domingo, 30 de diciembre de 2012

DINA POSADA





Contacto



El tiempo austero de mi ayer
comienza en tus manos
y mi pasión se pone de pie
para luego acomodarse plena
en la codicia de tus dedos
entonces
tomo la dicha en serio

MANUEL MACHADO




  
La Copla



Hasta que el pueblo las canta,
las coplas, coplas no son,
y cuando las canta el pueblo,
ya nadie sabe el autor.

Tal es la gloria, Guillén,
de los que escriben cantares:
oír decir a la gente
que no los ha escrito nadie.

Procura tú que tus coplas
vayan al pueblo a parar,
aunque dejen de ser tuyas
para ser de los demás.

Que, al fundir el corazón
en el alma popular,
lo que se pierde de nombre
se gana de eternidad.


OCTAVIO PAZ





Soneto



Del verdecido júbilo del cielo
luces recobras que la luna pierde
porque la luz de sí misma recuerde
relámpagos y otoños en tu pelo.

El viento bebe viento en su revuelo,
mueve las hojas y su lluvia verde
moja tus hombros, tus espaldas muerde
y te desnuda y quema y vuelve hielo.

Dos barcos de velamen desplegado
tus dos pechos. Tu espalda es un torrente.
Tu vientre es un jardín petrificado.

Es otoño en tu nuca: sol y bruma.
Bajo del verde cielo adolescente.
tu cuerpo da su enamorada suma.



JOSÉ JUAN TABLADA






Mujer hecha pedazos



En la morgue del ensueño
pertinaz ilusión refrigera
entre prismas de hielo,
bocas pintadas,
palabras pintadas,
ojos azules,
miradas celestiales
de mujeres telescopiadas
en catástrofes de recuerdos.

Hembra triangulizada
más acá de la cuarta dimensión
entre un mañana y un ayer
y una múltiple intersección.

Sus pies trotamundos
vislumbran mis temores de reojo,
en tremedales profundos,
cuña de bermellón el tacón rojo.

Mientras miran de soslayo
sus ojos de niño en la cuna
con influencias maléficas de rayo
de luna.

El espeso carmín de los labios
tapió un ansia de comulgar
y avivó en ellos los resabios
de besar y de suspirar.

De su espíritu la penuria
resplandece y se aladiniza,
cuando sus lágrimas irisa
recóndito ardor de lujuria
bajo un antifaz de sonrisa.

Sólo ella filaba esa nota
que como suspiro brota,
tiembla en ansia entrecortada
y en un sollozo por fin rota,
se astilla en una carcajada...

La llama de la hoguera de Thaís
crepita una canción de París,
con fuego sobre el caos rubrica
la cadera de cierta chica,
suspira un hipo de pasión
y, boca llena de pavesas
y de sangre del corazón,

tú, mi propia vida, bostezas
como un horno de cremación...


EUGENIO DE ANDRADE





Blanco en lo blanco



Haz una llave, aunque sea pequeña,
entra en la casa.
Consiente en la dulzura, ten piedad
de la materia de los sueños y de las aves.

Invoca el fuego, la claridad, la música
de los flancos.
No digas piedra, di ventana.
No seas como la sombra.

Di hombre, di niño, di estrella.
Repite las sílabas
donde la luz es feliz y se demora,

vuelve a decir: hombre, mujer, niño.
Donde la belleza es más nueva.

Versión de Aníbal Núñez




HAROLD ALVARADO TENORIO





1975 



La delicia de las cosas
reposa en el paladar. 

Desgraciado
quien llegado a los treinta
sólo ha probado un lado del placer
y gustado sólo una caricia.