miércoles, 7 de diciembre de 2022


 

MARTHA KORNBLITH

 


 

Mi primer síntoma
fue callar la protesta.
Sólo hubo tardes
de presencias inútiles.
Asistir a la hora exacta
para ahogarme
en silencios no descifrados.
Si no pudieron los expertos
quién hará hablar a la renuncia.
Las luces de neón en el camino
dicen más de mi ruina cotidiana.
Desde entonces
he dejado de merodear
en el pasado.

  

De: “Oraciones para un Dios ausente”

 

ANDREA VALBUENA

 

  

Desde el dintel de una ventana estrecha

 

 

Hacíamos el amor en un cuarto tan pequeño

que ser uno nunca fue tan cierto.

Cuando me fui,

las paredes aún jadeaban tu nombre.

Hoy hay demasiado mundo,

demasiada gente,

demasiada ciudad

y al parecer solo una calle

por la que tú vas a pasar

y yo no voy a verte.

 

De: “Lagrimacer o el acto de derramarse”

 

JAVIER RUIBAL

 

  

Tú decides


 

Entre la necedad

y la necesidad

hay un de diferencia.

Tú decides.

 

De: “Coraza de Barro”

 

PAUL MORAND

 

  

Galway

 

 

Irlanda hace muecas de granito,
se enfrenta con la empalizada de todos sus basaltos,
al espacio atlántico.
Permanece ante el cielo nulo
como la idea ante la página en blanco.
Dando la cara a un viento que no viene de ninguna parte,
afrontando un vacío más nacarado que el de las caracolas,
si la isla permite al sol terminar a solas su curso,
es porque ya no hay esperanza al otro lado del mar occidental.
Fuera de Europa no hay más que espejismos, vapores,
muerte, nubes, humores.
Fuera de Europa, nada se decide, nada se condensa.
Sumisa en la interrogación del agua,
la Irlanda de los ojos de ostra llora
todas las lágrimas de su cuerpo de ahogada;
exportadora de lamentaciones,
llora su vida de náyade proscrita y de gran derrotada profesional.
Ella no es sino un agujero en una túnica de ángel,
Un desgarrón en un vestido de hada mendicante.
En vano dispara a la neblina del oeste guiños de faros,
ondas en círculo,
gotitas de aviones, comas de gaviotas,
gritos miserables,
preguntas húmedas o mensajes mojados.
Y nada responde sino el agua que salpica y que lustra.
Irlanda como su pan color de turba
su centeno color piel de cura,
su pan de poesía, de tumba.
Recula ante un infierno frío,
de verdes condenados, como el buceador, recubierto de burbujas,
un infierno de llamas verdes.
Irlanda lava el umbral desgastado de Europa
hablando a solas, como las locas.

 


Versión de Marie-Christine del Castillo.

 

JIM CARROLL

 

  

Sin título

 

 

Somos una parte importante del aburrimiento
de principios de primavera planificando las compras
de montar por la Quinta Avenida en un autobús aterrado por Pascua.

pero aquí estamos de todos modos, sobreviviendo como una calle húmeda en Agosto
y vigilando a los otros mientras lo “hacemos”, así
tú haces el Oeste por la Calle 8 y compras algo místico que ponerte
y yo simplemente meto las manos en mis bolsillos de pana
y silbo hasta Carter’s a por el cartel que me prometió.

Me gusta la idea de dejarte por un rato
sabiendo que voy a verte de nuevo mientras los libros aburridos
W. H. Auden, y los horarios de las películas sostienen mi aislamiento
y al mismo tiempo mi mente se sustenta en la tuya así como a mi cuerpo
le gustaría apoyarse en tí en alguna estatua del Central Park
en la jaula del león en el Zoo del Bronx en una cama en Forest Hills en un
autobús.

Llego a la Tercera Avenida, su tráfico azul, ya sabía que más tarde
o temprano y ahí estás tú en el viento de la Plaza Astor leyendo
un libro y respirando en el aire cada pocos segundos
eres tan
consistente.

¿no es este día así como de confeti? trozos de carne cálida cosquilleando
mi cara en Saint Mark’s Place y mi corazón latía como un negro
joven
mientras que la profundidad se aproxima por todas partes en el cielo y en tu
tacto.

 

 

LÉO LARGUIER

 

  

Pensamientos de la tarde

 

 

Sentado a la ventana, pensativo, en un noble
sillón de mis abuelos, viejo sillón de roble,
siento á la tempestad batir mi humilde casa;
suben espesas nubes al horizonte, en masa;
de alguna tienda obscura sale rápidamente
una vieja, y el rústico zapatero de enfrente,
con quien, de chico, hablé tantas veces, airado
sale á empujar la puerta que el viento le ha cerrado.

Está lloviendo… Estoy solo… Pienso en mi vida.
Pasarán años… treinta : y en una parecida
tarde lluviosa, en casa me veo, al cabo de ellos,
casi lo mismo, blancos del todo mis cabellos.

En casa quiero estar : veré, por la vidriera,
de las húmedas parras cómo cae volandera
una hoja que, lenta, va á posarse en el banco;
y vendrá un leñador por el camino blanco,
con su haz de leña á rastras, mojado, por la herbaza,
y la fuente veré, la solitaria plaza,
y tal vez, como ahora, oiré el rumor que mueven
algunos aldeanos que en la taberna beben
á la salud de la tabernera, calmosos,
tocadas las cabezas con sombreros terrosos.

Presiento de aquel día la solemne hermosura.
Veo mi frente gris, mi negra vestidura,
mis muebles, colocados como están, una espesa
rama junto á los vidrios, mis cuartillas, mi mesa,
y allá en el fondo oscuro surgiendo deslumbrantes,
mi orgullo y prez, mi santa labor de cada día,
con sus títulos de oro graves de poesía
los libros de mis versos, todos, en los estantes!