martes, 31 de julio de 2012


DOUGLAS BOHÓRQUEZ.





Césped



Nada como tus senos
para morir allí
echado
como un caballo
plácido
en el césped de la noche



RENATO LEDUC





Inútil divagación sobre el retorno



Más adoradas cuanto más nos hieren
van rodando las horas,
van rodando las horas porque quieren.

Yo vivo de lo poco que aún me queda de usted,
su perfume, su acento,
una lágrima suya que mitigó mi sed.

El oro del presente cambié por el de ayer
la espuma… el humo… el viento...
Angustia de las cosas que son para no ser.

Vivo de una sonrisa que usted no supo cuándo
me donó: Vivo de su presencia
que ya se va borrando.

Ahora tiendo los brazos al invisible azar;
ahora buscan mis ojos con áspera vehemencia
un prófugo contorno que nunca he de alcanzar.

Su perfume, su acento,
una lágrima suya que mitigó mi sed.
¡Oh, si el humo fincara, si retornara el viento,
si usted, una vez más, volviera a ser usted!

EMILIO PRADOS





Me pierdo en mi soledad



Me pierdo en mi soledad
y en ella misma me encuentro,
que estoy tan preso en mí mismo
como en la fruta el hueso.

Si miro dentro de mí,
lo que busco veo tan lejos,
que por temor a no hallarlo
más en mí mismo me encierro.

Así, por dentro y por fuera
se equilibra mi destierro:
dentro de mí por temor,
fuera, por falta de miedo.

Y entre mis dos soledades,
igual que un fantasma hueco,
vivo el límite de sangre
sombra y fiel de mis deseos.

Bien sé yo que en la balanza
que pesa mi sentimiento,
al platillo del temor
es al que yo más me aprieto.

Pero lo que busco en él
de tal manera lo anhelo,
que sólo quiero alcanzarlo
cuando esté libre del cuerpo.

Hoy mi soledad me basta,
que en ella sé lo que espero,
lo que por ella he perdido
y lo que con ella tengo.

SERGIO GARCÍA






Mi madre
              
                       Para Eva Margarita

Árbol
de raíz profunda,
largo tallo,
verde fronda.

Árbol,
que da sombra.

GABRIEL ZAID






Práctica mortal



Subir los remos y dejarse
llevar con los ojos cerrados.
Abrir los ojos y encontrarse
vivo: se repitió el milagro.
Anda, levántate y olvida
esta ribera misteriosa
donde has desembarcado.

lunes, 30 de julio de 2012


CARMEN GONZÁLEZ HUGUET




  


Tierra
 ...no se alcanza
  a volver con los remos y la vela
  al puerto en que dejamos la esperanza.
  Miguel Ángel Asturias



3.

La belleza te anida en la cintura,
en la bondad azul en que navego:
cosecha permanente donde siego
los frutos de la voz y su ventura.

Derramas con largueza tu hermosura
y en la pupila tanta luz trasiego,
que siento arder en mí tu puro fuego
y en la noche brillar tu quemadura.

Estás en mí, como agua de la fuente,
como la sed al fondo del estío
que calme su anhelar en la corriente;

y estás en cada estrella con que guío
el viaje que me lleve hasta tu frente
y a la profundidad del hondo frío.

De "Tierra habitada":

MÍA GALLEGOS





De  «Los reductos del sol»



III

Me aferro al cuerpo
como único reducto permitido.

Carezco de sitios de ternuras y llantos.
De nuevo palpo la llama del pájaro quebrado.
Busco abrigo en lana.

He puesto mis pies debajo de las aguas
y por la presión
de mis párpados callados
sé que no soy ni siquiera una isla.

SERGIO GARCÍA





Que sentirá….


Que sentirá el toro
la tarde del domingo,
cuando cree concluida la faena
y ve salir de los burladeros
al banderillero.

Que sentirá él naufrago
al descubrir
que en la minúscula isla
no hay palmeras

No me preguntes que siento
cuando te enfadas y te ausentas


DULCE MARÍA LOYNAZ





Poema XVII



Hay algo muy sutil y muy hondo
En volverse a mirar el camino andado.
El camino en donde, sin dejar huella,
Se dejó la vida entera.


JOSÉ HIERRO





La Rosa


Como la rosa: nunca
Te empañe un pensamiento.
No es para ti la vida
Que te nace de dentro.
Hermosura que tenga
Su ayer en su momento.
Que en sólo tu apariencia
Se guarde tu secreto.
Pasados no te brinden
Su inquietante misterio.
Recuerdos no te nublen
El cristal de tus sueños.

Cómo puede ser bella
Flor que tiene recuerdos.

domingo, 29 de julio de 2012


SERGIO GARCÍA




Un Horizonte…



Un horizonte de certezas derrumbadas
Están hoy como cantaros rotos a nuestros pies,
Certezas que tuvieron la presencia de lo eterno,
Como sí la conmemoración ritual
Evitara la fuga perenne del momento

Habría que vencer el miedo,
apaciguar la ira
Poner en claro el desconcierto

¿Podemos afirmar hoy,
convencidos
que la historia es previsible?

Tristezas que no esperábamos
Se convirtieron en parte del paisaje cotidiano

Desde Entonces
Nos acostumbramos
a vivir solos en esta isla
Poblada de desamor

Otros,
todavía no descubre que se mienten
Pero pronto verán que la arena
Se diluye también bajo sus pies



JAIME GARCÍA TERRÉS




Conjuro



De tu mirada llena las bienaventuranzas
aguardamos, rotundo sol de mayo:
Aquellos cuerpos en la calle
solos están. Huye la pena misma
de su lado. Catástrofes y fiebres
asédianlos ajenas a distancia.
Y les niega raíces la tierra que su sombra hiere.

No permitas que rueden abolidos
como fardos mostrencos a los pies de la vida.

Roce tu llama todo resto feraz,
y suenen sus injurias y su gozo reviente;
una brava pasión en la morada
los acompañe y abra las ventanas mustias
a la contigua tempestad, diluvio de linajes.

Tu corazón invade limbos, sol numeroso y único;
ara piedras inánimes con furibunda primavera:
Déjalo desgranarse
sobre la carne de los débiles.

MÍA GALLEGOS




Coreografía



                                        Para mí amigo Carlos Cortés

En fin
que no he vivido nada.
No sé qué cosa es una guerra
y tengo como prisión al cuerpo
y alma como campo de batalla.

Me debato entre la duda
de reflexionar o fluir;
esto es situarse en el palco de los espectadores,
o estar
en cada íntimo instante del milagro.

Vivo de pedacitos,
pero aspiro a la totalidad,
es decir a Mozart y al poema que me redima
y me revele los espacios absolutos
y la nada.

Percibo de mí
los sitios más secretos:
la culpa,
una tercera conciencia de las cosas,
la dualidad del pensamiento,
la ira pequeña
por lo que ya ocurrió.
Pero he vivido poco. Treinta años.
Dos amores de piel
y un querer abandonar
esta espera que me señala la vida.

Anhelo la anarquía,
el más tierno desorden del amor,
la cábala
los relojes de arena y una habitación sencilla.

Quiero tener un destino trazado de antemano,
encontrarme con Dios
y los abismos
y no tener conciencia de la llama.
Ser la llama misma y la aventura.

Pero vengo de soledades últimas,
de conversaciones que nunca concluyeron,
de espejos que me miraron desde la infancia hasta ahora,
de abandonados armarios de caoba que fueron
de tías o de abuelas remotísimas.

Cuán poco he vivido.
No conozco la guerra. Y tampoco la paz.
Me duele la orfandad,
el desarraigo,
el sentirme extranjera en cualquier sitio,
el no pertenecer
a una familia o a una patria.

No puedo narrar una batalla;
ni hablar del hambre y de la peste,
ni escribir la canción de algún soldado herido,
ni hablar de mujer violada,
ni decir cómo es un cementerio después de una llovizna.

Pero anhelo decir en el poema
que la vida me conmueve,
que respiro mejor cuando me entrego,
que necesito amar de la manera más simple y primitiva.
Me gusta la paz y la defiendo
y la guerra cuando es justa,
y el sabor de las mandarinas cuando llega el verano,
que me gusta ser una y arraigarme en el cosmos,
y sentir que mi vida palpita al mismo tiempo que la vida,
aunque no haya vivido,
aunque mi hambre sea de infinito,
aunque no sepa expresar
que por alguna razón precisa estoy aquí,
a punto de vencer,
a punto de morir,
de vivir.

JOSÉ HIERRO



Las nubes



Inútilmente interrogas.
Tus ojos miran al cielo.
Buscas detrás de las nubes,
Huellas que se llevó el viento.

Buscas las manos calientes,
Los rostros de los que fueron,
El círculo donde yerran
Tocando sus instrumentos.

Nubes que eran ritmo, canto
Sin final y sin comienzo,
Campanas de espumas pálidas
Volteando su secreto,

Palmas de mármol, criaturas
Girando al compás del tiempo,
Imitándole la vida
Su perpetuo movimiento.

Inútilmente interrogas
Desde tus párpados ciegos.
¿Qué haces mirando a las nubes,
José Hierro?

DULCE MARÍA LOYNAZ




La mujer de humo



Hombre que me besas,
Hay humo en tus labios.
Hombre que me ciñes,
Viento hay en tus brazos.

Cerraste el camino,
Yo seguí de largo;
Alzaste una torre,
Yo seguí cantando.

Cavaste la tierra,
Yo pasé despacio.
Levantaste un muro
¡Yo me fui volando!

Tú tienes la flecha:
Yo tengo el espacio;
Tu mano es de acero
Y mi pie es de raso.

Mano que sujeta,
Pie que escapa blando.
¡Flecha que se tira!
El espacio es ancho.

Soy lo que no queda
Ni vuelve. Soy algo
Que disuelto en todo
No está en ningún lado.

Me pierdo en lo oscuro,
Me pierdo en lo claro,
En cada minuto
Que pasa... en tus manos.

Humo que se crece,
Humo fino y largo,
Crecido y ya roto
Sobre un cielo pálido.

Hombre que me besas,
Tu beso es en vano.
Hombre que me ciñes:
¡Nada hay en tus brazos!

sábado, 28 de julio de 2012


ELVIO ROMERO





Así es ella, me dije



Así es ella, me dije; es la alegría
Remota y honda que de pronto llega
A despejar el nudo que se debe
Desanudar en la penumbra inquieta.

Noche y albor, me dije,
Todo llegó a mi corazón por ella;
Llegó el sabor oculto del deseo,
El presagio de ardor que en mí resuena.

Es mi cuerpo, me dije,
Reconociendo su esplendor en ella,
El bosque entero de mi sangre, el pulso
Y el latido secreto de su fuerza.

La imagen que conservo
De las verdes raíces de mi tierra;
Ella es el tiempo mío, el del verano
En el regazo inmóvil de la siesta.

Así mismo, me dije,
Es su fulgor herido en la belleza,
Ella es el largo trecho recorrido
Surtiéndose de entraña y sementera.

Ella es así, me dije,
Callado abrigo que abrigó mis huellas,
El justo sueño que escogí en la lucha,
La libertad por la que canto es ella.

JOSE PEDRONI






Quinta Luna



Con ojos que te sieguen huidiza,
Soy el azor de tus benditos senos:
Palomas que arrullando inflan el buche,
Vasos que crecen a un divino fuego.

Y en verdad que tu vientre primerizo,
Ni blanco ni moreno,
Calladamente se deforma en cántaro
A la presión continua del misterio.

Ah, si me fuera dado referirte
Lo inexplicable que en el alma siento,
Y hacer de modo que tu angustia santa
Se te vuelva alegría todo el tiempo.

Mujer, en el secreto de tu carne
Es mi destino el que se está cumpliendo;
Y por eso sonrío a tu sonrisa
Y sufro sin querer tu sufrimiento.

Y soy como un pastor ante su tierra
-Que mi tierra es tu cuerpo-;
Pastor que canta o que en la plaga llora
Con los brazos abiertos.

Ah, poco a poco, como un niño triste,
De extraño mal me moriré en silencio,
Si lo que llevas, que es mi propia viña,
Te lo destruye el viento.

JOSÉ HIERRO






Segundo amor



I. Génesis

En el principio era el amor.
Cuando el alba buscaba un dueño.
Cuando todas las criaturas
Llevaban sus cuerpos desiertos.

En el principio era el amor.
En todo tenía su reino.
La noche entera era el latido
De tan hondo enamoramiento.

El amor y las almas, juntos
Fueron creando el universo.
Las almas fueron su metal.
El amor su mágico fuego.

En el principio era el amor.
Los cuerpos estaban desiertos,
Y cada cuerpo buscó un alma
Que lo tuviera prisionero.

Para el cuerpo, recién nacido
De la noche, todo fue nuevo.
Ignoró, por no entristecerse,
Que el alma tenía recuerdos.

En el principio era el amor.


II

Alguna vez un alma halló
El alma que la completaba.
Cuando los cuerpos se tuvieron,
Olvidaron que había alma.

No llegaron a lo que dura,
Y gozaron de lo que pasa.
Luego se fueron, dividieron
El caudal de su única agua.

III

En el principio era el amor.
Sin el amor nada existía.
El alma que una vez amó,
Nunca jamás se apagaría.

Volver a amar era intentar
Tornar al punto de partida,
Apresar humo, tocar cielos,
Poseer la luz infinita.

Volver a amar era querer
Revivir las flores marchitas.
Era escuchar la voz del alma
Que llamaba al alma perdida.

Volver a amar era llorar
Por la dicha desvanecida.
Era encontrar con quién partir
El pan y el vino de otros días.

Pero -de sobra lo sabemos-
Sólo una vez se ama en la vida.
Volver a amar es evocar
El amor que colmó la dicha.

Es, sin querer, hacer sufrir.
Sentir la rueda detenida.
Que si el espejo sufre es porque
La vieja imagen está viva.

En el principio era el amor.

DULCE MARÍA LOYNAZ






Hueles a rosa



Hueles a rosa y se te abre en rosa
Toda el alma rosada:
¿De qué rosal celeste desprendida
Viniste a rozar, rosa, mi alma?
Rosa, lento rosario de perfumes.
Rosa tú eres. Y una rosa larga
Que durará mañana y después de
Mañana.

ROSARIO CASTELLANOS






Destino



Matamos lo que amamos. Lo demás
No ha estado vivo nunca.
Ninguno está tan cerca. A ningún otro hiere
Un olvido, una ausencia, a veces menos.
Matamos lo que amamos. ¡Que cese esta asfixia
De respirar con un pulmón ajeno!
El aire no es bastante
Para los dos. Y no basta la tierra
Para los cuerpos juntos
Y la ración de la esperanza es poca
Y el dolor no se puede compartir.

El hombre es anima de soledades,
Ciervo con una flecha en el ijar
Que huye y se desangra.

Ah, pero el odio, su fijeza insomne
De pupilas de vidrio; su actitud
Que es a la vez reposo y amenaza.

El ciervo va a beber y en el agua aparece
El reflejo del tigre.

El ciervo bebe el agua y la imagen. Se vuelve
-Antes que lo devoren- (cómplice, fascinado)
Igual a su enemigo.

Damos la vida sólo a lo que odiamos.

viernes, 27 de julio de 2012


FEDERICO GARCÍA LORCA






Apunte para una oda



Desnuda soledad sin gesto ni palabra,
transparente en el huerto y untuosa por el monte;
soledad silenciosa sin olor ni veleta
que pesa en los remansos, siempre dormida y sola.
Soledad de lo alto, toda frente y luceros,
como una gran cabeza cortada y palidísima;
redonda soledad que nos deja en las manos
unos lirios suaves de pensativa escarcha.

En la curva del río te esperé largas horas,
limpio ya de arabescos y de ritmos fugaces.
Tu jardín de violetas nacía sobre el viento
y allí temblabas sola, queriéndote a ti misma.

Yo te he visto cortar el limón de la tarde
para teñir tus manos dormidas de amarillo,
y en momentos de dulce música de mi vida
te he visto en los rincones enlutada y pequeña,
pero lejana siempre, vieja y recién nacida.
Inmensa giraluna de fósforo y de plata,
pero lejana siempre, tendida, inaccesible
a la flauta que anhela clavar tu carne oscura.

Mi alma como una yedra de luz verde y escarcha
por el muro del día sube lenta a buscarte;
caracoles de plata las estrellas me envuelven,
pero nunca mis dedos hallarán tu perfume. (....)

JOAN BROSSA





España



No existe la censura:
lo que existe es un Servicio de Información Bibliográfica
para evitar posibles perjuicios económicos a los editores.

No hay gente que se muere de hambre:
hay personas que sufren insuficiencias tróficas
debidas a insuficiencias alimentarias.

No hay lucha de clases:
hay tensiones sociales polarizadas en torno a desiguales
repartos de la Renta Nacional.

No hay oposición episcopal:
no se trata de quitar al obispo sino de modificar
las estructuras jerárquicas que no son conscientes
del compromiso con las líneas posconciliares.

No hay partidos políticos:
hay articulación de contrastes de opiniones.

No hay subida de precios:
hay revisión de tarifas.

No hay derecho de huelga:
hay una manera de exteriorizar el conflicto directo.

No hay epidemia de cólera:
hay brotes de diarreas estivales.

No se habla de amnistía,
sino de condena de sanciones.

Etcétera.

SILVINA OCAMPO






Quisiera ser tu predilecta almohada...



Quisiera ser tu predilecta almohada
donde de noche apoyas tus orejas
para ser tu secreto y ser las rejas
de tu sueño: dormida o desvelada

ser tu puerta, tu luz cuando te alejas,
alguien que no trató de ser amada.
Huir de la ansiedad que está en mis quejas,
poder a veces ser lo que soy, nada,

no tener nunca miedo de perderte
con variación y honda infidelidad,
jamás llegar por nada a concederte

la tediosa y vulgar fidelidad
de los abandonados que prefieren
morir por no sufrir, y que no mueren.


IRENE DUCH GARY






La vida, a veces



La vida, a veces
nos hace el milagro de repetirnos
en otra mirada,
en las manos que dibujan nuestro rostro
hecho de incienso
y de lumbre,
de relámpago certero
de claridades.

SERGIO GARCÍA






Tu victoria



Enarbola tus banderas invictas
Condecora de corazón púrpura a tus ejércitos
Engalana tu marcha triunfal con blancas rosas

Y dime
De que sirve la victoria
Los verdes laureles de la gloria
el limpio yelmo y la coraza

Aquí solo ha quedado
Sangre, sudor y lagrimas

Como Hirohito
Ante tanta agresión consumada
Abdicarte a ser el hijo del sol
Sin una lagrima

Sin embargo
No olvidemos que escribir la historia
es privilegio del que gana
y mis huestes ha perdido
desde el tercer canto del gallo en la mañana