sábado, 27 de junio de 2020


CECÍLIA MEIRELES





Canción de otoño



Perdóname, hoja seca,
no puedo cuidar de ti.
Vine a amar en este mundo,
y hasta el amor perdí.
¿De qué sirvió tejer flores
en las arenas del suelo
si había gente durmiendo
sobre el propio corazón?
¡Y no pude levantarla!
Lloro por lo que no hice
y por esta flaqueza
es que soy triste e infeliz.
¡Perdóname, hoja seca!
Mis ojos sin fuerza están
velando y rogando por aquéllos
que no se levantarán.
Tú eres hoja de otoño
que vuela por el jardín.
Te dejo mi nostalgia
-la mejor parte de mí.
Y voy por este camino,
segura de lo inútil que es todo.
Que todo es menos que el viento,
menos que las hojas del suelo.



ZINAIDA GIPPIUS





Arañas



Estoy en este mundo en una celda,
baja y estrecha, y en cada una
de las esquinas hay cuatro
laboriosas arañas.
Son hábiles, gordas y sucias,
tejen, tejen y tejen…
No cesa su trabajo monótono
y horrible.
Hicieron de cuatro telarañas
una sola y enorme.
Miro como se mueven
en el polvo hediondo y sombrío.
Mis ojos yacen debajo de la telaraña,
gris, suave y pegajosa.
Están contentas con su bestial alegría,
las cuatro arañas gordas.


DULCE MARIA LOYNAZ





1



El beso que no te di
se me ha vuelto estrella dentro...
¡Quién lo pudiera tornar
-y en tu boca...- otra vez beso!


De: “Tiempo”



NATÁLIA CORREIA





El poema no es el canto…



El poema no es el canto
que del grillo hasta la rosa crece.
El poema es el grillo
es la rosa
y es aquello que crece.

Es pensamiento que excluye
una determinación
en la fuente donde él fluye
y en aquello que describe.

El poema es lo que en el hombre
más allá de sí se atreve.
Y los sucesos son piedras
que trasciende la poesía
en la ya lejana noción
de describirlas.

La misma noción es solo
nostalgia que se desvanece
en la poesía. Pura intención
de cantar lo que no conoce.


KAMALA SURAIYA






¿A qué me recuerda la boca ardiente…



¿A qué me recuerda la boca ardiente
Del sol, llameando en el cielo
De hoy? … ¡Oh! Sí, su
Boca, y… miembros como plantas
Pálidas y carnívoras estirándose
Hacia mí  y la triste mentira
De mi inagotable deseo. ¿Dónde está
El espacio, la excusa o incluso
La necesidad del amor? Porque, ¿no es cada
Abrazo algo completo, un
Rompecabezas acabado, cuando boca sobre
Boca miento, ignorando mi pobre y
Melancólico pensamiento, mientras el placer,
Con premeditada alegría,
Atruena ásperamente en el
Silencio de la habitación…? Al mediodía
Miro los cuervos flacos volando
Como peces con alas – y por la
Noche, desde detrás de la calle Burdwan,
Los portadores de muertos gritan, ¡Bol
Hari Bol!, extraño acompañamiento
Para noches sin luna. Mientras paseo
Insomne por la veranda un
Millón de preguntas surgen en
Mí, todas sobre él y
Esta sensación por la piel
Que no me atrevo todavía en
Su presencia a llamar nuestro amor.


LOUISE LABÉ





No me culpéis, Damas, si hube amado…



No me culpéis, Damas, si hube amado:
si arder en mí sentí uno y mil cirios,
mil trabajos dañinos, mil delirios:
si el tiempo yo perdí al haber llorado,
que no acabe mi nombre censurado.
Si débil fui, mis penas son presidios.
No agreguéis hiel a lo que son martirios:
sabed que Amor, aun no convocado,
sin que Vulcano vuestro ardor excuse,
sin que a un Adonis la belleza acuse,
a vos pudiera herir, enamoradas:
y más que a mí, con ocasión más leve,
y con pasión más fuerte y más aleve.
Guardaos de no ser más desdichadas.