La
Guarania
A José Asunción
Flores
Así como la brisa
con
leve son gimiendo entre boscaje
sus cantares desliza,
cual
si vibrar hiciera algún cordaje
de su aliento el suspiro
en
el agreste y tropical retiro,
el acorde armonioso
de
la Guarania, canto de la raza,
con trino melodioso,
vibrando
un punto fugitivo pasa
a perderse en el viento
como
desmaya el eco de un lamento.
Esa música tiene
la
inspiración de un salmo misterioso;
y desde el fondo viene
del pasado brumoso
trayendo
los recuerdos de leyenda
por
luminosa y perfumada senda.
Es ánfora sonora
que el infinito arcano
de Guarán atesora.
Del
gran Tupá la prodigiosa mano
lególa
a un genio un día
para
esparcir raudales de armonía.
¿No oís, acaso, en ella
quejarse
inmensa de Guarán altivo,
como en vaga querella,
el
alma errante en el solar nativo,
olvidada y sin guía
en
la tiniebla de un eclipse, umbría...?
La escucho, sí, mezclada
al
fragoroso estruendo del torrente;
al rumor de la fuente
que
por tranquilo curso, plateada,
ondea en la pradera,
el
valle, el bosque y la gentil ladera;
a la triste elegía
que
en el silencio el Urutaú desgrana
con fatal profecía
que
ahuyentará la luz de la mañana,
como el espectro obscuro
del
"Pora" y del "Pombero ", a su conjuro.
La Guarania semeja
un
rielar de luna sobre el lago
que rizado refleja
en
arabescos mil; al tenue y vago
murmullo de las aguas
de
nuestro río paterno en que impelidas
mil rápidas piraguas
por
sombras, van bogando estremecidas...
Canción que eres el alma,
alma
vibrante de la estirpe ausente;
hoy eres en la calma
del
patrio suelo monumento ingente,
sonoro y prodigioso,
en
la memoria de Guarán glorioso.