jueves, 30 de diciembre de 2021


 

LORENZO OLIVÁN

 


 

El humo del cigarrillo sale de él como oyendo una música.

RAQUEL CAMPOS

 

 

 

51.

 
 
lo que no me gustaba de brasilia
era la vida que se repetía
era más de lo mismo en un breve
espacio sin salida
 
correr en círculos sin poder
derramar el cuerpo por la ciudad
chorrear por el aire mis pedazos de carne
 
la caminata restricta de quien ya aprendió
todos sus números y letras
sus líneas rectas y recetas
 
necesito curvas y nombres
perderme en calles extrañas
tomar aquello que puedo y que merezco
pues solo me hallo cuando me pierdo
y desconozco el nombre de la calle
en que me encuentro
 
perderse y vivir en la pérdida
así me ansía lo desconocido

 

De: “Sad trip”

 

 

ROZZ WILLIAMS

 

 


 

El óleo verde oculto de carne tomado de su cuerpo
Manos y pies atados
El joven crucificado yace sodomizado y cansado
Sus ojos llenos de lágrimas
De alegría y tristeza
Desvirgado

 

 

Nota: Rozz Williams, seudónimo de Roger Alan Painter

 

GARY SNYDER

 

  

Aguacate

 

 

¡El Dharma es como un Aguacate!
Tiene partes increíblemente maduras,
Pero aún buenas.
Y otras verdes y duras
Sin mucho sabor,
Como para quienes gustan de los huevos bien cocidos.

Y la piel es delgada,
La semilla redonda y enorme
En el centro
Es tu propia Naturaleza Original—
Pura y tersa
Casi nadie la parte en dos
O trata de ver
Si crecerá.

Dura y resbalosa,
Parecería
Que debieras plantarla—entonces
Escapa de los
dedos—
Se va.

 

De: “Turtle Island”

 

ILARIE VORONCA

 

 

 

Las casas y los hombres

para Auguste Marin

 

 

Vi a lo lejos
a hombres conspirando alrededor de una casa en
construcción,
algunos caminaban lentamente cargados con ladrillos,
otros soñaban con las paredes
que aún no eran más que el pálido dibujo de sus miradas,
si hablaban, su voz entre los andamios
tenía un sonido extraño, casi irreal,
sus gestos eran graves, iluminaban sus caras
con una luz como de primavera subterránea.

¡Oh! Albañiles subiendo a las escaleras, ajustando
los materiales, midiendo las formas, al buscar
el equilibrio de la piedra y la madera no hacéis más
que extender la red donde cogeréis en la trampa
la Casa invisible cerniéndose en el aire, la Casa
que es el pensamiento
cuyos ladrillos, puertas y escaleras, son las palabras.

La Casa deviene poco a poco humo, nube.
sus contornos se precisan, desciende
entre los hombres como un barco que se pone a flote,
los albañiles son, en efecto, magos,
saben escoger el lugar donde se puede poner una trampa
también saben a qué horas pasa por el aire
el convoy de las casas que solo ellos reconocen.

Ellos les quitan los signos demasiado celestes
las hacen parecerse a la tierra
y quizá es a un muerto
a quien ofenden así. Pues las casas que pasan
son veladas por los muertos.

¡Oh! A menudo me ha sido dado
ver como un halo al muerto de cada casa
esperar pacientemente que esta recobre
sus adornos de sombra. Los vivos rencorosos, hoscos,
discutían, se enfrentaban,
la angustia, la envidia, daban grandes golpes de cincel
en sus rostros,
el verdadero trabajo comenzaba cuando la forma invisible era
atrapada,
entonces se hacían prisiones, cuarteles, fábricas,
tribunales donde se levantaban las actas de propiedad,
palacios, ciudades enteras,
algunos estaban contentos,
orgullosos: No dejaban de decir:
“Todo esto es nuestro.”

Yo, el vagabundo, el desocupado,
admirando los escaparates suntuosos
las avenidas de las grandes capitales,
era el único en mantenerme aparte.

Y en el instante en que el día se confundía con la noche,
cuando hasta el hombre más rudo se atreve a soñar
y deja caer su cabeza sobre el hombro de la fatiga,
cuando las calles como ríos que salen de su lecho
se alargan en la bruma y derraman en el cielo,
yo veía las casas, sobre todo las catedrales,
soltarse de sus amarras, devenir vastas
cernerse como murciélagos en el espacio
con su vuelo de ceniza y terciopelo.
¿Adónde iban así?
El amanecer las encontraba en sus lugares
como si nada hubiese ocurrido.

¡Ah! Un día, a una señal de los muertos
las casas se convertirán para siempre en humo
empujadas aquí y allá por el viento
por encima de las ciudades desiertas y desoladas.

 

 

ALICE RAHON

 

 

 

Es más fácil

 

 

Es más fácil
ser sordo a medianoche
que cuidar a estas chicas
que se caen
como enaguas o cortinas de red
cuando cae el viento
Tres capullos de rosa de papel
ensartados en un hilo irrompible
Cardos con cabezas azules
están jugando borradores
en una duna de cartas
con arañas de dinero que sonríen
débilmente como coleccionistas de plantas
Mi primogénito cayó en una red
con malla cuadrada
Blanco y negro blanco como el
negro plateado como la noche