Desde
el dintel de una ventana estrecha
Hacíamos
el amor en un cuarto tan pequeño
que
ser uno nunca fue tan cierto.
Cuando
me fui,
las
paredes aún jadeaban tu nombre.
Hoy
hay demasiado mundo,
demasiada
gente,
demasiada
ciudad
y al
parecer solo una calle
por
la que tú vas a pasar
y yo
no voy a verte.
De:
“Lagrimacer o el acto de derramarse”
No hay comentarios:
Publicar un comentario