domingo, 1 de mayo de 2016


JOSÉ MARTÍ




Dentro de mí...



Dentro de mí hay un león enfrenado:
De mi corazón he labrado sus riendas:
Tú me lo rompiste: cuando lo vi roto
Me pareció bien enfrenar la fiera.

Antes, cual la llama que en la estera prende,
Mi cólera ardía, lucía y se! apagaba:
Como del león generoso en la selva
La fiebre se enciende; lo ciega, y se calma.
Pero, ya no puedes: las riendas le he puesto
Y al juicio he subido en el león a caballo:
La furia del juicio es tenaz: ya no puedes.
Dentro de mí hay un león enfrenado.



JAVIER GALARZA




Monólogo de Eurídice



quisiera encantarme una vez más en las melodías
de tu condenada lira
pero todo lo que digo y hago me excede está más allá
no deja de no decirme no cesa de no escribirme
a cada instante
nada hay que me circunscriba
nada
                que me limite o delimite
apenas
algo de buen dolor, perdición y magia de antaño

cómo sostendré entre mis brazos las dimensiones
de esta sombra que soy
                       que fui
                       que fuimos
                       todo esto que aún tiembla
entre nosotros convocando al mito y la leyenda?




ALI CHUMACERO




A tu voz



Erígese tu voz en mis sentidos
tornándose en mi cuerpo sueño helado,
y me miro entre espejos congelado,
y mis labios en sombra doloridos.

Cuando hablo, mi dolor a ti se vierte,
cálida flor de ceniciento aroma,
y tu voz a mis labios ya no asoma
sino en duro temor de viva muerte.

Porque tu sueño en mí su voz levanta,
y enemigo de luz y de sonido
destroza la palabra en mi garganta;

así al fin en tinieblas alojado,
ciego de ti, tal un árbol vencido
flota mi cuerpo entre tu voz ahogado.


AMANTE ELEDÍN



  
Tu fulgor



Tengo un cielo desde siempre
  sin orden ni jerarquías,
todo justo como un huerto.
Un cielo desde arriba donde no estoy,
  hacia adentro donde me encuentro,
hasta que de tan hondo me pierdo.
Un cielo que siempre estuvo,
   de anillos, de capa en capa,
transparente como un muro de silencios;
    oscuro como una caída.
Todo ha crecido conmigo en su suelo:
con todo he ido apareciendo en esta siembra.
Desde niño he pintado mi cielo con sus nubes,
 con sus soles y pájaros.
Desde siempre en la copa de los árboles,
   en el hilillo de las aguas que tejen:
En la lluvia donde regreso de mi ciclo
 y caigo sobre mi mismo;
por eso no llevo paraguas bajo la tormenta.

En mi cielo todo tiene asiento,
nadie se queda fuera de la mesa, ni nada.
    Está lo vivo y la memoria.
Está el abrazo y la ausencia;
nada es impensable, todo es sorpresivo.
En este cielo las edades se repitan con otras letras.
  Son los mismos sueños que regresan.
Este cielo seguirá después que yo
     y quedaré escrito en sus muros;
           quedará mi aire,
y en su sombra, otra constelación hará su nido.
 Anda conmigo este cielo y yo bajo su techo.
Eso quiere decir que cada día renacemos
    el uno en el otro.
Cada día algo nuevo bajo el sol,
         y cada día me escribo nuevamente;
 Reaparezco en él.
Sin embargo mi cielo y yo somos tres.
En la ecuación matemática:
      Uno más uno es igual a tres:
Hay un nuevo fulgor: ese eres tú.
    Mi cielo lo pone en mis ojos
y yo, desde la distancia,
                veo venir su brillo
    a alumbrar este frío día.-




BLANCA SANDINO




De Ángeles y tiempo



Reconozco esa voz que habla del mar:
me llega desde donde la luz, lejanísima ya, duplica la estatura de mi sombra.
Reconozco esa voz que me reclama
para mostrarme en el ácimo espejo de las olas
la cruz con la que un ángel libró de todo mal mi nombre,
antes de que el granito pregonara ufano su dureza;
y antes, mucho antes, de que se doblegara al tesón del tiempo, y de las gotas.

(Hablo de un tiempo tan remoto, como la edad sin tiempo del insecto.)

Oigo tu voz. Sé que me llama, me apresuro. Y desde allí
-tú pléroma, yo arjé-, desde el hambre más honda,
puedo invocar tus manos, el secreto del fuego, la fuerza de los vientos, la pericia del agua,
y el asperón redondo y fino de la tierra que habito.

(Me abrasa la sed sin compasión de las salinas
y padezco la ceguera de quien año tras año espera que germine la semilla: mas reconozco tu voz.
Puedo. Es más de lo que quise, mucho más).

Por eso, nada ofrezco que el corazón no sepa contener:
yo intuyo el mar cuando aún es imposible sentirlo,
y tú... cuántas y cuántas veces invento que me quieres,
y que podrías hallar, si los buscaras, trocitos de pizarra entre mis dedos.


De: Ángeles y tiempo


FRIEDRICH HÖLDERLIN




El consenso público



¿No es más bella la vida de mi corazón
desde que amo? ¿Por qué me distinguíais más
cuando yo era más arrogante y arisco,
más locuaz y más vacío?

¡Ah! La muchedumbre prefiere lo que se cotiza,
las almas serviles sólo respetan lo violento.
únicamente creen en lo divino
aquellos que también lo son.


Versión de Federico Gorbea