"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
miércoles, 19 de mayo de 2021
CLEMENTINA ARDERIU
Canción
de la hermosa confianza
A mi
amado entregué
todas las llaves;
tengo a cambio las suyas,
y hechas las paces.
Pero
queda una estancia,
en lo profundo,
donde entrar no podríamos
ni unos segundos.
¡Tantas
fuerzas ocultas
y pensamientos,
libres a todas horas
hay allí dentro!
En
vano intentaría
fisgar un poco:
una piedra no haría
tanto alboroto.
Bástenos
una sombra,
leve rumor.
Y que él lleve sus cuentas
como hago yo.
MERCEDES ESCOLANO
Un
tigre
Pienso
en un tigre. Bajará a la ciudad
a la hora en que abren los bares
y se expande un intenso perfume
humano. Anochece. Sediento
se acodará en la barra y beberá
unas copas con los ojos prendados
del brillo siniestro y metálico,
dúctil su lengua, aromado el local
con un vaivén continuo de clientes.
De fondo un blues elástico y el rugir
endiablado de las máquinas tragaperras.
Observa en silencio y remoja sus fauces.
Le
delata la garra que esconde su camisa.
Nadie diría —por su aspecto—
que es un cruel asesino de la selva,
sino un hombre sin prisas, indolente,
incapaz de inventarse otra rutina.
Cada viernes, tierno y solitario,
cometerá un crimen sin más rastro
que un poema olvidado sobre la barra.
NAHUI OLLIN
El
poder de los imbéciles
El oro es el perverso auxiliar que da poder a
los imbéciles, a los gobiernos, a los explotadores de sentimientos humanos o
poderes religiosos y desnudan de bienes materiales y espirituales a los pobres
que despojan de ese metal que tan fácilmente se escapa de nuestras manos tan
sólo para nuestra manutención vital. Nacemos por una causa tan natural como las
plantas que viven de oxígeno, de jugos de la tierra y somos máquinas del oro
que nos permite vivir según lo que poseamos, y somos superiores a las plantas y
a los insectos, con necesidades inferiores a ellos, creadas por nuestras
ambiciones, y somos pobres porque nos han hecho pobres los que nos despojan de
bienes materiales, de bienes espirituales, y el oro es el poder de los
imbéciles que venden a los pobres aire, luz, pan o yerbas a precios locos,
impuestos por sus pervertidas ambiciones de poderes imbéciles.–
ROSARIO SANSORES
Del
pecado de amarte
Del
pecado de amarte no estoy arrepentida,
aunque un oscuro abismo nos separe a los dos,
en tanto que risueña te doy mi despedida,
mis ojos se iluminan para decirte adiós.
No nos debemos nada. Tú me diste tu boca
limpia como el agua fresca del manantial;
y te enlacé en mis brazos, amorosa y sensual,
y apagué en la cisterna mi sed ardiente y loca.
Peregrinos errantes, nuestra ruta seguimos.
Si dos sendas opuestas al azar elegimos,
¿por qué nos rebelamos con violenta actitud?
JESÚS AGUADO
Algo
dice de mí
Algo
dice de mí
la labor del orfebre,
el arcoiris doble, los anzuelos,
las diecisiete formas que tiene el esquimal de nombrar
a la nieve y el tibetano a la conciencia,
los pechos comparados con cúpulas o cántaros,
la barra de los bares, las películas,
los cables de la luz parcelando el paisaje,
las etimologías inventadas,
la tala de las selvas, las bombas nucleares,
la estupidez, el odio, la mentira,
el mal gusto, el dolor, las equivocaciones,
las hambrunas, las guerras,
el asombro, el camino, la retama,
la piedad, la emoción, la fiebre de un bebé,
el aguardiente, el sol, la desmemoria,
los delfines, el saxo.
(Algo
dice de mí cada ser, cada cosa
que ocurre, todo dice
un aspecto de mí
y lo señala,
y quiere despertarlo y que yo aprenda
a llegar hasta el nido donde incuba sus ojos,
y me invita a probarme
esos ojos,
a mirar de otro modo lo que soy.)
Algo
dice de mí
el ruido, el brutal ruido
que hace casi imposible escuchar lo que dicen
de mí las cataratas o el silencio.
NIEVES XENES
Día
de primavera
De
la arboleda hojosa en la espesura,
blando suspira el viento entre el ramaje,
y los pájaros lucen su plumaje
cantando sus endechas de ternura.
Su
monólogo eterno el mar murmura
balanceándose en lánguido oleaje,
y tiende de su espuma el blanco encaje
de sus orillas en la roca oscura.
Las
flores se abren frescas y rientes
derramando su esencia embriagadora,
la nube, de matices relucientes
en
el azul del cielo se colora;
y magnífico el sol lanza a torrentes
los rayos de su luz deslumbradora.