"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
sábado, 6 de diciembre de 2025
LOREDANA VOLPE
x.
Ombligo
una
disección allí
en medio del sistema
pide ser atendida.
llamémoslo un acto de redención
entre una madre y una hija.
llamémoslo una rehabilitación
en donde el tiempo que tuvo que haber sido
es recobrado.
podríamos darle tantos nombres
a una separación forzosa.
podríamos decir que la escisión no ha sido tanto un acto
de
bondad del padre
como
el escenario de una carnicería:
trozos miembros dislocados sangre huesos
impactando en toda una historia familiar.
de
las aguas primordiales surge todo lo viviente,
como de la madre.
recupero
una vieja nota.
cuando
la inflamación
se extiende por todo un organismo enfermo,
no cabe sino juntar las manos,
alzar la cabeza para que la madre
—piedad que acoge en su regazo
el cuerpo exánime de la hija,
sosteniendo las costillas que sobresalen
como los arbotantes de una catedral
entre luces y sombras del mediodía,
las rodillas flácidas,
los ojos hundidos girados de espalda al mundo—,
para que la madre original
interceda, nos brinde finalmente
a ti y a mí la unidad del vientre,
el descanso.
De: “Ejercicio de aniquilación”
ELISA LERNER
271.
ANTONIO ARROYO SILVA
Incendio
Münch
pintó el dolor humano
como el grito de un pino al arder.
Las ramas de los brazos levantadas,
el hoyo de la boca inmensamente negro,
la bruma alrededor como incendio de hojas
y de frutos. Dolor de las raíces,
antracita en el vientre de las madres
que tienden un carbón
umbilical
a la noche encendida atrozmente.
Es
un grito más hondo que todos los gritos
y dice que tu lágrima podría ser
su lluvia salvadora
y que tu corazón podría bombear
el agua de su cielo.
De: “Química
del error”
JUANA M. RAMOS
III
Con
el alma en claroscuro,
Dolly, vuelvo,
con un agridulce en las palabras.
Fue un día feliz
a pesar de una tristeza
allá en el fondo.
Fue un día acerbo
de un no sé qué amargo.
……………La vi,
entre la caravana de sonrisas
satisfechas y ansiosas.
La vi cumplir un ciclo.
La vi crecer.
La vi comerse el mundo,
brillar más que los demás.
Escuché su nombre, Dolly,
y se detuvo todo excepto ella.
Aplaudí con fuerza,
con quebranto,
con nostalgia,
con la arrogancia
de saberla superior,
con la satisfacción
de haberme dado por entero,
con la soberbia del verso
que pone el dedo en la llaga.
La escuché por última vez
en el último minuto
con un último intento,
como quien pide auxilio,
como quien auxilia al que pide.
La vi cruzar la escena
tan segura de su paso
que se rindió mi voluntad
y cualquier somera fuerza
………..que aún me quedara.
La vi
y el nudo en mi garganta ahorcó
la palabra destinada a su oído.
Ella ungió con su mirada
mi manifiesta intranquilidad
que amenazaba con inundar
las proximidades, las mesas
curtidas de conversaciones
esporádicas y todo cuanto
ofrecían los recovecos aledaños.
Recordé lo remoto de mi sitio
………..frente a su boca.
Recordé su prudente despedida.
De lejos, Dolly,
con mucho orgullo
con la dicha del afortunado,
desde el lugar que me adjudicó
y que ahora me toca en su recorrido,
la vi extender sus alas y volar,
………..volar muy alto.
OPHIR ALVIÁREZ
Rojo
prodigio
Día
largo, calle, amigos empeñados en memorias, acechanza del pasado, visos de
páginas, eco, arritmias, insomnio. Es tarde, pesan los ojos y los años, pasan
los días, pisan y como en ese verso de Lezama, paso es el paso del mulo en el
abismo. Ganas, ganas de ganas entonces el miedo y recurrencia. Miro el
teléfono, imagino la noche azteca, la escocesa, la oriental, me enrollo en un
colchón en el que alguien durmió, ayer. Dónde ayer mientras me hice de humo,
dónde. Debo seguir y el debo y el tengo son piedras en los zapatos, pican
poemas, pico aquí, hondo. Qué hacer con los abismos, dónde una caja de besos,
full, dónde yo cuando las manzanas parecen guayabas y los gatos se vuelven
mapaches. Regresar con un nombre, regresar con el mismo nombre, abrir la puerta,
escuchar las paredes, arrancarse la piel, detenerse en los pedazos; tornar al
balcón, develar soldados en las luces, el pre y el post que voy siendo, dónde;
dónde y una voz me remite a las orillas, rapada. Sexto piso, octavo piso,
terraza, cuarto antiguo en un hotel antiguo, cortinas rojas, puerta roja, el
rojo es un color que no aprendí en la escuela; qué pasó con la escuela, con la
misión, sumisión, por qué escribo en los márgenes, por qué de atrás y no
adelante, por qué los hombros si el yunque y hay flores y vino. La pantalla
roja de la lámpara es reflejo, pero qué me hago en la vigilia y los ronquidos,
anónima, a dónde voy mientras la cama es luz y es medianoche. Ayer un niño me
increpó y una niña que podía ser yo habitaba una botella: a los nueve uno no
debería pender de una botella, a los cuarenta uno no debería salir de una
botella, pero hay dos manos y caricias, welcome.
