"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
sábado, 13 de julio de 2019
ALBERTO DESTEPHEN
Jaque al miedo
Desde aquí
hago jaque al miedo.
La noche
es un juego del sol,
las libélulas,
milagro del río.
Desde la galaxia de mis ojos
no imploro
un jeroglífico de la bondad.
Solo quiero
el prodigio
de la ciudad de las hormigas
Desde aquí
hago jaque al miedo.
La noche
es un juego del sol,
las libélulas,
milagro del río.
Desde la galaxia de mis ojos
no imploro
un jeroglífico de la bondad.
Solo quiero
el prodigio
de la ciudad de las hormigas
OTONIEL GUEVARA
A
al Gran Guerrero Castrorrivas,
sacerdote de las calles barriales
A los parquímetros
que no le cobran el sueño a los borrachos
A las banderas
que han arropado tanto fiel cadáver
A los intrusos
que ocultan sus fracciones de cuadrúpedos
A las esquinas
que se disputan la sombra de los amantes
Al incensario
que desarruga nuestros viejos columpios
A los que yacen
mientras la muerte se niega a deshojarme
FABRICIO ESTRADA
El hombre infeliz
Resulta
fácil reconocer
a un hombre infeliz.
Su pecho gira
como un cubo
de diversas dimensiones.
Ángulos y vértices
los caminos hacia su alma
tienen el margen abismal
de los abrazos posibles.
Su casa es grande
y de fórmulas y alambres cubierta.
Nada de ella con vida se escapa,
ni los ecos
ni la noche que dentro de ella
euclídica se fragua.
Es tan fácil golpear su mejilla,
una palabra de amor lo desbarata,
el paraíso se rompe
y caen pedazos
de sus guardias de bronce.
El hombre infeliz
engorda recuerdos
que saca a pasear por las tardes,
recuerdos rabiosos
que muerden el aire
y que se van abriendo paso
a dentelladas tristes
y a torpes gemidos vanos.
a un hombre infeliz.
Su pecho gira
como un cubo
de diversas dimensiones.
Ángulos y vértices
los caminos hacia su alma
tienen el margen abismal
de los abrazos posibles.
Su casa es grande
y de fórmulas y alambres cubierta.
Nada de ella con vida se escapa,
ni los ecos
ni la noche que dentro de ella
euclídica se fragua.
Es tan fácil golpear su mejilla,
una palabra de amor lo desbarata,
el paraíso se rompe
y caen pedazos
de sus guardias de bronce.
El hombre infeliz
engorda recuerdos
que saca a pasear por las tardes,
recuerdos rabiosos
que muerden el aire
y que se van abriendo paso
a dentelladas tristes
y a torpes gemidos vanos.
FRANCISCO AZUELA
Serpiente emplumada
Está cerca la última aurora,
en el vuelo del colibrí veo a Ceteotl,
diosa madre.
Viejo Tlaloc,
dios de la lluvia,
repartidor de enfermedades en el frío húmedo,
¿dónde está la muerte del retorno?
Tezcatlipoca,
dios justiciero
¿cómo regresar al abrigo de mi padre Quetzalcoatl?
Huitzilopochtli,
dios de la guerra,
exorcizador de los demonios del tiempo,
espíritus maléficos.
Chalchiútlicue,
diosa del agua,
consultar a los astrólogos
sobre el horóscopo de mis últimos días.
Ometecutli,
dios sol,
Omeciuatl,
diosa luna
responsables de este mundo de desgracias,
¿cómo vivificarme para el viaje?
Yacutecutli,
dios de la cuna,
¿cómo sentir nuevamente el olor del nacimiento?
Yocoltecutli,
dios del sueño,
¿cómo tener un nombre diferente al de la tierra en presencia del fuego,
de leve paso a través de la llama para no quemarme?,
la hoguera es cruel y perversa.
Venir del solsticio de invierno,
del raymi,
desde Tunupa y otros aymaras en Tiwanaku,
encontrar un horizonte de estrellas apagadas,
ésta no es aún la última aurora.
Está cerca la última aurora,
en el vuelo del colibrí veo a Ceteotl,
diosa madre.
Viejo Tlaloc,
dios de la lluvia,
repartidor de enfermedades en el frío húmedo,
¿dónde está la muerte del retorno?
Tezcatlipoca,
dios justiciero
¿cómo regresar al abrigo de mi padre Quetzalcoatl?
Huitzilopochtli,
dios de la guerra,
exorcizador de los demonios del tiempo,
espíritus maléficos.
Chalchiútlicue,
diosa del agua,
consultar a los astrólogos
sobre el horóscopo de mis últimos días.
Ometecutli,
dios sol,
Omeciuatl,
diosa luna
responsables de este mundo de desgracias,
¿cómo vivificarme para el viaje?
Yacutecutli,
dios de la cuna,
¿cómo sentir nuevamente el olor del nacimiento?
Yocoltecutli,
dios del sueño,
¿cómo tener un nombre diferente al de la tierra en presencia del fuego,
de leve paso a través de la llama para no quemarme?,
la hoguera es cruel y perversa.
Venir del solsticio de invierno,
del raymi,
desde Tunupa y otros aymaras en Tiwanaku,
encontrar un horizonte de estrellas apagadas,
ésta no es aún la última aurora.
JAIME SILES
La tierra de la noche
La
noche te escribe,
te transcribe,
te inventa.
Así,
sobre el papel,
lienzo tan sólo,
tiempo:
papel donde la noche
abriera sólo
la tierra de su efigie,
la figura,
el cuerpo del que brotan
los invisibles signos.
La
Tierra de la noche
la Terra della Notte,
terracota o destino
o escritura que inventa
lo distante de ti,
lo más allá de ti:
alfabeto nocturno de la nada.
te transcribe,
te inventa.
Así,
sobre el papel,
lienzo tan sólo,
tiempo:
papel donde la noche
abriera sólo
la tierra de su efigie,
la figura,
el cuerpo del que brotan
los invisibles signos.
La
Tierra de la noche
la Terra della Notte,
terracota o destino
o escritura que inventa
lo distante de ti,
lo más allá de ti:
alfabeto nocturno de la nada.
OTONIEL MARTÍNEZ
Nota roja sobre bandera blanca
san
salvador mil novecientos ochentinueve la flor
de izote sonsonate la ofensiva de noviembre los planes
de renderos las pupusas de loroco las de avenida
independencia el mar llamado acajutla la calle
del verduguillo esquina con picahielo la embajada
de miguel ángel el exilio de otto rené el fantasma
malhablado de roque y sus lápices flotando
eternamente
en el lempa
mientras
en las
mutiladas
ramas de
un rosal
una bandera
agita sus
propias
espinas
blancas
de izote sonsonate la ofensiva de noviembre los planes
de renderos las pupusas de loroco las de avenida
independencia el mar llamado acajutla la calle
del verduguillo esquina con picahielo la embajada
de miguel ángel el exilio de otto rené el fantasma
malhablado de roque y sus lápices flotando
eternamente
en el lempa
mientras
en las
mutiladas
ramas de
un rosal
una bandera
agita sus
propias
espinas
blancas
De: “Revista de Poesía Prometeo”
Suscribirse a:
Entradas (Atom)