"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
domingo, 12 de junio de 2022
ÁLVARO ARMANDO VASSEUR
Helénica
En
la noche sin fin de mi Odisea
resplandeció la luz de tus primores
oh, Musa de los últimos amores
de labios dulces como miel hiblea.
De
la divina madre Citerea
heredaste los flancos seductoras,
la curva omnipotente, los rubores,
el gesto, y la sonrisa de la Dea.
Te
juro, por los manes de Platea,
que la lanza de Palas Atenea
coronando
la Acrópolis sagrada,
jamás resplandeció cual tu mirada,
en la noche sin fin de mi Odisea.
MAGDA PORTAL
Neurosis
Mis
nervios vibran, crujen,
mis nervios son cual cuerda
tesante y dolorida
de una caja de música ya vieja.
Mis
nervios lloran, claman.
Mis nervios dicen: quieta!
a la mano que sigue en el manubrio
dando la vuelta.
Y un
día, todos juntos,
reventarán con hondo son.
Y quedará vacía
la caja -vieja música bohemia-
del corazón.
JOSÉ SANTOS CHOCANO
A
los que sufren
No,
no importa el estigma, que el pantano
osa poner sobre la nieve alada
de los cisnes que cruzan en bandada
hacia el país del sol…
El
vulgo insano
horada el corazón que bien le quiere,
para buscar la fuente misteriosa
donde la sed de la ignorancia muere.
El mal se trueca en bien: tal el destino
que rodea de espinas cada rosa
y que empuja la lanza de Longino!
El
apóstol que sufre sin desmayo,
con el orgullo del dolor sereno,
y hondos tormentos atesora su alma,
avariento del bien, no teme el rayo,
ni teme el huracán, ni teme el trueno:
¡Es como un faro convertido en alma!
Rebelde faro, que en la noche obscura
sufre el ultraje de cruel tormenta,
y que, a través del temporal, fulgura,
cual única esperanza que alimenta
la sorprendida nave: él solo apura
todo el horror; y, desde el fondo mismo
surge de aquella abierta sepultura,
como el Ángel Custodio del Abismo…
¡Cuánto
vale el dolor, que compra apenas
un gajo de laurel para la frente!
¡Cuánto pie tuvo que arrastrar cadenas,
antes de hollar la cúspide eminente!
¡Cuánta gota de llanto, suspendida
en el ojo del genio, primas finge,
donde, sobre al desierto de la vida,
surge la Gloria como muda Esfinge!
¡Cuánta ironía en los risueños labios!
¡Cuánto gusano en la dorada fruta!
El eterno banquete de los sabios
sólo ha tenido un brindis: la cicuta.
Gozo
de la palabra que clarea
sobre la obscuridad, como una aurora;
pero también la aurora de la idea
desata su rocío: ¡también llora!
Gozo da el resplandor que así derrama
la antorcha en las tinieblas encendida;
y nadie piensa en que la alegre flama
va a la antorcha robándole la vida!…
Goza
el vulgo en la luz que a ver alcanza,
sin cuidarse en saber de dónde llega.
El redentor, al golpe de la lanza,
abre los ojos de la turba ciega…
Basta para perder toda esperanza
el destacarse sobre el vulgo airado,
que ríe del Quijote peregrino;
y lo empuja, por rápido camino,
a morir cual Jesús, crucificado,
¡pero sobre las aspas de un molino!…
Tal
la flor, que embalsama el fresco ambiente
y en regalar aromas se recrea,
las rebeldías del abrojo siente
y en secretos dolores se consume:
¡quién sabe si la flor, como la idea,
sólo tiene un tormento en su perfume!…
¡Nada
importa el dolor, si al fin es gloria!
No es ser amado cual Musset dijera,
sino ser admirado es la victoria,
haciendo que, ante el mérito que brilla,
el Odio lenguaraz insulte, hiera,
hable... ¡pero doblando la rodilla!
Gloria
al dolor pregonarán les bronces
en el Juicio Final del vulgo necio:
¡la aristocracia del dolor entonces
tendrá su tiranía de desprecio!…
El
hielo que oprimiera cada cumbre
derretido será; y, hecho torrente,
rodará con inmensa pesadumbre,
de la altitud por la agrietada frente.
Y en
ese apocalipsis, en que el trueno
será trompeta, al postrimer conjuro,
Tientos de tempestad saldrán del seno
en que hoy duermen las glorias del futuro;
así estallando bajo el golpe aleve
que les dan al pasar los huracanes,
que arrojan a las simas sus despojos.
Sacudirán sus cárceles de nieve,
como una pesadilla, los volcanes,
con sólo abrir sus espantados ojos!…
El
alma de volcán duerme su sueño
bajo nieve tiránica, hasta el día
en que, al impulso del rebelde empeño,
quiere imponer también su tiranía!
Quien
sufriendo vivió podrá siquiera
despreciando morir: cuando ya todo
perdido esté, cuando su suerte fiera
sea huracán, le restará el consuelo
del ala vencedora sobre el lodo
y del éter rasgado por el vuelo…
Nadie
la prueba de la lid rehúya,
si colmar sueña sublimado anhelo,
robándole un laurel a la victoria:
¡cuando el Invierno del Dolor concluya,
tendrá la Primavera de la Gloria!
El
que siembra con fe, logrará el fruto…
Alma que fía en sí, nunca es vencida:
como el instinto que en el mismo fruto
por fuerza tiende a conservar la vida,
la fe en el hombre se resuelve luego
sobre el dolor en triunfadoras palmas;
porque es a modo del instinto ciego
de la conservación para las almas…
HUMBERTO ZARRILLI
Canto
al tranvía eléctrico
De
niños te soñamos en mi ciudad platense;
antes que por las calles has corrido más libre
por las sendas sin rieles de la imaginación.
Más que las rubias hadas de la leyenda antigua,
nos encantó tu viaje bajo la luz del sol
¡Que caprichosas formas te dieron nuestros sueños!
De todos los colores y todos los sonidos
te vistió la esperanza.
Gozabas del prestigio de un promisor arribo,
como los zapatitos en vísperas de Reyes…
…Y
un día, endomingada, como a un hijo adoptivo,
te acogió mi ciudad, jubilosa y materna.
Y con tu traje rojo adornado de blanco,
eras todo un juguete por lo bello y lo alegre.
Llevabas en tu frente los nombres que evocaban
paisajes ensoñados y sitios de recreo:
una pampa quebrada y un río como mar.
“Prado”, “Villa Dolores”, “Pocitos” y “Malvín”,
tus amables destinos eran todos de paz…
Las madres, ¡qué injusticia!, te tomaron horror,
sin ver que como ellas llevabas un regazo
para salvar las vidas.
Eras el inmigrante y eras también poeta.
Se afirmaban tus ruedas en surcos relucientes,
y el trolley como un dedo nos señalaba el cielo.
Así te presentante bajo un dosel de plátanos…
Y al grito hospitalario con que te recibimos,
respondió el tintineo de tu voz argentina.
Las calles se alargaron para que más pudieras
lucir tu gallardía. Por allí tu alborozo
se ensanchó como un viento joven de primaveras
que hacía florecer ventanas y portales.
…Después
crecimos juntos pensando en los suburbios.
Yo, acariciando el cielo con mi tacto visual;
tú, sembrando casitas al borde del camino…
como un buen inmigrante que nos hace una América.
Yo
te vi desde entonces, trozo sonoro y ágil
de la ciudad, rodante, cantando todo el día,
cargado de estudiantes, de obreros y empleaditas,
floridas como rejas tus cordiales ventanas.
¡Ventanillas alegres!
¡Cuántas veces por ellas asomé el corazón!
Ventanas do! tranvía, grito primaveral,
alma de la ciudad abriéndose en pupilas.
¿Qué importa que esté triste de polvo y líneas duras
e! barrio que no sueña, si de pronto lo animan,
con perfume de cielo y de mar, las ventanas
frescas de trajes claros, que derraman paisajes
de niños y mujeres que vuelven de la playa?
Estudiante
y poeta, y con un libre tránsito
fue entonces que intimamos. Toda mi adolescencia
fue a ti como una mano, porque al muchacho triste
que sale de la clase venias a esperarlo
con tu risa cantante y con tu olor a viaje.
En ti me refugiaba para olvidar los textos,
leyendo a Víctor Hugo mientras tú me llevabas
volando a las afueras a beber los crepúsculos.
Y
luego, anochecido, volvíamos al centro,
yo gustando el martirio de un amor imposible,
y tú, cuando la luna no se encontraba enferma
o le daban permiso de abandonar su lecho,
de tibias nubes blancas,
le corrías carreras de una esquina a otra esquina.
A veces la perdías detrás de una azotea,
o se hundía en un charco jugándote escondidas.
Tú corrías, corrías, corrías sin descanso,
con la absurda esperanza de alcanzarla algún día.
Hasta que al fin, alegre, en la curva imprevista,
volando entre los plátanos de nuevo la encontrabas.
Te
pareces al cielo, tu vida está en la noche.
Es entonces que todo tu corazón de sol
se desborda hacia afuera con un grito de luz
despertando las sombras.
Te pareces al cielo, por lo múltiple y bello.
Tan airoso en la curva, apareces sereno
como un astro naciente. Juegas en los declives,
abriendo en la calzada dorados abanicos,
mientras en los repechos eres como un navío
o un pájaro nocturno de grandes alas de oro.
Tan lindo es ir contigo, que las mismas estrellas
descienden a tu trolley
para que tú las lleves a correr la ciudad.
Por ti, todas las noches serán noches de estrellas!
Tranvía
de mi infancia… Viajas en mi recuerdo
como otrora en las sendas de mi imaginación.
¿Cómo no amarte, si eras un pedazo de día
combatiendo la noche de profundo terror?…
Los insomnios febriles, la alcoba con fantasmas,
el viento que rezonga feroz en la ventana
y la viril vergüenza do confesar el miedo…
Si entonces no moría de soledad y espanto,
era porque llegabas con un rumor de vida,
y metiendo tus dedos de luz. entre las rejas,
estrangulabas monstruos ocultos en la sombra.
Tranvía de mi infancia: mis venas serán rieles
para que siempre llegues hasta mi corazón.
MARÍA EMILIA CORNEJO
siempre
supe que te encontraría
en alguna vieja calle de Lima.
desde entonces
preparo cuidadosamente nuestro encuentro.
EMILIO ADOLFO WESTPHALEN
El
sueño
Los
gérmenes poéticos del sueño resultaron ser, no como los pobres profesores, los
mezquinos críticos realistas trataron de hacernos creer, un nuevo paraíso
inalcanzable, un espejismo, sino los gérmenes nocivos y actuante, los útiles
reactivos para corroer la infame realidad. El sueño no es un refugio sino un
arma.
Los malos instintos de libertad danzan su ronda diabólica. ¡Fuera la
conformidad, la resignación, la medianía!. En su esputo negro ahóguense
los bellacos, los explotadores, los que aprovechan la miseria de los más, y la
maldita clerigalla, y el abominable espíritu religioso, y los fantasmas
cristianos, y los mitos del capital, y la familia burguesa , y la patria
infamante.
La libertad del hombre, es decir, el sueño acuñado en la realidad, la poesía
hablando por la boca de todos y realizándose, concreta y palpable, en los actos
de todos.
