sábado, 19 de febrero de 2022


 

MARÍA CRISTINA RAMOS

 

 

El silencio

 

 

Con patas de lana
y guantes de nieve
el silencio viene.

Llega despacito
como un viento loco
que se mueve poco.

Si pasa y se queda
saca de repente
bolsas transparentes.

Y guarda en su vuelo
algunas palabras
que piensa el abuelo.

Y guarda en atados
las cosas que callan
los enamorados.

Busca con empeño
palabras que inventan
los monstruos pequeños

(para su dulcera
que también contiene
sol de primavera).

Para sus almohadas
busca palabrejas
que fueron soñadas.

Para sus orejas
rescata murmullos
que no tengan quejas.

Para sus barullos
guarda griteríos
muy como los tuyos,

y para sus sueños
palabras viajantes
que no tengan dueño.

Se va haciendo ruido
como un viento loco
que se mete al río.

 

BAUDILIO MONTOYA

 

  

Altivez

 

 

De nadie he recogido ni el porte ni la altura
que afirman para el tiempo mi lírico blasón,
como logré la norma de exquisitez segura
estoy distante siempre de toda tradición.

Si por razón de estética mi vida ha sido pura
y entre hijodalgos digo mi fiel admonición,
también en el peligro de trágica locura
yo puedo con la Muerte jugar el corazón.

Porque gasté las horas siguiendo la armonía,
alguna voz extraña que me recuerde un día
exaltará la entrega que a la belleza di;

mas hoy que con la humana falacia no convengo
bien puedo ser altivo, porque en la sangre tengo
el señorial orgullo de parecerme a mí.

 

 

FAUSTO VONBONEK

 

  

Viento inventando palabras

 

 

Muchos años después encontré sus palabras,
para entonces decir «muchos años» marcaba
una huella entre hubiese y jamás para siempre.
Estaban ahí ante mis ojos y no comprendía el
universo alusivo a esas ruinas.
Copié en mi memoria unas cuantas palabras,
o acaso serían sólo un sueño.
De vuelta a las sombras tracé aquellas líneas y
curvas nacidas de líneas.
Mi tumba se abrió de repente y mi polvo
escapaba violento en etéreas substancias;
había escrito «viento».
En él arrojé esas figuras que fueron tragadas por
múltiples sombras de aspecto volátil;
había escrito «paloma».
Salté a la hojarasca intentando olvidar esos
símbolos raros.
Corrí hacía las aguas sin vida, sin fe,
sin la efigie azulina aferrada a la espuma.
Ese era mi hogar, la canción del silencio,
la luz más oscura en la luz del vacío.
Por eso al volver la mirada mi propia memoria
venía sobre el aire,
las aguas abrieron sus ojos,
nacieron las olas, los barcos, la arena, los siglos,
las sendas del verso;
había escrito «poema».

 

 

JOSÉ UMAÑA BERNAL

 

 

La rosa

 

 

Esta rosa en el cielo, inmóvil, pura;
y este aire, que la cerca, y la convida:
y ella, en su propio sueño suspendida,
serena, en su voluble arquitectura.

Es casi de cristal, en la segura
presencia de su línea estremecida:
tan perfecta, en el tono, y la medida,
exactos, de su tedio y su hermosura.

El aire pasa, y ella, sola, queda,
embriagada en su tácito perfume,
oculta entre su tálamo de seda.

Y en la alta noche su virtud resume
trémula gota que, en la sombra rueda,
y en estéril silencio se consume!

 

ENNIO MOLTEDO

 

 

Cuidadores



Desde el balcón colgaremos los pies para contemplar mejor
el brillo de los paraguas negros. Pequeños sombreros
de papel cubrirán pobremente nuestras cabezas. Sentados
sobre la baranda, con las manos cobijadas bajo los faldones,
vaciaremos a coro un hueco para que no se apague el buen
cirio. Seremos los primeros cuidadores del frío y del granizo de Invierno.
resguardaremos los caminos hasta que se agote la enorme pena.
A los necesitados les entregaremos ladrillos y
paracaídas. Los niños mojados podrán seguir navegando.
Al amanecer cambiaremos los sombreros por otros de plumás largas.
Así, de vuelta a la ciudad, al mejor rincón de la
casa. Al comienzo nos preguntarán tantas cosas como al
volver por primera vez del trabajo. Ahora los pisos estarán
gastados y no gemirá la música en los molinos de antaño.
en torno al fuego iremos dejando las fábulas de nuestros
recientes quehaceres. Juntaremos los sombreros y
cantaremos acordes inéditos hasta la próxima caída del rayo.

 

 

ELISE COWEN

 

 

 

Sin amor
Sin compasión
Sin inteligencia
Sin belleza
Sin humildad
Veintisiete años son suficientes
Madre – demasiado tarde – años de locura – Lo siento
Papá – ¿Qué pasó?
Allen – Lo siento
Peter- Santa Rosa Juventud
Betty – Tanta valentía femenina
Keith – Gracias
Joyce – Chica hermosa
Howard – Nene, cuídate
Leo – Abrir las ventanas y Shalom*
Carol – Deja que suceda
¡Déjenme salir ahora por favor!
Por favor, déjame entrar