclinarse a besar la esposa amada
y dar un furiosísimo rebote,
cosa fue que casi a un tiempo ejecutada.
Y, ¿por qué? Porque dio con un bigote.
En lugar de la boca delicada
de su cara mitad, y oyó un bufido
al resuello de un toro parecido.
Se
deduce de aquí, por consecuencia,
que el galán que a una cita prepara
debe tener presente la advertencia
de no llevar bigotes en la cara,
ni botas que rechinen: la experiencia
junto con la razón nos la declara,
y por eso mis bellas compatriotas
detestan los bigotes y las botas.
que el galán que a una cita prepara
debe tener presente la advertencia
de no llevar bigotes en la cara,
ni botas que rechinen: la experiencia
junto con la razón nos la declara,
y por eso mis bellas compatriotas
detestan los bigotes y las botas.
Cuando
una jovencilla por el prado
vaga cortando y recogiendo flores
puesta la mente, ajena de cuidado,
en el dichoso fin de sus amores,
si al cortar un pimpollo salpicado
de varios y bellísimos colores
toca un áspid oculto la doncella
se asusta el áspid y se asusta ella.
vaga cortando y recogiendo flores
puesta la mente, ajena de cuidado,
en el dichoso fin de sus amores,
si al cortar un pimpollo salpicado
de varios y bellísimos colores
toca un áspid oculto la doncella
se asusta el áspid y se asusta ella.
Pero
más se asustó don Juan del Puente
y el dueño del bigote malhadado
que en lugar habíase acostado.
¡Cómo se quedaría el delincuente
al sentir aquel beso tan bien dado,
y el bueno de don Juan, por vida mía,
pensar un poco cuál se quedaría!
y el dueño del bigote malhadado
que en lugar habíase acostado.
¡Cómo se quedaría el delincuente
al sentir aquel beso tan bien dado,
y el bueno de don Juan, por vida mía,
pensar un poco cuál se quedaría!
Ardía
en un rincón del aposento
un angosto candil con débil llama
del cual don Juan se apoderó violento
y lo acercó a la orilla de la cama.
Miráronse las caras un momento
los suspensos rivales y la dama
sin decirse palabra, como muertos,
con los ojos estáticos y abiertos.
un angosto candil con débil llama
del cual don Juan se apoderó violento
y lo acercó a la orilla de la cama.
Miráronse las caras un momento
los suspensos rivales y la dama
sin decirse palabra, como muertos,
con los ojos estáticos y abiertos.
El
marido por fin habló primero
con furor dirigiéndose al amante:
“¿Qué hace usted en mi cama caballero?”
Y aquél volvió su estúpido semblante
(porque era un animal, muy majadero)
a la dama que estaba allí delante,
con turbación y duda manifiesta,
como quien le consulta la respuesta.
con furor dirigiéndose al amante:
“¿Qué hace usted en mi cama caballero?”
Y aquél volvió su estúpido semblante
(porque era un animal, muy majadero)
a la dama que estaba allí delante,
con turbación y duda manifiesta,
como quien le consulta la respuesta.
Yo
digo que don Juan estaba loco
al preguntar al otro qué venía.
A buscar a su cama: ved un poco
si es fácil acertar lo que quería.
Es como preguntar a un pez, a un troco,
que busca por el agua: ¡niñería!
O qué busca en los bosques un camello:
¿Qué hace usted en mi cama?… ¡Qué resuello!
al preguntar al otro qué venía.
A buscar a su cama: ved un poco
si es fácil acertar lo que quería.
Es como preguntar a un pez, a un troco,
que busca por el agua: ¡niñería!
O qué busca en los bosques un camello:
¿Qué hace usted en mi cama?… ¡Qué resuello!
Repitió
la pregunta el impaciente
don Juan con voz sonora a su enemigo
diciéndole: “Canalla, últimamente
¿responde usted o a responder le obligo?
¿Qué hace aquí?” Y el amante, balbuciente,
díjole: “Eso es lo mismo que yo digo,
¿Qué hago yo aquí? Yo mismo no lo sé”.
“Pues yo”, dijo don Juan, “se lo diré”.
don Juan con voz sonora a su enemigo
diciéndole: “Canalla, últimamente
¿responde usted o a responder le obligo?
¿Qué hace aquí?” Y el amante, balbuciente,
díjole: “Eso es lo mismo que yo digo,
¿Qué hago yo aquí? Yo mismo no lo sé”.
“Pues yo”, dijo don Juan, “se lo diré”.
Y
echando a su mujer una mirada
con los ojos de tigre que tenía
crujió los dientes y sacó la espada.
En vano le juró doña María
que no le habían ofendido en nada,
que era equivocación, que no sabía
que estuviese aquel hombre allí cubierto.
Y el del bigote decía: “¡Es cierto!”
con los ojos de tigre que tenía
crujió los dientes y sacó la espada.
En vano le juró doña María
que no le habían ofendido en nada,
que era equivocación, que no sabía
que estuviese aquel hombre allí cubierto.
Y el del bigote decía: “¡Es cierto!”
La
astuta dama en medio de su apuro
discurría por cientos las mentiras:
“Mira que es todo falso, te lo juro,
le decía a don Juan, “calma tus iras,
es falso eso que piensas, te aseguro
que no es más de apariencias lo que miras,
perezca yo, si miento, en un cadalso”.
Y repetía el del bigote: “¡Es falso!”
discurría por cientos las mentiras:
“Mira que es todo falso, te lo juro,
le decía a don Juan, “calma tus iras,
es falso eso que piensas, te aseguro
que no es más de apariencias lo que miras,
perezca yo, si miento, en un cadalso”.
Y repetía el del bigote: “¡Es falso!”
“Mira,
querido Juan, que yo ignoraba
que aquí se hubiese este hombre introducido,
tal vez quedó la puerta sin aldaba
o yo no sé por dónde se ha metido”.
Y el hombre del bigote replicaba
(tal estaba asustado y aturdido):
“Es cierto. Dice bien doña María,
puesto que yo tampoco lo sabía”.
que aquí se hubiese este hombre introducido,
tal vez quedó la puerta sin aldaba
o yo no sé por dónde se ha metido”.
Y el hombre del bigote replicaba
(tal estaba asustado y aturdido):
“Es cierto. Dice bien doña María,
puesto que yo tampoco lo sabía”.
Ella,
entre tanto, alzábase del lecho,
lánguido el rostro, sueltos los cabellos,
mal encubierto el palpitante pecho,
bien dibujados los contornos bellos,
fatiga, amor, placer, temor, despecho,
retrataban sus ojos, y por ellos
corría un llanto tal que, si lo viera,
las entrañas de un turco conmoviera.
lánguido el rostro, sueltos los cabellos,
mal encubierto el palpitante pecho,
bien dibujados los contornos bellos,
fatiga, amor, placer, temor, despecho,
retrataban sus ojos, y por ellos
corría un llanto tal que, si lo viera,
las entrañas de un turco conmoviera.
No
niego que tuviese fundamento
don Juan para pensar alguna cosa
que pudiera entenderse en detrimento
del honor y pureza de su esposa,
pero, ¿qué más quería aquel jumento
que verla asegurar toda llorosa
que el hombre se introdujo sin su anuencia?
¿Podría estar más clara su inocencia?
don Juan para pensar alguna cosa
que pudiera entenderse en detrimento
del honor y pureza de su esposa,
pero, ¿qué más quería aquel jumento
que verla asegurar toda llorosa
que el hombre se introdujo sin su anuencia?
¿Podría estar más clara su inocencia?
Pues
no, señor, el terco del marido
se arrojó sobre el hombre del bigote
tirándole un revés, que a no haber sido
porque topó la espada en un barrote,
sin remedio le deja allí tendido;
más él hurtóle el cuerpo y dando un bote
y saltando por cima de una banca
corrió a la puerta y agarró la tranca.
se arrojó sobre el hombre del bigote
tirándole un revés, que a no haber sido
porque topó la espada en un barrote,
sin remedio le deja allí tendido;
más él hurtóle el cuerpo y dando un bote
y saltando por cima de una banca
corrió a la puerta y agarró la tranca.
Con
tranca el uno, el otro con espada
trabaron un combate semejante
en el tajo, el revés y la estocada,
al que suelen contar del elefante,
con aquella su trompa ponderada
contra el cuerno que tiene hacia adelante
su rival, el feroz rinoceronte,
cada vez que se encuentran en el monte.
trabaron un combate semejante
en el tajo, el revés y la estocada,
al que suelen contar del elefante,
con aquella su trompa ponderada
contra el cuerno que tiene hacia adelante
su rival, el feroz rinoceronte,
cada vez que se encuentran en el monte.
Al
patio se salieron con presteza
lidiando cuerpo a cuerpo y brazo a brazo
iguales en la fuerza, en la destreza,
en el valor y en el desembarazo.
El del bigote al fin con gran fiereza
en una pierna le acertó un trancazo
a don Juan, que le trajo medio mudo
a tierra, y se largó por donde pudo.
lidiando cuerpo a cuerpo y brazo a brazo
iguales en la fuerza, en la destreza,
en el valor y en el desembarazo.
El del bigote al fin con gran fiereza
en una pierna le acertó un trancazo
a don Juan, que le trajo medio mudo
a tierra, y se largó por donde pudo.
Yo
me acuerdo allá lejos de una cosa.
Y es que don Juan, ya ciego de un ojo,
muy viejo, con la frente muy canosa
y algunas hebras de cabello rojo,
tenía tienda frente a Santa Rosa:
usábanle llamar “Don Juan el cojo”
y arrugaba la cara todavía
cuando algunos bigotes descubría.
Y es que don Juan, ya ciego de un ojo,
muy viejo, con la frente muy canosa
y algunas hebras de cabello rojo,
tenía tienda frente a Santa Rosa:
usábanle llamar “Don Juan el cojo”
y arrugaba la cara todavía
cuando algunos bigotes descubría.
Así
que vio correr al del bigote,
se fue arrastrando en busca de madama,
la cual no estaba armada de garrote,
mas ya don Juan no la encontró en la cama,
porque cogió la ropa y el capote
del Galán y, si creemos a la fama,
se escapó por la puerta de la tienda.
Dios la lleve con bien y la defienda.
se fue arrastrando en busca de madama,
la cual no estaba armada de garrote,
mas ya don Juan no la encontró en la cama,
porque cogió la ropa y el capote
del Galán y, si creemos a la fama,
se escapó por la puerta de la tienda.
Dios la lleve con bien y la defienda.
No
digo yo que siempre que estén juntos
un mozo y una joven en un lecho
se ocupen sólo en discutir asuntos
de historia, de moral o de derecho.
Todo tiene sus comas y sus puntos,
mas no se debe asegurar un hecho
si no es que de tan claro y de tan llano
se toque, como dicen, con la mano.
un mozo y una joven en un lecho
se ocupen sólo en discutir asuntos
de historia, de moral o de derecho.
Todo tiene sus comas y sus puntos,
mas no se debe asegurar un hecho
si no es que de tan claro y de tan llano
se toque, como dicen, con la mano.
Porque
a veces engaña la apariencia
y yo he visto ocasiones repetidas
aparecer culpada la inocencia
con pruebas alteradas o fingidas.
Mas en teniendo un poco de paciencia
dichas pruebas se encuentran desmentidas,
cual, verbi-gracia, en el siguiente caso
que por final referiré de paso.
y yo he visto ocasiones repetidas
aparecer culpada la inocencia
con pruebas alteradas o fingidas.
Mas en teniendo un poco de paciencia
dichas pruebas se encuentran desmentidas,
cual, verbi-gracia, en el siguiente caso
que por final referiré de paso.
Al
entrar en mi casa cierto día
vi a mi mujer en brazos de un extraño,
o se me figuró que la veía,
mas ella es incapaz de mal tamaño.
Y así luego pensé que aquel sería
como son otros muchos, un engaño
de los ojos turbados, y al instante
me puse entrambas manos por delante.
vi a mi mujer en brazos de un extraño,
o se me figuró que la veía,
mas ella es incapaz de mal tamaño.
Y así luego pensé que aquel sería
como son otros muchos, un engaño
de los ojos turbados, y al instante
me puse entrambas manos por delante.
Y
así que me los hube restregado
por cinco o seis minutos de seguida,
vi a mi mujer sentada en el estrado,
sola y en su labor entretenida.
¿Qué tal? Si yo me hubiera gobernado
por la vista falaz y fementida,
¿en qué viene a parar mi matrimonio,
mi casa y mi mujer? ¡En el demonio!
por cinco o seis minutos de seguida,
vi a mi mujer sentada en el estrado,
sola y en su labor entretenida.
¿Qué tal? Si yo me hubiera gobernado
por la vista falaz y fementida,
¿en qué viene a parar mi matrimonio,
mi casa y mi mujer? ¡En el demonio!
Y
así vuelvo a mi tema y aconsejo
que imiten mi conducta los casados
que no se quieran ver en el espejo
de don Juan, tras cornudos apaleados.
A vuestro juicio y discreción lo dejo,
lectoras de ojos bellos y rasgados:
don Juan del Puente quiero que me llamen
si no aprobáis vosotras mi dictamen.
que imiten mi conducta los casados
que no se quieran ver en el espejo
de don Juan, tras cornudos apaleados.
A vuestro juicio y discreción lo dejo,
lectoras de ojos bellos y rasgados:
don Juan del Puente quiero que me llamen
si no aprobáis vosotras mi dictamen.
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