"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
martes, 11 de noviembre de 2025
WILLIAM ARCHILA
Dos
de la mañana
Se
lamentan por Cristo, con su pie grabado
en sus cráneos, con su recuerdo claro como
sus muertos, perdidos entre la hierba pálida,
sus tumbas son muchas y no tienen lápida.
Se quedan durante días, demasiadas semanas,
comiendo frijoles y pescuezos de pollo frito,
bebiendo cervezas heladas cubiertas de espuma.
Vienen de países lejanos y pequeños.
Aprenden a trapear de sol a sol,
a alimentar aves de corral y a criar al hijo del jefe,
recuerdan la costa verde, allá, en casa,
algo afilado se oxida en sus lenguas.
Llaman a la puerta con nudillos reventados, entran
con abrigos andrajosos, zapatos rotos,
vienen de tumbas lejanas y pequeñas,
sin lápida. Esperan en la parada de buses.
De:
“The Art of Exile”
Versión
de Mario Zetino
HUGO LINDO
Sangre
adentro
Como
se entra en calor
yo voy entrando en sangre.
Primero
por el peso de los párpados
y el ardor de los ojos.
Después, por el pequeño golpeteo a sordina
que hiere el yunque de las sienes.
Luego, por el reloj de las arterias
que va marcando el pulso de la vida,
y un fuego de rubor que sube al rostro
por la escalera dura de la fiebre.
Yo
voy entrando en sangre.
Dejadla
fluir
y que la boca de la herida cante.
Dirá
pausadamente a los comienzos
lo que después ha de gritar a borbotones.
Empezará
a correr como un hilillo
casi inocente
para inundar la historia
con su líquida lámpara y su esfuerzo.
Porque
los dioses, los altivos dioses,
no tienen sangre.
Sólo
nosotros, digo, con la marca y marea
de su flujo,
desde que era doncella nuestra madre,
desde que su amapola de ternura
se rasgó para darnos cal y canto,
desde que en el pulmón del primer aire
nuestro grito inicial abrió las puertas.
¿O
estaba nuestra sangre en otra sangre,
y desde ayer venía persiguiéndonos?
(De
un color en el mar —sangre del mundo— ,
de otro color entre las venas de los bosques).
¡Oh,
sí! Yo soy mi sangre. Y ella empina
la sustancia del canto.
Vedla
bajar por aluvión de siglos
hasta lengua y garganta,
a veces como amor, como tornado,
como pecho rajado por la guerra,
como víscera rota.
Vedla
venir de los varones
y de las hembras del pasado,
en el torrente de una magia
creadora, inevitable.
¡Cuánta
memoria de sonrisa y llanto!
¡Qué aglomerados miedos en su nombre!
Y el
jardín de la muerte con sus flores
a medio abrir, abriéndose, ya abiertas,
para que el semen de los cementerios
edifique la sangre de los hijos.
Si
el hombre navegara sangre adentro
y supiera el rumor de su congoja,
el gorgoteo de su instinto
y la burbuja de su pensamiento;
si el hombre, como un ojo sangre adentro,
viera su eternidad y su minuto
y la arista cabal de su destino,
sabría ya que hay una sola sangre,
la de los muertos y la nuestra, ardiendo.
Ardiendo
desde ayer y para siempre
en cada voz,
en cada rayo
de la palabra y de la luz y el crimen.
Esta
es la sangre nuestra.
Porque
los dioses, los altivos dioses,
no tienen sangre.
Dejadla
fluir
y que la boca de la herida cante.
ASSIA DJEBAR
Nieve
en el Ğūrğura*
Cepos
para alondras en Tikğda
Matorrales en los Uaḍía
Me azotan en Azazga
Un cabrito corre en la Ḥodna
Unos caballos huyen de Mešría
Un camello sueña en Gardāya
y mis sollozos en Ğemila
el grillo canta en Mansūrah
Un halcón vuela sobre Mascara
Tizones ardiendo en Bu-Ḥnifiya
No hay perdón en Qel’ā
Sicomoros en Tipaza
Una hiena sale en Mazūna
el verdugo duerme en Miliana
Pronto mi muerte en Zemmura
Una oveja en Nedroma
Y un amigo muy cerca de Uğda
Gritos de noche en Magniya
Mi agonía en S’aida
La cuerda al cuello en Frenda
De rodillas en Ued-Foḍḍa
En los guijarros de Ğelfa
La presa de los lobos en M’sila
Belleza de jazmines en Kole’a
Rosas en los jardines de Blida
En el camino de Muzaia
Me muero de hambre en Medea
Un riachuelo seco en Šellala
Oscura plaga en Meğğāna
Un sorbo de agua en Bu-Sa’āda
Y mi sepulcro en el Sahara
Luego la alarma en Tebessa
Los ojos sin lágrimas en Mila
Qué Estruendo en A’in-Sefra
Se empuñan las armas en Guelma
La luz del día en Jenšla
Un atentado en Biskra
Soldados en Nemenša
Último combate en Bātna
Nieve en el Ğūrğura
Cepos para alondras en Tikğda
Matorrales en los Uaḍía
Un aire de fiesta en el corazón de El Ğazīra.
De:
“Poemas para una Argelia feliz”
Version de Souad Hadj-Ali Mouhoub.
Nota:
Assia Djebar, seudónimo de Fatma Zohra Imalayene
ENRIQUE JARAMILLO LEVI
Escribir,
hondo placer
Si
tanto ahora como la primera vez
escribir es un hondo placer
difícil de explicárselo a los neófitos,
para quienes veneramos la literatura
hacerlo como parte integral
de un poema como éste
–en vías de terminar de articularse–
resulta igual de fascinante,
probablemente mucho más.
Así, como tantísimas veces
–orgulloso y reiterativo–,
vuelvo a dar fe de ello.
RAFAEL SARAVIA
Guardo
una de mis últimas revoluciones en lo más profundo del paladar. Sé que estos
sabores ya no están de moda. Su aspereza incomoda a las nuevas revoluciones
digitales y se intuye demasiado líquida para ser una revolución de las de
antes, de esas que cambian el curso de la historia.
AICHA DJELLAB
A mi
padre
Es
difícil hacer tu duelo padre
Es difícil hacer tu duelo padre
han pasado los años y las abundantes lágrimas permanecen en
los anhelos… las hojas… y el infortunio
Como ha tardado el poema en nacer
he colocado unas velas y hermosas rosas
al lado de una taza de té intenso
Todo llega menos la qasida
se disculpa sin explicar el motivo
entonces recojo mis pequeñas cosas, apago la luz de mi candil
Y rompo en llanto
De:
“Fragmentos de mí misma”
Version de Souad Hadj-Ali Mouhoub.
