jueves, 28 de septiembre de 2017


ROBERTO PIVA




Visión de São Paulo por la noche
Poema Antropófago bajo Narcóticos



En la esquina de la calle São Luís una procesión de mil personas
enciende velas en mi cráneo
hay místicos hablando tonterías al corazón de las viudas
y un silencio de estrella partiendo en un vagón de lujo
fuego azul de gin y una alfombra colorean la noche, los amantes
se chupan como raíces

Maldoror en copas de marea alta
en la calle São Luís mi corazón mastica un trecho de mi vida
la ciudad con chimeneas creciendo, ángeles lustrabotas con su jerga
feroz en plena alegría de las plazas, muchachas desarrapadas
definitivamente fantásticas
hay una floresta de cobras verdes en los ojos de mi amigo
la luna no se apoya en nada
yo no me apoyo en nada

soy puente de granito sobre ruedas de garajes subterráneos
teorías simples hierven mi mente enloquecida
hay bancos verdes aplicados al cuerpo de las plazas
hay una campana que no toca
hay ángeles de Rilke dando el culo en los urinarios
reino-vértigo glorificado
espectros vibrando espasmos

besos resonando en una bóveda de reflejos
caños tosiendo, locomotoras aullando, adolescentes roncos
enloquecidos en la primera infancia
los malandrines juegan yo-yo en la puerta del Abismo
veo a Brahma sentado en flor de loto
Cristo robando la caja de los milagros
Chet Baker gimiendo en la vitrola

siento el choque de todos los cables saliendo por las puertas
partidas de mi cerebro
veo putos putas patanes torres balas chapas chops
vitrinas hombres mujeres pederastas y niños se cruzan y
se abren en mí como luna gas calle árboles luna medrosos impulsos
colisión en el puente ciego que duerme en la vitrina del horror
me disparo como una tómbola
mi cabeza se hunde en la garganta

mi vida entera llueve sobre mí, me sofoco ardo floto
en las tripas, mi amor, cargo tu grito como un tesoro sumergido
quisiera derramar sobre ti todo mi epiciclo de ciempiés libertos
ansia furia de ventanas ojos bocas abiertas, torbellinos de vergüenza,
correrías de marihuana en picnics flotantes
avispas paseando alrededor de mis ansias
muchachos abandonados desnudos en las esquinas
angélicos vagabundos gritando entre las tiendas y los templos
entre la soledad y la sangre, entre las colisiones, el parto
y el Estruendo


De: “Paranoia”


SAMUEL VÁZQUEZ




Había una vez.



Ahora es ruina.
Inaudible.
Ahora la tapia, y el viento que la cruza.
Ahora la lluvia que no germina la huerta de piedras.
Pero las ruinas no son iguales.

            El después es de puertas.
            El nunca, de copa que cae.

Los puentes han sido intencionados.
            Hay que restituir el abismo.
Salvar el horizonte.

Llega el viento afanado
y lame migajas de sombras en mis manos.
La noche zahorí cava en el hontanar del silencio.
La palabra huye
con mi mirada clavada en su espalda.
No se apacientan las preguntas.
Los qué, rumian vestigios de patios sin ocio.
Al caer la tarde
mis manos destejen el aire y su mortaja.

El mañana es de polvo.
            Desdice las horas y los pasos.
            Desdice formas y ventanas.

Vivimos la posteridad del pasado.

Habrá una -todavía no- otra vez.
No estará en mis manos.



De: “La promesa de los pájaros”


VANESA PÉREZ-SAUQUILLO





No tienes casa.
Solo un arbusto blanco
donde vive el silencio
en equilibrio
y el sueño posa
su vapor de agua.

Te has tendido un desierto
donde resucitar.


De: “La isla que prefieren los pájaros”



RAQUEL JADUSZLIWER




El hombre de tu vida



¿Cuándo?
¿cómo supiste que se trataba del hombre de tu vida?
¿supiste que se trataba del hombre de tu vida?
¿tenía las señales
los estigmas
y lo reconociste entre los miles de hombres?
o todo fue más raro
más oscuro
así
como esas intuiciones de recién nacido
que a tientas va eligiendo y que se orienta
entre el calor y el frío
la fuente de alimento y la desgracia
el amor y la furia
el jardín y el desierto
y crece de esta manera
y aprende todo aquello
todo lo que después
mucho después
será dolor

memoria
y pérdida



MARTHA ASUNCIÓN ALONSO




Línea 6



Todo lo que merece algo la pena
es circular. Tus pupilas.
Los neumáticos de aquel Seat Ibiza que tuve,
ya sabes: tus pupilas y las aceitunas
y aquella tarde en Ávila con Santa Teresa.
Cuando volví a encontrarte,
llevabas un anillo en el dedo meñique.
Me dejaste probármelo. Yo estaba mareada.
Gilipollas. Todo lo que hemos sido,
la forma en que estuvimos una junto a la otra,
nuestro amor, todo y nada, es circular.
El recuerdo. La samba. Carteles
de Se Alquila por la glorieta de Bilbao.
Todo lo que te quise.
La línea seis del metro. Estas ganas de hablarte.
La espera: circular.


En “Detener la primavera”



YAEL DOMÍNGUEZ HERNÁNDEZ



  
Si muero antes que ustedes



Para el amor de mi vida,
los ocho siglos de poesía que me obligó a dejarle.
A mi madre,
esta cabeza quebrada por sartenes sucios
y un volteador sin mango, adherido al segundo lugar que tanto le molesta.
A mi padre, el entendimiento de su juventud.
Para Alejandra, la mayor de las hijas,
esa resignación del envejecimiento que sólo ella domina.
Para mi hermana Yolitzín,
el futuro incierto entre dos amores que no conoce.
A Uriel, el primero de los varones,
la honestidad que siempre le hizo falta.
Para Alberto, el más grande por ser el último,
la maravilla de ser amado y amar plenamente a las muchachas.
Al perro que nunca he tenido,
mis clases de ruso científico que no ocupo.
A la canción más triste,
tu regreso.
Para Veracruz, con todos sus periodistas,
el nuevo premio Pulitzer de la Paz.
A la muerte de mi bisabuela,
mil dolores en uno y el vacío que nos dejó su partida.
Para Julián,
la ternura de Rodman que al mismo tiempo es la suya.
Al año 2016
el gozo de los que se fueron y la música de Juan Gabriel.
A las matemáticas,
la virginidad de los enteros
que nunca me dieron suerte.
Para la poesía,
el recorte presupuestal  de la cultura y tres monedas de oro.
Para mi funeral, una pesada lápida
de carbón.