lunes, 1 de abril de 2013

CARLOS MURCIANO






Donde el poeta juega ajedrez con su amada y cuenta cómo pierde la partida



Las blancas para ti -luego tú sales-
y para mí las negras. Lo sabía.
Palabra, amor, palabra que tenía
negras la consonantes y vocales.

Hay un poco de luna en los cristales
y otro poco de luna en mi alegría...
Volveré al juego amor... Me distraía
y no sentí tus tiros verticales.

Alfil que ataca, torre que se entrega.
Caballo blanco... ( ¿Whisky? ) ¡No te digo
que no está mi horno, amor, para el combate!

Reina que avanza, Rey que se doblega...
Y de pronto me miras -dudo, ¿sigo?-
recto hacia el corazón... Y jaque mate.


YOLANDA CASTAÑO





Deja que se alargue esta inquietud del ahora...



Deja que se alargue esta inquietud del ahora.
Que tarde, que tarde tanto
                                                        la patria de este
movimiento de la servidumbre del pan.

Yo me acaramelaba encerrada en una urna
pero no enlazaba nunca la miseria de una carencia.

Deja que mane
                                  una prisa lentísima

y que el deseo sea
                                 inmovilización de la urgencia.



JOSÉ MARÍA FONOLLOSA






25.



Qué tierno es el abrazo, el roce
de su piel, tan suavísima, en la mía.

Qué agradable es tener una mujer.

Y qué grato el cansancio placentero
que adormece la sangre dulcemente.

De "Destrucción de la mañana"

JUANA DE IBARBOUROU






La enredadera



Por el molino del huerto
asciende una enredadera.

El esqueleto de hierro
va a tener un chal de seda

ahora verde, azul más tarde
cuando llegue el mes de Enero

y se abran las campanillas
como puñados de cielo.

Alma mía: ¡quién pudiera
Vestirte de enredadera!


ESPERANZA ORTEGA





Es de los que la pierden...



Es de los que la pierden
la inocencia
sin saber
sin audacia

huecos
como refugios
de pájaros errantes
así quedan
petrificados por la mirada altiva

no atiende
la caricia sombría al abrazo ignorado
del inocente

sin fecha sin memoria

sordo el golpe rotundo
del pájaro caído

De "Mudanza"

ANTONIO MURCIANO





Antiguo amor



Hoy en la calle sola,
cayendo a plomo el sol en las veletas,
comprendí que la vida
a veces abre heridas que no cierra.

Venía de lo suyo.
Yo iba a lo mío por la misma acera.
Pero hacía tantos años,
tantos recuerdos que dejé de verla,
que fue verla y sentirme
como alfileres dentro de las venas,
como una mano que oprimiera el cuello
y me pusiera la saliva seca.

Fue subirme a la boca
una palabra tonta, una cualquiera,
fue hacer un gesto absurdo con la mano
mientras pasaba, amor antiguo, ella.

No fue buscarla. No.
No fue decirla, ni quererla.
Venía de lo suyo
y cruzó por lo mío, viva, muerta.