lunes, 15 de enero de 2018

MAYRA OYUELA




Apalabrarás
                                                         
                                                     Hazlas, poeta,
                                         haz que se traguen todas sus palabras.
                                                                            Octavio Paz




Describir las paredes que nos acompañan,
la deidad de las palabras
arropadas bajo lo clandestino de una voz.
Hablar de los amores a medio descubrir,
de la rótula formando piel
para caminar hacia lo incierto.
¡Ah! la metáfora,
anfitriona en mis pesares,
cobra por piel lo que de amor y fervor
le resta a mis sílabas, 
y aunque silabática acostumbro abrazar
el cardumen de letras
en las aguas azules del destierro.
Prenso la piel con esquirlas
de un Boom que lleva todo rechazo,  
un alfiler que puntea los pasos
de las atolondradas en su desnudez.
Afiladas costillas con que se escribe
lo que ya desgasta en todas las historias 
de este amor que se ha de vivir
inalterable en los rostros de los que juran amar.
Mientras los transeúntes despilfarren su mirada en mí
me vuelvo una nación, soy una nación
y un hombre ha de fundar ciudades en mi nombre,
mi nombre que ya es de todos
y a todos les parece de nadie.
Amor que por devoción cae intrépido
como agua derramada en los balcones,
éste ser de milagros que a todo predica,
aproximaciones del augurio
al final del párrafo que no se leerá.
Parafrasear de tu voz es parte de lo miserable.
Alegórica, perdida,
busco acurrucarme en lo paralelo,
antítesis del misterio de una boca.
Pero no,
los amantes se besan
en la esquina que crece hacia adentro.

La raíz de todo siempre es un hombre,
la raíz de un hombre siempre es la mujer,
la mujer y el hombre agotada raíz del todo
pero aun así esto de amar con prédica
no va con tu nombre, ni con el mío. 

Corazón:
La palabra es el artificio y el yugo de todo poeta.


No hay comentarios:

Publicar un comentario