"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
domingo, 4 de febrero de 2018
MARÍA CLARA GONZÁLEZ
Huella
Esta noche visitaré tu sueño
entraré silenciosa
disfrazada de ola o de tormenta
de lluvia o de gaviota
Caminaré tu adentro y arribaré a tu playa
Cuando despiertes
recordarás a aquella
que compartió contigo
tus "Saudades"
Esta noche visitaré tu sueño
entraré silenciosa
disfrazada de ola o de tormenta
de lluvia o de gaviota
Caminaré tu adentro y arribaré a tu playa
Cuando despiertes
recordarás a aquella
que compartió contigo
tus "Saudades"
De: "Pasajeros del viento"
MARCO FONZ
El pensamiento feroz de algo pequeño
Cuando
éramos bellos e inmortales y las moscas y gusanos
estaban
lejos de nuestra nítida visión de niños sobre la tierra.
Cuando
ella era un vestido en donde colgar los sueños.
Cuando
era ese grano sorprendido en la tortuga que
/viaja por galaxias.
Cuando
nuestras manos eran ciegas y descarnadas
buscando
miel y llanto
nuestros
pies eran sombras lunares
mandadas
a lavar con diosas y termitas
nuestros
cuerpos eran el hueso
donde
se regocijaban el perro o la rata.
Éramos
todo eso y la tierra era joven y lejana.
Cuando
teníamos la inocencia estúpida bajo las axilas
y un
monstruo de dos cabezas dormía en la misma almohada.
Éramos
tú y yo terribles insectos devoradores de ideas, de silencios.
Cuando
como brillo de un pensamiento o relámpagos de sabia luz
existíamos
incómodos buscando preguntas dentro del sombrero,
dentro
del conejo, dentro del mago.
Cuando
éramos bellos e inmortales fuimos engañados,
entonces
yo, era un imbécil confiado, y tú, gentil y en silencio,
nos
dimos de amantes contra el suelo.
JORGE ROBLEDO ORTIZ
Canción sin luz
Cómo
duele la noche
cuando tu voz se curva
fría de indiferencia lo mismo que una hoz;
Cómo duele la vida
cuando alzas tus palabras
sin caridad ninguna contra mi corazón.
cuando tu voz se curva
fría de indiferencia lo mismo que una hoz;
Cómo duele la vida
cuando alzas tus palabras
sin caridad ninguna contra mi corazón.
Cómo
duelen tus ojos
cuando clavan su hastío
-desnuda hoja de acero- sobre mi adoración.
Cómo duele esta angustia
de saberte lejana
llevándote en la sangre como se lleva a Dios.
cuando clavan su hastío
-desnuda hoja de acero- sobre mi adoración.
Cómo duele esta angustia
de saberte lejana
llevándote en la sangre como se lleva a Dios.
Cómo
duelen tus labios
cuando muerden el aire
para romper los hilos sencillos del amor.
Cómo duele tu risa
cuando cruza insensible
los abismos sin fondo de mi nuevo dolor.
cuando muerden el aire
para romper los hilos sencillos del amor.
Cómo duele tu risa
cuando cruza insensible
los abismos sin fondo de mi nuevo dolor.
Cómo
duele tu pelo
cuando agita en el viento
la negación del trigo bajo el casco del sol.
Cómo duele el milagro
de tu nombre pequeño
cuando enciende nostalgias en mi inútil canción.
cuando agita en el viento
la negación del trigo bajo el casco del sol.
Cómo duele el milagro
de tu nombre pequeño
cuando enciende nostalgias en mi inútil canción.
Cómo
duelen tus brazos
-danzarines de nardo-
entre los bastidores de mi renunciación.
Cómo duelen tus manos
esas manos que un día
sobre lino bordaron mi callada ilusión.
-danzarines de nardo-
entre los bastidores de mi renunciación.
Cómo duelen tus manos
esas manos que un día
sobre lino bordaron mi callada ilusión.
Cómo
duele tu ausencia
tan alta de silencios
que empinándose, casi ya toca mi dolor.
Cómo duele la tarde
cuando al norte del canto
ya no alumbra el lucero que orientaba mi voz.
tan alta de silencios
que empinándose, casi ya toca mi dolor.
Cómo duele la tarde
cuando al norte del canto
ya no alumbra el lucero que orientaba mi voz.
Cómo
duele, pequeña,
esta espina clavada
en el sitio donde antes existió el corazón.
Cómo duele tu nombre,
cuando contra la mía
se cumple inexorable la voluntad de Dios.
esta espina clavada
en el sitio donde antes existió el corazón.
Cómo duele tu nombre,
cuando contra la mía
se cumple inexorable la voluntad de Dios.
ÁLVARO VALVERDE
La sombra fugitiva
Este viento tan cálido que recompone ahora
un verano tardío; la luz anaranjada
del cuarto y la penumbra
de los libros que aguardan
al lector del invierno.
Las breves y oscilantes líneas de sol
dispuestas, la desdichada espera
de quien cifró en la huida
la razón y el principio
y reconoce apenas que una ciudad le acecha
y ésta será la única.
Aquél que en la distancia quiso amar lo recóndito
y el tiempo le devuelve la certeza del sitio.
Aquél éste que ahora -ya decía-
se empeña, y recupera en vano
lo que nunca ha existido,
y en el viento que entra, cuando atardece, observa,
toma papel y escribe.
Yo mismo, el que contempla
el río entre las hojas, cierra la puerta y vuelve
a ocupar su costumbre.
Aquél al que le basta la sombra fugitiva,
el instante, esa efímera razón de permanencia.
De: "Una oculta razón"
Este viento tan cálido que recompone ahora
un verano tardío; la luz anaranjada
del cuarto y la penumbra
de los libros que aguardan
al lector del invierno.
Las breves y oscilantes líneas de sol
dispuestas, la desdichada espera
de quien cifró en la huida
la razón y el principio
y reconoce apenas que una ciudad le acecha
y ésta será la única.
Aquél que en la distancia quiso amar lo recóndito
y el tiempo le devuelve la certeza del sitio.
Aquél éste que ahora -ya decía-
se empeña, y recupera en vano
lo que nunca ha existido,
y en el viento que entra, cuando atardece, observa,
toma papel y escribe.
Yo mismo, el que contempla
el río entre las hojas, cierra la puerta y vuelve
a ocupar su costumbre.
Aquél al que le basta la sombra fugitiva,
el instante, esa efímera razón de permanencia.
De: "Una oculta razón"
MIJAIL LAMAS
De
aquellos que me vieron ya nadie me recuerda,
a veces
ni yo mismo alcanzo a recordarme.
Tal vez
algún verano quemó todas las fotos
y el
sol dejó cenizas en lugar de recuerdos.
De: “Contraverano”
PAUL CELAN
Fuga de la muerte
Negra leche del alba la bebemos al atardecer
la bebemos a mediodía y en la mañana y en la noche
bebemos y bebemos
cavamos una tumba en el aire no se yace estrechamente en él
Un hombre habita en la casa juega con las serpientes escribe
escribe al oscurecer en Alemania tus cabellos de oro Margarete
lo escribe y sale de la casa y brillan las estrellas silba a sus
mastines
silba a sus judíos hace cavar una tumba en la tierra
ordena tocad para la danza
Negra leche del alba te bebemos de noche
te bebemos en la mañana y al mediodía te bebemos al atardecer
bebemos y bebemos
Un hombre habita en la casa juega con las serpientes escribe
escribe al oscurecer en Alemania tus cabellos de oro Margarete
tus cabellos de ceniza Sulamita cavamos una tumba en el aire no
se yace estrechamente en él
Grita cavad unos la tierra más profunda y los otros cantad sonad
empuña el hierro en la cintura lo blande sus ojos son azules
cavad unos más hondo con las palas y los otros tocad para la
danza
Negra leche del alba te bebemos de noche
te bebemos al mediodía y la mañana y al atardecer
bebemos y bebemos
un hombre habita en la casa tus cabellos de oro Margarete
tus cabellos de ceniza Sulamita él juega con las serpientes
Grita sonad más dulcemente la muerte la muerte es un maestro
venido de Alemania
grita sonad con más tristeza sombríos violines y subiréis como
humo en el aire
y tendréis una tumba en las nubes no se yace estrechamente allí
Negra leche del alba te bebemos de noche
te bebemos a mediodía la muerte es un maestro venido de
Alemania
te bebemos en la tarde y la mañana bebemos y bebemos
la muerte es un maestro venido de Alemania sus ojos son azules
te hiere con una bala de plomo con precisión te hiere
un hombre habita en la casa tus cabellos de oro Margarete
azuza contra nosotros sus mastines nos sepulta en el aire
juega con las serpientes y sueña la muerte es un maestro venido
de Alemania
tus cabellos de oro Margarete
tus cabellos de ceniza Sulamita
Negra leche del alba la bebemos al atardecer
la bebemos a mediodía y en la mañana y en la noche
bebemos y bebemos
cavamos una tumba en el aire no se yace estrechamente en él
Un hombre habita en la casa juega con las serpientes escribe
escribe al oscurecer en Alemania tus cabellos de oro Margarete
lo escribe y sale de la casa y brillan las estrellas silba a sus
mastines
silba a sus judíos hace cavar una tumba en la tierra
ordena tocad para la danza
Negra leche del alba te bebemos de noche
te bebemos en la mañana y al mediodía te bebemos al atardecer
bebemos y bebemos
Un hombre habita en la casa juega con las serpientes escribe
escribe al oscurecer en Alemania tus cabellos de oro Margarete
tus cabellos de ceniza Sulamita cavamos una tumba en el aire no
se yace estrechamente en él
Grita cavad unos la tierra más profunda y los otros cantad sonad
empuña el hierro en la cintura lo blande sus ojos son azules
cavad unos más hondo con las palas y los otros tocad para la
danza
Negra leche del alba te bebemos de noche
te bebemos al mediodía y la mañana y al atardecer
bebemos y bebemos
un hombre habita en la casa tus cabellos de oro Margarete
tus cabellos de ceniza Sulamita él juega con las serpientes
Grita sonad más dulcemente la muerte la muerte es un maestro
venido de Alemania
grita sonad con más tristeza sombríos violines y subiréis como
humo en el aire
y tendréis una tumba en las nubes no se yace estrechamente allí
Negra leche del alba te bebemos de noche
te bebemos a mediodía la muerte es un maestro venido de
Alemania
te bebemos en la tarde y la mañana bebemos y bebemos
la muerte es un maestro venido de Alemania sus ojos son azules
te hiere con una bala de plomo con precisión te hiere
un hombre habita en la casa tus cabellos de oro Margarete
azuza contra nosotros sus mastines nos sepulta en el aire
juega con las serpientes y sueña la muerte es un maestro venido
de Alemania
tus cabellos de oro Margarete
tus cabellos de ceniza Sulamita
De: "Amapola y memoria"
Versión de José Ángel Valente
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