lunes, 15 de enero de 2018


ANDRÉS TRAPIELLO




Las tradiciones



Un régimen antiguo en sus ojos insomnes
de jardines y alanos aparece.
Cuando su mano alcanza la llave
de la lámpara y la vuelve, apagándola,
sobre el lino de la mesa se derrama,
y en su cuello, un dudoso azul
del alba, tibio latido que se inicia.
Y ese mirar cansado vale más
que cualquier siglo presente.


De: "Las tradiciones"



LUCILA NOGUEIRA




VII



América, pasaron tres siglos
De la Iglesia de Colón la retomada
Las Casas, de Victoria, José Martí
Caneca, Tiradentes: Libertad.

América, tu nombre es Ayacucho
Europa, ¿Dónde esta Nueva Granada?
Ciento sesenta años pasaron
Tal vez por esto esté emocionada.



MAYRA OYUELA




Apalabrarás
                                                         
                                                     Hazlas, poeta,
                                         haz que se traguen todas sus palabras.
                                                                            Octavio Paz




Describir las paredes que nos acompañan,
la deidad de las palabras
arropadas bajo lo clandestino de una voz.
Hablar de los amores a medio descubrir,
de la rótula formando piel
para caminar hacia lo incierto.
¡Ah! la metáfora,
anfitriona en mis pesares,
cobra por piel lo que de amor y fervor
le resta a mis sílabas, 
y aunque silabática acostumbro abrazar
el cardumen de letras
en las aguas azules del destierro.
Prenso la piel con esquirlas
de un Boom que lleva todo rechazo,  
un alfiler que puntea los pasos
de las atolondradas en su desnudez.
Afiladas costillas con que se escribe
lo que ya desgasta en todas las historias 
de este amor que se ha de vivir
inalterable en los rostros de los que juran amar.
Mientras los transeúntes despilfarren su mirada en mí
me vuelvo una nación, soy una nación
y un hombre ha de fundar ciudades en mi nombre,
mi nombre que ya es de todos
y a todos les parece de nadie.
Amor que por devoción cae intrépido
como agua derramada en los balcones,
éste ser de milagros que a todo predica,
aproximaciones del augurio
al final del párrafo que no se leerá.
Parafrasear de tu voz es parte de lo miserable.
Alegórica, perdida,
busco acurrucarme en lo paralelo,
antítesis del misterio de una boca.
Pero no,
los amantes se besan
en la esquina que crece hacia adentro.

La raíz de todo siempre es un hombre,
la raíz de un hombre siempre es la mujer,
la mujer y el hombre agotada raíz del todo
pero aun así esto de amar con prédica
no va con tu nombre, ni con el mío. 

Corazón:
La palabra es el artificio y el yugo de todo poeta.


VALERIA GUZMÁN PÉREZ




1



Mi abuelo se sentaba en la misma banca del parque. Su mirada buscaba los restos del sol en el ocaso. Paciente, desmoronaba pan para echarlo a las palomas que de inmediato se congregaban a su alrededor. A veces, alguna permitía que le acariciase las plumas. Aterrizaban con ligereza pero batían las alas ruidosas hacia el campanario donde se acurrucaban.

Después vendría el silencio.


De: “Anamnesis”


MIJAIL LAMAS





A Rafael y Roberto Orozco



Por larga distancia te cuenta tu madre
que hoy podrías cocer un huevo en el toldo de algún carro si quisieras,
que no es conveniente salir a la calle al mediodía,
que hay 50 grados de un resentimiento para todos.

Te cuenta que el periódico de hoy señala
que este año ya hay más muertos por el narcotráfico
que caídos en la guerra del Irak.
No sabes si decirle que exageran
o que al final, tal vez, tengan razón.

Será sólo el verano rugiendo sus bromas.

Otro día la voz de tu madre tiene algo de gladiolo y tierra,
todo porque no sabe explicarte
cómo a veces la vida  es un espejo que duplica la muerte.
Entonces la voz de tu primo Rafael desde su tumba
te sigue preguntando:
¿Qué es lo que hacen los poetas para ganarse la vida?
Pero él ya no vive para poder explicarle
que un poeta no se gana la vida,
que la vida nos gana con trampas el juego
y es un lugar común decir que es injusta como la muerte.


De: “Contraverano”


SANDRA URIBE PÉREZ




[Destino]



El destino de la palabra es el silencio.
Todo vocablo termina por envejecer.
Toda sílaba acaba por fatigarse.
Lo que se dice comienza a perder sentido.
Lo que no se dice es lo que queda.
Lo que no queda, no existe.