"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
lunes, 4 de marzo de 2019
LOUIS ELISABETH GLÜCK
Amor bajo la luz de la luna
A veces
un hombre o una mujer imponen su desesperación
a otra persona, a eso lo llaman
alternativamente desnudar el corazón, o desnudar el alma.
(Lo que significa que para entonces adquirieron una.)
Afuera, la tarde de verano, todo un mundo
arrojado a la luna: grupos de formas plateadas
que podrían ser árboles o edificios, el angosto jardín
donde el gato se esconde para revolcarse en el polvo,
la rosa, la coreopsis y, en la oscuridad, la cúpula dorada del capitolio
transformada en aleación de luz de luna,
forma sin detalle, el mito, el arquetipo, el alma
llena de ese fuego que en realidad es luz de luna,
tomada de otra fuente, y brilla
unos instantes, como brilla la luna: piedra o no,
la luna sigue estando más que viva.
a otra persona, a eso lo llaman
alternativamente desnudar el corazón, o desnudar el alma.
(Lo que significa que para entonces adquirieron una.)
Afuera, la tarde de verano, todo un mundo
arrojado a la luna: grupos de formas plateadas
que podrían ser árboles o edificios, el angosto jardín
donde el gato se esconde para revolcarse en el polvo,
la rosa, la coreopsis y, en la oscuridad, la cúpula dorada del capitolio
transformada en aleación de luz de luna,
forma sin detalle, el mito, el arquetipo, el alma
llena de ese fuego que en realidad es luz de luna,
tomada de otra fuente, y brilla
unos instantes, como brilla la luna: piedra o no,
la luna sigue estando más que viva.
De: "Iris salvaje"
Versión de Eduardo Chirinos
Versión de Eduardo Chirinos
TÉOPHILE GAUTIER
A una joven italiana
Aquel mes de febrero tiritaba en su albura
de la escarcha y la nieve; azotaba la lluvia
con sus rachas el ángulo de los negros tejados;
tú decías: ¡Dios mío! ¿Cuándo voy a poder
encontrar en los bosques las violetas que quiero?
Nuestro cielo es llorón, en las tierras de Francia
la estación es friolera como si aún fuera invierno,
y se sienta a la lumbre; París vive entre fango
cuando en tan bellos meses ya Florencia desgrana
sus tesoros que adorna un esmalte de hierba.
Mira, el árbol negruzco su esqueleto perfila;
se engañó tu alma cálida con su dulce calor;
no hay violetas excepto en tus ojos azules,
y no hay más primavera que tu rostro encendido.
Aquel mes de febrero tiritaba en su albura
de la escarcha y la nieve; azotaba la lluvia
con sus rachas el ángulo de los negros tejados;
tú decías: ¡Dios mío! ¿Cuándo voy a poder
encontrar en los bosques las violetas que quiero?
Nuestro cielo es llorón, en las tierras de Francia
la estación es friolera como si aún fuera invierno,
y se sienta a la lumbre; París vive entre fango
cuando en tan bellos meses ya Florencia desgrana
sus tesoros que adorna un esmalte de hierba.
Mira, el árbol negruzco su esqueleto perfila;
se engañó tu alma cálida con su dulce calor;
no hay violetas excepto en tus ojos azules,
y no hay más primavera que tu rostro encendido.
Versión de Carlos Pujol
NICOLÁS FERNÁNDEZ DE MORATÍN
El gallo y el zorro
Un gallo muy maduro,
de edad provecta, duros espolones,
pacífico y seguro,
sobre un árbol oía las razones
de un zorro muy cortés y muy atento,
más elocuente cuanto más hambriento.
«Hermano», le decía,
«ya cesó entre nosotros una guerra
que cruel repartía
sangre y plumas al viento y a la tierra.
Baja; daré, para perpetuo sello,
mis amorosos brazos a tu cuello.»
«Amigo de mi alma»,
responde el gallo, «¡qué placer inmenso
en deliciosa calma
deja esta vez mi espíritu suspenso!
Allá bajo, allá voy tierno y ansioso
a gozar en tu seno mi reposo.
«Pero aguarda un instante,
porque vienen, ligeros como el viento,
y ya están adelante,
dos correos que llegan al momento,
de esta noticia portadores fieles,
y son, según la traza, dos lebreles.»
dijo el zorro, «que estoy muy ocupado;
luego hablaré contigo
para finalizar este tratado.»
El gallo se quedó lleno de gloria,
cantando en esta letra su victoria:
Siempre trabaja en su daño
el astuto engañador;
a un engaño hay otro engaño,
a un pícaro otro mayor.
Un gallo muy maduro,
de edad provecta, duros espolones,
pacífico y seguro,
sobre un árbol oía las razones
de un zorro muy cortés y muy atento,
más elocuente cuanto más hambriento.
«Hermano», le decía,
«ya cesó entre nosotros una guerra
que cruel repartía
sangre y plumas al viento y a la tierra.
Baja; daré, para perpetuo sello,
mis amorosos brazos a tu cuello.»
«Amigo de mi alma»,
responde el gallo, «¡qué placer inmenso
en deliciosa calma
deja esta vez mi espíritu suspenso!
Allá bajo, allá voy tierno y ansioso
a gozar en tu seno mi reposo.
«Pero aguarda un instante,
porque vienen, ligeros como el viento,
y ya están adelante,
dos correos que llegan al momento,
de esta noticia portadores fieles,
y son, según la traza, dos lebreles.»
dijo el zorro, «que estoy muy ocupado;
luego hablaré contigo
para finalizar este tratado.»
El gallo se quedó lleno de gloria,
cantando en esta letra su victoria:
Siempre trabaja en su daño
el astuto engañador;
a un engaño hay otro engaño,
a un pícaro otro mayor.
TRISTAN TZARA
Elegía para la
llegada del invierno
Amada, (escucha) se quejan los chopos porque te estás yendo
y yo pienso: que no tengas frío
Abrígate bien, llévate libros para leer
(Encontrarás una noche una azucena marchita)
Sé cómo será; (comedia) me llevaré un pañuelo limpio
para llorarme todo el dolor -y para toser por resfriado
Después la extenderé al viento cuando estés lejos -pensamiento honrado
y pensaré en el tiempo de otrora buscando en la calle otra muchacha
Piénsatelo; allá tal vez nadie te esperará
y llorarás, tendrás remordimientos, la vida es triste es triste
Recordarás siempre el ondear del pañuelo
que desatará un viento cruel sobre tu jardín
vaciando los senderos, desarraigando el pensamiento casero
Escucha mis consejos cuerdos
Quédate junto a la mesa callada y sigue cosiendo
No has acabado aún el vestido de seda
Escucha mis consejos cuerdos.
Amada, llega el invierno y tú estás yéndote
y el caballo viejo y podrido en el jardín
ya no tiene crines ni orejas; yo espero la luna llena
para cabalgar sobre él y correr detrás de ti, luz (Entiendes...)
Amada, (escucha) se quejan los chopos porque te estás yendo
y yo pienso: que no tengas frío
Abrígate bien, llévate libros para leer
(Encontrarás una noche una azucena marchita)
Sé cómo será; (comedia) me llevaré un pañuelo limpio
para llorarme todo el dolor -y para toser por resfriado
Después la extenderé al viento cuando estés lejos -pensamiento honrado
y pensaré en el tiempo de otrora buscando en la calle otra muchacha
Piénsatelo; allá tal vez nadie te esperará
y llorarás, tendrás remordimientos, la vida es triste es triste
Recordarás siempre el ondear del pañuelo
que desatará un viento cruel sobre tu jardín
vaciando los senderos, desarraigando el pensamiento casero
Escucha mis consejos cuerdos
Quédate junto a la mesa callada y sigue cosiendo
No has acabado aún el vestido de seda
Escucha mis consejos cuerdos.
Amada, llega el invierno y tú estás yéndote
y el caballo viejo y podrido en el jardín
ya no tiene crines ni orejas; yo espero la luna llena
para cabalgar sobre él y correr detrás de ti, luz (Entiendes...)
Versión de Darie Novácenau
ARLETTE LUÉVANO
Me
volví tan pequeña con tu muerte
que
fácilmente podría resbalar
entre
los granos de tierra que sujetan la tumba
Pasaría
junto a
ti
un instante
e iría
cayendo
sin prisa
hasta
el otro lado del mundo
FÉLIX MARÍA SAMANIEGO
1. El asno y el cochino
A los caballeros alumnos
del Real
Seminario Patriótico Vascongado
Oh
jóvenes amables,
que en
vuestros tiernos años
al
templo de Minerva
dirigís
vuestros pasos,
seguid,
seguid la senda
en que
marcháis, guiados,
a la
luz de las ciencias,
por
profesores sabios.
aunque
el camino sea,
ya
difícil, ya largo,
lo
allana y facilita
el
tiempo y el trabajo.
Rompiendo
el duro suelo,
con la
esteva agobiado,
el
labrador sus bueyes
guía
con paso tardo;
mas al
fin llega a verse,
en
medio del verano,
de
doradas espigas,
como
Ceres, rodeado.
A
mayores tareas,
a más
graves cuidados
es
mayor y más dulce
el
premio y el descanso.
Tras
penosas fatigas,
la
labradora mano
¡con
qué gusto recoge
los
racimos de Baco!
Ea,
jóvenes, ea,
seguid,
seguid marchando
al
templo de Minerva,
a
recibir el lauro.
mas yo
sé, caballeros,
que un
joven entre tantos
responderá
a mis voces:
no
puedo, que me canso.
Descansa
enhorabuena;
¿digo
yo lo contrario?
Tan
lejos estoy de eso,
que en
estos versos trato
de
daros un asunto
que
instruya deleitando,
los
perros y los lobos,
los
ratones y gatos,
las
zorras y las monas,
los
ciervos y caballos
os han
de hablar en verso,
pero
con juicio tanto,
que sus
máximas sean
los
consejos más sanos.
deleitaos
en ello,
y con
este descanso,
a las
serias tareas
volved
más alentados.
Ea,
jóvenes, ea.
Seguid,
seguid marchando
al
templo de Minerva,
a
recibir el lauro.
pero
¡qué! ¿os detiene
el ocio
y el regalo?
Pues
escuchad a Esopo,
mis
jóvenes amados:
Envidiando
la suerte del Cochinos,
un Asno
maldecía su destino.
«Yo,
decía, trabajo y como paja;
él come
harina, berza, y no trabaja:
a mí me
dan de palos cada día;
a él le
rascan y halagan a porfia.»
Así se
lamentaba de su suerte;
pero
luego que advierte
que a
la pocilga alguna gente avanza
en
guisa de matanza,
armada
de cuchillo y de caldera,
y que
con maña fiera
dan al
gordo Cochino fin sangriento,
dijo
entre sí el jumento:
«si en
esto para el ocio y los regalos,
al
trabajo me atengo y a los palos.»
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