sábado, 27 de septiembre de 2025

VLADÍMIR PUTIN


 

REGINA SALCEDO

 


«Aisthesis: experiencia sensorial del mundo natural.

Puede corresponderse con la fuerza e inmediatez

de la evidencia matemática, en tanto que “he aquí, esto es”»

 

 

¿Posible alternativa?

He aquí, esto es.

La sensación irrumpe, atraviesa,

infalible.

Somos medida de todo lo que hay. Nuestro cuerpo,

el cuerpo envejeci(en)do

—y aún más el corazón desenrollado—,

dictando ancho y altura,

temperatura y tono

a lo que nos rodea, a todo lo sensible

que se cierne (concierne)

para que lo digamos,

rebrotado en metáfora,

antes de que aletee

y se transforme

en otra honda verdad parpadeante

de nuevo a punto de…

 

 

De: “Viaje a Creta”

 

IRIA FARIÑAS

 

 


 

naranja dulce en el pecho

me asomo

a los bronquios florecidos                              de azahar

en un terreno                                                   de hielo

 

¿dónde hay                                                      tierra

y dónde                                                           vacío?

 

mejor refugiarme

en mi bosque                       de leña y naranjas

en su arroyo

y en sus riscos

sus senderos apretados

en este nido donde aún puedo     murmurar

sin abrir                               las grietas

 

bronquios                                                       de azahar

introducíos

por esta carretera peligrosa             de mi pecho

 

hacedlo                                                            hogar

filtrad                                                             luz

mirando al                                                      cielo

clavadme                                                         astillas

dadme                                                             un motivo

 

para defender                                                  el amor

o para inventarlo

al menos

 

dejad que                                                        la fruta

se congele                                                        a quince grados

bajo cero

y que yo no me mantenga en                           la temperatura

donde                                                               nada

sucede

 

donde hasta                                                    la muerte

se ralentiza

 

De: “Atravesar una gota con una aguja”

 

 

FRANCIS PONGE

 


 

El agua



Más abajo que yo, siempre más abajo que yo está el agua. Siempre la miro con los ojos bajos. Como el suelo, como una parte del suelo, como una modificación del suelo.

Es blanca y brillante, informe y fresca, pasiva y obstinada en su único vicio: el peso; y dispone de medios excepcionales para satisfacer ese vicio: contornea, atraviesa, corroe, se infiltra.

En su propio interior funciona también el vicio: se desfonda sin cesar, renuncia a cada instante a toda forma, sólo tiende a humillarse, se acuesta boca abajo en el suelo, casi cadáver, como los monjes de ciertas órdenes. Cada vez más abajo: tal parece ser su divisa: lo contrario de excelsior.

Casi se podría decir que el agua está loca, por esa histérica necesidad de no obedecer más que a su peso, que la posee como una idea fija.

Es verdad que todas las cosas del mundo conocen esa necesidad, que siempre y en todas partes debe satisfacerse. Este armario, por ejemplo, se muestra muy testarudo en su deseo de adherirse al suelo, y si algún día llega a encontrarse en equilibrio inestable preferirá deshacerse antes que oponérsele. Pero, en fin, hasta cierto punto juega con el peso, lo desafía: no se está desfondando en todas sus partes; la cornisa, las molduras no se prestan a ello. Hay en el armario una resistencia en beneficio de su personalidad y de su forma.

Líquido es, por definición, lo que prefiere obedecer al Peso para mantener su forma, lo que rechaza toda forma para obedecer a su peso. Y lo que pierde todo su aplomo por obra de esa idea fija, de ese escrúpulo enfermizo. De ese vicio, que lo convierte en una cosa rápida, precipitada o estancada, amorfa o feroz, amorfa y feroz, feroz taladro, por ejemplo, astuto, filtrador, contorneador, a tal punto que se puede hacer de él lo que se quiera, y llevar el agua en caños para después hacerla brotar verticalmente y gozar por último de su modo de deshacerse en lluvia: una verdadera esclava.

…Sin embargo el sol y la luna le envidian esta influencia exclusiva, y tratan de mortificarla cuando, por ocupar grandes extensiones, les presenta un fácil blanco, o cuando se encuentra en estado de menor resistencia, dispersa en delgados aguazales. El sol le arranca entonces mayor tributo. La obliga a un perpetuo ciclismo, la trata como a una ardilla en su rueda.

El agua se me escapa… se me escurre entre los dedos. ¡Y no sólo eso! Ni siquiera resulta tan limpia (como un lagarto o una rana): me deja huellas en las manos, manchas que tardan relativamente mucho en desaparecer o que tengo que secar. Se me escapa, y sin embargo me marca; y poca cosa puedo hacer en contra.

Ideológicamente es lo mismo: se me escapa, escapa de toda definición, pero deja en mi espíritu, y en este papel, huellas, huellas informes.

Inquietud del agua: sensible al menor cambio de declive. Que salta las escaleras con los dos pies al mismo tiempo. Que, pueril de obediencia, abandona en seguida sus juegos cuando la llaman cambiándole la dirección de la pendiente.

 

Versión de J. L. Borges

 

CATHERINE POZZI

 

  

Maya



Desciendo los peldaños de siglos y de arena
Que el instante angustiado conducen hacia ti
Tierra de templos de oro, en tu fábula entro
Atlántico adorado.

De un cuerpo ya no mío que la llama rehuye
Caro nombre es el Alma, que detesta el destino —
Que se detenga el tiempo, que se hunda la trama,
Sobre mis pasos vuelvo al abismo infantil.

En el viento los pájaros hacia el marino oeste
Vuelan, hay que volar, dicha, al verano antiguo
Sumido en sueño allí donde cesa la orilla
Rocas, el canto, el rey, árbol que el viento mece,
Astros de antiguo unidos a mi rostro primero,

Extraordinario sol de calma coronado.

 

 

KARINA MIÑANO

 

  

Insomnio



He cerrado y abierto mis ojos
infinitas veces.
Los mantengo sellados
desde la primera vez
que te vi en la oscuridad.
Me gustan nuestros encuentros
en la parquedad de la noche,
sin ojos ni testigos.

 

De: “Mientras el roble cede a la noche”

 

 

FLORENCIO LUQUE


 

Lluvia



Desde la cama oigo caer
la amable letanía de la lluvia.

Es la misma que evoca mi niñez
y borra los recuerdos de calles y de plazas,
la lluvia que regala sus dulces alfileres,
la que bendice los olivos
y da forma a los cuencos donde bebe la alondra;
la que dibuja el óxido en mi imagen
sobre la escarcha de cualquier espejo.

 

De: “A solas con la luna”