jueves, 15 de octubre de 2020

JOSÉ MARÍA PARREÑO


 

 

Eres la espina...

 


 

Eres la espina

del espino en flor

del firmamento.

 

Te marchas para mí

y enhebras la mirada

de los muertos.

 

Por ser fugaz te afila

en espina

el poema.

 

Por caer y perderte

subrayando el silencio

te prefiero.

 

También caigo y me pierdo.

También alguien al verme

cree en su suerte.

Y también se equivoca.

 

CARLOS LOPEZ NARVAEZ

  


 

Almena

 

 

La tarde como valle macilento

y en ella tú la sonrosada nube;

bruma este amor calladamente sube

del claro río de mi pensamiento.

 

A tus manos desciende el firmamento

y de tus venas el color asume,

y se duermen la zarza y el perfume

de tu sonrisa al tenue movimiento.

 

¡Oh la clara dulzura de mirarte

callada sonreir, Dama cautiva,

impasible en su diáfano baluarte!

 

¡Oh la caricia inmóvil que furtiva

ondea como cándido estandarte

de tu esplendor sobre la almena viva.



 

LUIS ZALAMEA BORDA

  

 

 

En el comienzo

 



Eres el comienzo, la luz y la esperanza.

Antes de ti era la nada y no habían nacido las palomas.

Qué angustioso vacío el vivir sin saberte,

aunque mis ojos adivinaran tu mirada lánguida

y fueran construyendo mis manos tu presencia,

inventando mis sueños piel, risa y esencia de tus besos.

 

Sin ti andaba yo al garete, en un mar de borrasca,

cuán alejado de todo puerto conocido.

Y el mar también era la nada.

Tendrías que llegar a darle un día

el verdor de tus ojos, la sal de tus pupilas,

un hontanar de lágrimas,

y la suave madrépora que crece entre tus labios.

 

Sin ti mi voz no tenía forma y su eco faltaba,

era el lloro de un niño que se pierde.

Tú le entregaste acento y le fijaste rumbo.

Y entonces pude cantarte toda, con la voz que me diste.

 

Antes de ti, la nada, la pegajosa angustia, la voz muda.

Mas hoy comienza a respirar mi mundo,

nutrido con tu luz, fincado en la esperanza.

 

 

AUSIÁS MARCH

  


  

No tanto la clara fuente...

 



No tanto la clara fuente

desea ciervo herido,

como yo, vuestro rendido,

estaros siempre presente.

Al grande y dulce reposo

do está mi contentamiento,

por otra puente no siento

hallar otro paso, ni oso.

 

Tarde me llega aquel día,

para mí tan deseado,

muy caramente comprado

con dolor y pena mía.

 

Pero al fin, tarde o temprano,

que ha de venir estoy cierto,

si muerte el camino abierto

no lo cierra con su mano.

 

No puedo ser de esperanza

por ningún caso lanzado,

porque, señora, os he amado

según bienaventuranza.

 

Y de vos favorescido

contra mí cosa no siento,

si vuestro consentimiento

me otorga lo que le pido.

 

De grandes dolores siento

un monte delante puesto,

de mil estorbos que opuesto

se han a mi contentamiento.

 

De mí preguntaros nueva,

señora, tengo temor,

dudando que no hay amor

para mí puesta a la prueba.

 

Y de no sabello temo

vivir en mayor tormento

y estos dos males que siento

por cualquier lado me quemo.

 

No está a vos el contentaros

de cumplir lo que yo pido,

si bien queráis por partido

contra vos misma forzaros.

 

Amor, amor es aquel

que es fuerza que os aconseje

para que mi bien se deje

en vos cumplido y en él.

 

Cosa alguna os dé temor

de que rescibáis despecho,

mis pensamientos han hecho

la verdad de su color.

 

Que serviros habrá sido

en firmeza confirmados;

de tal suerte de criados

quiere ser amor servido.

 

Si mentira os paresciere

este lenguaje que oís,

o vos sin amor vivís

o no sabéis lo que quiere.

 

Muy mal puede reposar

quien siente aqueste tormento,

tan sólo en el movimiento

tendréis siguro lugar.

 

 

Versión de Francisco de Quevedo

 

 

FERNADO CHARRY LARA

  

 

 

Como la ola

 



Con llegada de espuma hasta la playa triste,

oscura ola de esplendor lunar extendido,

tú cruzas, tú cruzas

con remoto ardor despertando mi beso

en el mar delirante de la noche.

 

En fuga siempre, llena de reflejos,

reconstruyendo a solas lo amargo y lo distante,

o recostada un poco a la luz de los crepúsculos,

así mejor dibujo la melancolía de su retrato:

junto al piano, a la ventana

de irrespirables sueños, a la música de súbito callada,

esperando una voz que llega como el eco a las zonas

desiertas.

 

Nocturna entonces,

como la piel,

como lo profundo de los besos,

como la noche de los árboles,

como el amor sería junto a su cabellera.

 

Luego, sin sonido,

espuma silenciosa tras la sombra,

entre el rumor apagado de los pasos,

desnuda huyes, pálida ola,

no se te reconoce.

 

 

SAINT KABIR

 

 

 

16

 



Entre los polos de lo consciente y de lo inconsciente, el espíritu oscila.

Columpio donde están suspendidos todos los seres y todos los mundos y cuya oscilación nunca cesa.

A él se aferran millones de seres; en él se columpian la luna y el sol en su carrera. Transcurren millones de edades y el columpio sigue en su movimiento.

Todo oscila: el cielo y la tierra, y el aire y el agua, y el Señor mismo, ahí personificado. Y la visión de todo ello ha hecho de Kabir

el servidor de su Dios.