lunes, 24 de febrero de 2020


ALFONSO CORTÉS





La verdad



El hado ha muerto. Y Dios es en el hombre
lo que él en Dios. El arte se derrumba
sobre sí propio. La verdad es nombre,
dilema la razón, todo hecho tumba.

La única ley que en tu virtud te acentre,
profeta, sabio, artista o proletario,
es el misterio, si está encinta un vientre,
si es con fruto un árbol, el sol diario.

No hay bien actual más que el presente ahora,
ni hay buen futuro más que en tu hoy buen tino;
el trabajo es más útil que la aurora
y el dolor es más fuerte que el destino.

¿Un ideal? ¿de qué sirve si es soñado?
y un recuerdo: ¿qué importa al de adelante?
Lo futuro es mitad de lo pasado,
¡y un fin lo que se realiza a cada instante!



IBN ZAYDUN





¿Por qué has cortado el lazo de la unión?



¿Por qué has cortado el lazo de la unión,
¡por Allah ensalzado!, y te haces tan altiva con el vil?
¿Por qué rechazas la súplica de un amor
y una amistad sincera del que ya tiene el cuerpo enfermo?
¿Por qué no me visitas, ya que no sueles hacerlo
en persona, con carta o mensajero?
Tu veleidad desorienta mi astucia.
¿Acaso la astucia sirve de algo al fatigado?


GUSTAVO ADOLFO VILLALPANDO





Nocturno de la ausencia



Caemos arrastrados por un peso inasible,
rodando entre peldaños y  sombras que laceran.
Detrás del precipicio nuestros cuerpos  aguardan,
como una barca hundida, como el diván vacío.

Ah, bajar la escalinata para sentir un cuerpo
y al fondo, en el abismo, besar la boca amarga
de un fantasma que ha partido.

Si al menos esta noche,
si con paso pausado, como un tambor batiente,
como la joven muda que teme su silencio,
tocaras a mi puerta.
Si en la alcoba vacía donde tu voz me hiere,
las palabras no copiaran la forma de tu ausencia.

Qué perra y triste, despiadada suerte,
siento que la luna tiembla desgarrada entre tus dedos,
que de tu sexo brotan flores de mármol helado,
pájaros que migran, serpenteando, hacia el olvido,
y yo extraigo de esa sombra,
del hueco que dejaste desangrándose en la aurora,
una plegaria apenas,  un sol desvanecido,
el presagio de unas manos que me escarban las entrañas.

Ay, hermana, me sangra en los costados la purulenta herida,
y corro hacia las calles huyendo de mí mismo.
Debajo de esta piel la mar se yergue y muere.
Detrás de mi esqueleto,  
en un bosque de arterias,
donde la soledad corroe los senderos invisibles,
hay un loco que escribe las cifras infinitas,
un demente que llora y tiembla y gime y ríe
y hace girar la rueca que destroza mi destino.


SARA DE IBAÑEZ




La palabra




De pronto el viento que movía
las vestiduras y las almas
borra en un sueño de ala inmóvil
su rumorosa torre de alas.

Cada mujer y cada hombre
sólo en su sola huella marcha,
y se ignoran secretamente
en el desnudo de la plaza.

Todos esperan, convocados
por un silencio de campanas;
todos esperan, sombra a sombra,
que por sus ojos hable el alba.

En cada gota de la sangre
preludia un mar de lenta escama,
y el peso antiguo de la nieve
las vigilantes lenguas cuaja.

Todos tiemblan y nada saben:
algo se triza, algo se alza.
Todos escuchan ateridos,
un rumor de médulas blancas.

¿Quién se detiene y es cruzado
por mil heridas destelladas?
¿Quién ha medido ya su muerte
sobre las losas de la plaza?

Bajo las piedras cristalinas
bellos demonios verdes braman,
y entre los árboles de humo
gemas agónicas estallan.

Las soledades se han quebrado:
Se llena el aire de ventanas.
Rechinan dientes en lo oscuro.
La miel de llanto se dispara.

Corren venenos amarillos
por las venas de los fantasmas.
Fuentes suicidas se clausuran,
y desiertos su arena mascan.

Se arrodillan vivos y muertos
en sus túnicas solidarias,
porque hay uno, entre todos uno,
que fue mordido de la llama.

Los dulces pies del alcanzado
lumbre en la tierra azul derraman.
La ciudad hunde sus raíces
en la tersa furia del alba.

Hasta esa boca mensajera
sube una flor desesperada.
Todo el jardín de Dios se encoge
tironeado por las entrañas.

Porque hay uno, entre todos uno,
glorioso pasto de la llaga.
Rey sin ventura. El inocente:
el que ha traído la palabra.


MARISA MARTÍNEZ PÉRSICO





Retorno diferente



Quiero llegar de visita a nuestra casa.
Transitar su camino clausurado de escombros   
dibujando mi pie en su galería.
Entrar por las ventanas como cabe un asalto.
Ver con ojos ajenos
lo que el viento
cifró en el calendario.

Escuchar la agonía de la tarde
al pintarse de azul entre las olas  
siempre dije
que tu voz era un océano indeciso

Duplicarme en las piedras de su cuerpo

 los platos 
 los acrílicos   
 las piedras traídas de los viajes

Mirar de qué manera reinventan su contorno
nuestros labios gastados
como si fueran de otros.




PAOLA R. SENSEVE T





9



La memoria de la Casa,
es la Casa.

Y tu Casa,
es como tu cuerpo
y nuestra memoria.

el piso húmedo
las paredes rotas
los muebles desmembrados
el bosque adentro

Las ramas del árbol
ya penetraron nuestros corazones como tu muerte
y esos huecos
no se llenan no se reconfiguran 


no sé


un borde ripio
un tropiezo
una ranura
un minuto antes
del desborde

Ya no quedan flores en esta cesta grande que
fue nuestra vida juntas

Ya la Casa se está desdibujando
de la realidad
pero se está escribiendo
entre mis dedos