sábado, 12 de enero de 2019


JORGE DÁVILA VÁZQUEZ





6



La noche
a veces
un árbol
que crece
sin medida
en el abismo
de lo oscuro.


De: “Sólo la noche”





HERNÁN LAVÍN CERDA


  


Ya nadie los entiende



La poesía insoportablemente poética
y de muy buenas costumbres,
se ha vuelto cada vez más aburrida

y la otra no se entiende, ya nadie
los entiende, cada día se entiende menos, mucho
menos que menos, y ya nadie entiende nada de nada.

Si es verdad que la novela es al fin la poesía
de los tontos, como repite sabiamente Cayo Valerio Lavín Cerdus
sin saber con exactitud científica lo que dice o ya no dice, sin duda

que la poesía es al fin la novela de los tontos e hipócritas
que nacen, mueren y renacen de sus propias cenizas
donde a menudo no existe ni siquiera un pinche soplo.




CARLOS MANUEL VILLALOBOS





Acepciones infinitas



Toda oveja es un abrigo. Toda vaca es un vaso de leche. Todo perro es una alegría de colas columpiándose. Todo elefante es un presente de marfil para una sala. Fácil es definir a casi todos los seres de este zoológico llamado Tierra. Pero no es posible decir lo mismo del cóccido o la cochinilla.

Toda cochinilla es una goma de laca para barnices, es una tinta litográfica que avisa los avisos, es un aprestado de sombreros, un aeroplano, un disco fonográfico, un botón de muestra, una flor artificial.

Toda cochinilla es un linóleo, un tinte rojo para teñir los sueños comerciales de los colonos europeos en México y Centroamérica.

Todo cóccido es un dulce de taray cayendo en el desierto. Es un panadero al servicio de Moisés para que no mueran de hambre las ganas de una tierra prometida.

Todo cóccido es un cosmético, un medicamento, un colorante para refrescos, una goma de mascar entre los indígenas de California, una cera para bujías en el Extremo Oriente.

Todo cóccido es un acertijo de acepciones infinitas.

¿Quién tiznó su porvenir con inmundas
tintas y cochinas sustancias pegajosas?

¿Quién prohibió nombrar su hazaña
cuando hacía milagros de maná para Moisés?

¿Quién masticó sus huesos de chicle
y escupió su nombre en un rincón de la memoria?

¿Acaso fue esta criatura de alas tristes
la que pintó la sangre de Dios aquella
transfusión creadora, según las Escrituras?

¿Acaso fue este ser de ingredientes imposibles
el que pintó de ganas rojas la prohibida
manzana del Edén?

¿Acaso fue esta forma de amalgama viva
la que untó Noé en las mojadas esquinas de su delirio?

¿Quién echó a andar este mercado de mil
enjundias y mixturas ilimitadas?

¿Quién está usando sus huesos
para pintar la Coca Sangre de nuestra sed?

¿Quién está usando sus riñones diminutos
para teñir la bata comercial de Santa Claus,
o el babydoll de la Gran Puta, según el Apocalipsis?



KAREN VALLADARES





Patio




Tierra es lo que hay en mi patio.
No rosas, cartuchos
árboles frutales, niños.

Siembro amaneceres
atornillados en versos.
Siembro incertidumbre,
casas cerradas
donde nadie habitó jamás.

Muertos es lo que siembro,
muertos vivos
porque nunca los maté
ni los mataron,
ni duermen, quizás.

Mi patio no es como los demás.
Mi patio habla
y cuenta cada historia de sus raíces.

Siembro calles que la gente ha olvidado.
Siembro cielos,
otra vez cielos
y es que me abruma su secreto,
sus habitantes.
Y no precisamente pájaros
o nubes
o aviones.
o poemas.

Siembro un patio
en mi patio;
un patio cargado de ciudades,
de multitudes,
de sueños.
de mierda, inclusive.

Lo siembro
porque mi patio no tiene el valor
de callar sus propias cosas.
Entonces grita
y no grita patio,
grita palabras, nombres de hombres que mal vistieron de sexo.
Nombres de mujeres que me odiaron por celos.
Nombres de patrias a las que prometí visitar.
Nombres de tantas cosas incumplidas.

Donde yo vivía
habían patios pintados de silencios
para no contar sus vergüenzas y verdades
como el mío.


DANIEL TÉLLEZ





XI



En la arista de los labios floreo.
Danza el florecimiento por los ensayos en la trampa
por los párpados tatuados antes que diciembre expulse el azoro
antes que la risa violente las mejillas cárdenas
que el carbón –dices- turbe el cortejo la fiebre del escorpión
que los demiurgos conduzcan legiones de batracios a tu cama
que la golondrina acierte a entrar a la jaula que habita en medio de nosotros.


GIOVANNY GÓMEZ





Mas devolver la luz es entregar de sombra una triste mitad



Si el sueño está ligado al peso de la sangre
cada sueño  se embriaga del lado donde reposa
del origen donde fluye más lento el aire
Si me duermo de un lado
orillas del mar vienen hasta los ojos
y se calla  el viento húmedo
y están livianas las piedras
que vuelven insignificantes
tus pertenencias en el mundo
La visión  puede ser el mareo
una corriente en la que llevando tu vida
se deshacen estas ansias jóvenes de dormir en cualquier lado
porque la sensatez es un barco
que no atraca en ninguna parte