jueves, 13 de enero de 2022


 

MARIANO PEYROU

 

  


Chicas de pelo corto




Se oyó una voz que pedía agua.
Era yo. Era una de esas noches
completamente orientales. Un amigo
preguntó, angustiado, si había algún
guionista en la sala.

Esa será mi consigna para momentos de crisis.

Todos comenzamos a interpretar,
aprovechando las últimas vacaciones.
Mientras tanto, no lejos de ahí
entrenaba el equipo femenino.

Y vuelta a empezar. ¿Qué más
hace falta para hablar del peso?
Entonces se levantan los objetos alados,
las moléculas, todo está hecho
de contrastes como si fuéramos románticos.

No era tan difícil. Salió a la primera.
Creo que tú me ponías nerviosa.



RODOLFO USIGLI

 


Canción de la Bugambilia


 

Del corazón sobre el muro tu planta mortal se enreda. es mi sangre y de tu seda

es tu flor — cáliz que apuro.

 

Planta de la bugambilia que me cubres y me matas:

¿por qué con lianas me atas si al fin tu amor no me auxilia?

 

¿Para qué quieres crecer sobre mi amor que te espera, si solamente por fuera

de él has de florecer?

 

Hoy, insensible al amor, sólo buscas ser amada

y en todos dejas grabada la herida de tu color.

 

En un corazón amado un día querrás entrar para en él tus flores dar,

mas lo encontrarás cerrado.

 

Lo oprimirás en tus ramas para hallar tu salvación,

y en tu desesperación

has de matar lo que amas.

 

Nada más me reconcilia tu belleza con mi suerte:

eres mi adorno y mi muerte,

planta de la bugambilia.

 

 

VERÓNICA JAFFÉ

 

 

Pero

 

 

¿Si me propusiera en serio

y como terapia

saber por fin del país

de mis abuelas, mi madre?

O más exactamente,

¿sobre mis madres que

fueron país? Pero

sé tan poco casi nada

de eso porque

¿quién no le teme

al país de las madres

como al lobo?

 

 

TANIA FAVELA

 

  

Los pájaros de Braque

 

 

A Nina y sus pájaros

Con la edad la vida y el arte se vuelven una misma cosa
Georges Braque

 

los pájaros de Braque
los pájaros de Nina
son una misma alegría
Georges Braque
a los 82
hace volar pájaros
en sus grabados

Nina
a sus dos
vuela con sus pájaros pintados

una misma alegría
buscada
o descubierta

los pájaros de Nina
vuelan tan alto
tan libres
como los de Braque

la vida y el arte son al comienzo una misma cosa

 

 

FRANCISCO SERRANO

 

 

 

El ángel y la calavera

A Juan Soriano, in memoriam

 

 

1

No sabría decir si es la irisada
ligereza de los mantos de nubes
en el amanecer, cuando coronan
ambarinos y tenues, rapidísimos,
la cresta de los montes;

o quizá la incisiva desnudez,
la hondura de la aurora,
toda efusión, rocío,
cuando abraza, turgente,
el nácar de los cuerpos,
el sabor de unos labios,
la mañana del agua, sus axiomas;

o tal vez el recuerdo que nos llega de golpe
frente al mar de la infancia,
fascinados y fieles,
la voz de una muchacha,
olas fosforescentes,
la luna en la terraza;

o quizás la potencia, (o quizás la apetencia),
que otros llaman hechizo,
de una mirada abierta a todos los umbrales,
por encima del cielo,
hasta adentro del alma,
una fuente ¿una herida?;
tal vez esa profusa sensación
indefinible, incluso dolorosa,
gozo y pesar, el crespo escalofrío
que recorre la espalda cuando oímos,
con el ruido rojizo que producen
los herrumbrados goznes de la tierra
cuando comienza a amanecer,
bajar al ángel tutelar:

presencias tajantes o pávidas,
retablos de una sensibilidad
simultáneamente inocente y perversa,
sapiente, voraz, seductora: imágenes
vueltas enigma y gracia compartida
en el umbral de su hechizo cromático.

 

 

2

Amarillos, azules, morados, verdes, guindas:
cristalizaciones de un trazo
y de una luz acuáticos.
La transparencia vuelta cuerpo,
cosa tangible: torsos, pubis
palpables, humedades
enlazadas, muslos, brazos, temblor
de carne dura y joven
en el azoro de los reconocimientos,
en el crisol de los desasimientos,
en el vértigo de la plenitud,
como la leche que palpita
en los pechos de las mujeres,
como la fosforescencia del mar,
sus incendios y sus metamorfosis.

 

 

3

Allí están, desde ¿dónde?,
criaturas de una sensibilidad
misteriosa y nocturna:
la joven prometida del vacío,
el brocal de la gracia,
la risa verde de la huesa,
los macizos de flores,
las cruces junto al río,
el velo, la ceniza,
sirenas y murciélagos y serpientes y pájaros,
los animales consanguíneos,
el ángel y la calavera.

El temblor detenido
de las cosas del mundo,
que nos permite ver al sol de las figuras
su nitidez creciente, su dulzura
y extrema intensidad.

 

 

4

La tierra y las nubes sobre la tierra,
las figuras en el paisaje,
un joven en la playa,
el himno amarillo de un árbol,
las uvas de una crátera,
un búcaro o un cántaro,
hermosos rostros célebres,
todo, de pronto, adquiere
otra connotación, como si viéramos,
las contiguas cosas elementales
desde otro umbral, desde una orilla
tácita, transfigurada
por la consubstancial,
despiadada y ubicua
concreción de la muerte.
Ojos de muerte azul
en la plaza desierta,
manos de osamenta roja
en el jardín florido, polvo
de pisadas sonámbulas.

Sí, todo fulgura y crepita, se diría,
en la acendrada transparencia
de un espejo sostenido por ángeles
¿o demonios?: voces aladas, sombras,
nubes, púas, gavilanes, relámpagos:
una luna que refleja a la novia
coronada de flores,
(oh delicia, oh lamento),
poco antes de su asombro,
mucho antes de los nombres, numinosa,
distante, ¿es la muerte o la muerta?;
una niña rodeada de peces,
un muchacho coronado de pájaros,
una cruz con los brazos dormidos,
un caballo con la luna en la frente,
el león y la virgen, el toro, la paloma.

 

 

5

Pasa un arcángel vestido de luces,
vidriado y verde en la piscina
aérea del océano altísimo;
pasa una populosa mascarada,
pasa un friso de linces, un cortejo de ninfas,
una manada de silencios nuevos;
pasa una bicicleta de artificio,
pasa un alud de pájaros,
pasa y vuelve una muerte enjaulada.
Gradaciones de un espacio emotivo
o el estupor del mundo como en el primer día.

 

 

LATIF HALMAT

 

  

Correr

 


En mi habitación
hay otra habitación
en otra habitación
hay otra habitación
y en aquella habitación
otra habitación
y en esa otra habitación
otra habitación…
habitación
otra habitación
habitación habitación
habitación
otra habitación y
otra habitación y
otra habitación y
habitación
habitación
habitación
Abro todas
estas habitaciones
mi madre no está
en ninguna habitación…


Versión de Jiyar Homer e Isabel López