martes, 25 de febrero de 2014

FRANCISCO BRINES




A punto de un viaje en coche



Las ventanas reflejan
el fuego de poniente
y flota una luz gris
que ha venido del mar.
En mí quiere quedarse
el día, que se muere,
como si yo, al mirarle,
lo pudiera salvar.
Y quién hay que me mire
y que pueda salvarme.
La luz se ha vuelto negra
y se ha borrado el mar.




LEOPOLDO MARÍA PANERO




La cuádruple forma de la nada



Yo he sabido ver el misterio del verso
que es el misterio de lo que a sí mismo nombra
el anzuelo hecho de la nada
prometido al pez del tiempo
cuya boca sin dientes muestra el origen del poema
en la nada que flota antes de la palabra
y que es distinta a la nada que el poema canta
y también a esa nada en que expira el poema:
tres son pues las formas de la nada
parecidas a cerdos bailando en torno del poema
junto a la casa que el viento ha derrumbado
y ay del que dijo una es la nada
frente a la casa que el viento ha derrumbado:
porque los lobos persiguen el amanecer de las formas
ese amanecer que recuerda a la nada;
triple es la nada y triple es el poema
imaginación escrita y lectura
y páginas que caen alabando a la nada
la nada que no es vacío sino amplitud de palabras
peces shakespearianos que boquean en la playa
esperando allí entre las ruinas del mundo
al señor con yelmo y con espada
al señor sin fruto de la nada.
Testigo es su cadáver aquí donde boquea el poema
de que nada se ha escrito ni se escribió nunca
y ésta es la cuádruple forma de la nada.



VICENTE MOLINA FOIX



Descartes


En un principio se creyó ver en él al desprovisto de mensajes,
al venido de lejos,
a sólo un miembro de secciones ocultas
que todo encierran en el estrecho cauce de los libros.
-ignorantes, según se observa, lo fiel de su manejo
con problemas de audiencia más vasta-.

Tuvieron que llegar edades más adultas
que le reconocieran.
-algunos han pensado que hallábanse
ante un nuevo profeta de lo inútil-.

(Los grabados de época nos muestran un Descartes
siempre sentado junto al fuego,
con el hábito negro,
más preocupado en la textura o esencia del escrito
que propiamente haciéndolo.)


YOLANDA CASTAÑO

  

Que es dolor
El dolor que de veras siente



Tengo cara de gustarme
las cosas que no me gustan.

Los labios de todo el mundo
hablan sin despegarse.

Esto también es así.
Las paredes de una gruta en la que alguien, hace diez mil años,
mancilla lo natural de la piedra.
Monedas, corriente alterna,
una muchacha nacida con los genes de la belleza,
toda picada de complejos.
Como un orgasmo de Hedy Lamarr, los ojos de Nikola Tesla.
Un país donde no ser,
donde sólo
parecerlo.
Guantes desenfundados, sal, la más prestigiosa
de todas las escuelas de doblaje.

El capital es la pesadilla
de quedarnos atascados en nuestra capacidad simbólica.
El más favorecedor de todos:
maquillaje tanatoestético.
Años de trabajo vueltos un pedazo de granito ecuestre.
Una industria de la miseria, las huertas del wolframio.
Como un cuerpo ardiente que sabe, y
disimula.
Pestañas postizas de marca barata, una imagen
idéntica a sí misma.

Como poesía política que se confunde
con una autofoto frente al espejo del baño.
La metonimia del mal,
normativo dislocado.
Escenificación, menú, la escalera de incendios del discurso.
Algo al que le crecen raíces aéreas
y anhela volver a la tierra en cuanto hace un tiempo que salió a la luz;
como los ojos de las patatas.

La mirada del poema es también así,
filas de hormigas obreras
aplastadas para permanecer,

restos de gestos
que parecen

otra cosa.


(Traducciones al castellano de la autora)


GUILLERMO CARNERO




En el hueco de tus manos


En el hueco de tus manos
pongo tu nombre
y lo bebo a sorbos,
tus minerales
se licuan con mis soles
y en la memoria
la leyenda de tu cuerpo
se vuelve mariposa,
limpio las soledades
a tus pasos,
entonces te acuno entre mis ojos
entonces te limpias el sudor
y recoges mis mañanas.





CLAUDIO RODRÍGUEZ




Tiempo Mezquino

  
Hoy con el viento del Norte
me ha venido aquella historia.
Mal andaban por entonces
mis pies y peor mi boca
en aquella ciudad de hosco
censo, de miseria y de honra.
Entre la vieja costumbre
de rapiña y de lisonja,
de pobre encuesta y de saldo
barato, iba ya muy coja
mi juventud. ¿Por qué lo hice?
Me avergüenzo de mi boca
no por aquellas palabras
sino por aquella boca
que besó. ¿Qué tiempo hace
de ello? ¿Quién me lo reprocha?
Un sabor a almendra amarga
queda, un sabor a carcoma;
sabor a traición, a cuerpo
vendido, a caricia pocha.

Ojalá el tiempo tan sólo
fuera lo que se ama. Se odia
y es tiempo también. Y es canto.
Te odié entonces y hoy me importa
recordarte, verte enfrente
sin que nadie nos socorra
y amarte otra vez, y odiarte
de nuevo. Te beso ahora
y te traiciono ahora sobre
tu cuerpo. ¿Quién no negocia
con lo poco que posee?
Si ayer fue venta, hoy es compra;
mañana, arrepentimiento.
No es la sola hora la aurora.