martes, 25 de febrero de 2014

YOLANDA CASTAÑO

  

Que es dolor
El dolor que de veras siente



Tengo cara de gustarme
las cosas que no me gustan.

Los labios de todo el mundo
hablan sin despegarse.

Esto también es así.
Las paredes de una gruta en la que alguien, hace diez mil años,
mancilla lo natural de la piedra.
Monedas, corriente alterna,
una muchacha nacida con los genes de la belleza,
toda picada de complejos.
Como un orgasmo de Hedy Lamarr, los ojos de Nikola Tesla.
Un país donde no ser,
donde sólo
parecerlo.
Guantes desenfundados, sal, la más prestigiosa
de todas las escuelas de doblaje.

El capital es la pesadilla
de quedarnos atascados en nuestra capacidad simbólica.
El más favorecedor de todos:
maquillaje tanatoestético.
Años de trabajo vueltos un pedazo de granito ecuestre.
Una industria de la miseria, las huertas del wolframio.
Como un cuerpo ardiente que sabe, y
disimula.
Pestañas postizas de marca barata, una imagen
idéntica a sí misma.

Como poesía política que se confunde
con una autofoto frente al espejo del baño.
La metonimia del mal,
normativo dislocado.
Escenificación, menú, la escalera de incendios del discurso.
Algo al que le crecen raíces aéreas
y anhela volver a la tierra en cuanto hace un tiempo que salió a la luz;
como los ojos de las patatas.

La mirada del poema es también así,
filas de hormigas obreras
aplastadas para permanecer,

restos de gestos
que parecen

otra cosa.


(Traducciones al castellano de la autora)


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