"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
lunes, 8 de noviembre de 2021
EDUARDO LLANOS MELUSSA
Verdadero-falso testimonio
Hombres
ranas venideros que buceen en algunas
lagunas mentales de críticos y antólogos de estos días perdidos
en el polvo y el ruido de milenios que chocan: créanme
si digo que nunca usé la poesía como garrocha
para batir el record mundial del salto o del asalto cualitativo
ni tomé a los colegas por colchonetas que amortiguarían mi caída
ni me erigí en cometa ni en aerolito
ni orbité en el cielorraso de nuestro Parnaso prefabricado
ni adulé a burócratas ni a burrócratas encargados
de accionar las catapultas sobre los tinglados culturales
ni maquiné enroques entre la Torre de Babel y la Torre de Marfil
ni tendí puentes levadizos ni cavé túneles secretos
para traficar alegremente entre el museo y el supermercado
ni limosneé patrocinios entre hombres de empresa o de pre$a
ni cultivé el arte de sentarse entre dos sillas mascando a dos carrillos
ni me arrodillé ante los pontífices de la estética estática y estítica
ni rogué que me dispensaran sus aguas bautismales
ni ofrecí mi boca de alcancía para recibir sus hostias narcotizantes
ni practiqué la picaresca de hacerme hospedar en sus conventos
para reptar de noche hasta las despensas
y embriagarme con sus vinos añejados desde la Edad Media.
No evité polemizar con los capitanes de la intelligentsia
mientras patrullaban nuestras revistas y exposiciones
y nos escupían en francés algún consejo para dejarnos al día
con la última moda de Europa o Nueva York.
No confundí el análisis semiológico con el análisis semilógico
ni construí mis poemas como puzzles para dos o tres profesores
que pasaron por la universidad sin que la universidad pasara por ellos
y que terminaron doctorándose en algún café cercano a La Sorbonne.
No confundí la alambrada histórica con la alumbrada histérica
ni a los hombres de letras con los hombres de palabra.
Ni creí en los abismos con que la prensa separaba a preferidos y preteridos
ni lancé salvavidas de plomo sobre las cabezas de mis compañeros de naufragio
ni supuse que la Vía Láctea fuera una nodriza
contratada por el Padre Cósmico para mi amamantamiento.
Pero es cierto también
que ahora, al balbucear
y bucear en mis propias
lagunas mentales,
me sorprendo in fraganti a mí mismo proclamando
ideales libertarios en un tono impositivo, igual
que un almirante
jubilado que se desgañita
arengando a una
tripulación inexistente,
poniéndome y sacándome y poniéndome de nuevo
la máscara del
desenmascarador.
Así que ya no sé quién soy ni quién no soy
y prefiero interrumpir aquí este verdadero-falso testimonio.
De: “Disidencia en la tierra”
PABLO ROMAY
Como palabra
Como
una palabra te formas,
parte
por parte, te elevas
te
pido
apareces
frente a mi maravillosa
te
muestras y no te tapa nada,
te
quedas desnuda,
pero
no te distingo, no te comprendo,
no
entiendo lo que me quieres decir,
y te
borras, te vas, te desunes
apareces
con una nueva forma,
diferente,
más
extraña, más significada,
menos
entendida,
más
palabra.
SAM PINK
Cayéndome de mi bicicleta
Me
caí de mi bicicleta
intentaba a ver un giro con una mano
y con las bolsas de las compras en la otra.
Y estoy realmente contento
de haber proporcionado esa risa
para la gente en la esquina.
Porque quién sabe
qué tipo de día estaban teniendo.
Y el mío,
el mío iba bastante bien.
Versión de Mat Guillan
FRANCISCO RUIZ UDIEL
Ars poética
En
una ciudad en cuyo centro
carece de luz un faro,
a la poesía le corresponde
imaginar el mar
De: “Memorias del agua”
MARK STRAND
XXXI
Estamos
aquí en Labrador. Siempre
he deseado estar aquí, especialmente contigo,
en esta cabaña donde relumbra fuego. Tú
llevas
un traje Calvin Klein y yo
la chaqueta de terciopelo que heredé de mi padre.
Eso es todo. ¿Por qué? Porque estoy feliz. Y atento
al
primer signo tuyo que nos lleve a la cama.
Esos momentos de frívola anticipación
son los más felices de mi vida. Y me pregunto si acaso
no
somos parte de alguna predicción sobre
lo bueno que puede ser el mundo sin nosotros,
en este frígido paisaje, libres de la necesidad
de
comprar, estamos donde el mundo se dirige.
O tal vez formamos parte de un registro de lo que
ya ocurrió, y somos un signo de las profundidades
donde
se hundió el mundo. Tu costoso traje,
mi envejecida chaqueta, esta cabaña sin cañerías
dentro, sin horno decente, sin estéreo ni TV.
DANIEL CUNDARI
7
Y
este secreto evidente que debemos vivir,
y
este olor a ovejas y quimeras que invadimos
como
el agua que ha de quemar la sangre
gimiendo
en la pradera desierta de la vida;
y
este barco que se hunde junto al mar,
y
esta Itaca en la que ancla todo el mundo,
y
este muerto vivo que hierve en nuestras sienes,
y
este cuerpo que se ovilla para no sentir
la
escarcha que inmoviliza el meollo de las cosas,
tiene
que matarnos, amigo, ahogarnos en la poesía.