miércoles, 22 de enero de 2014

HERIB CAMPOS CERVERA




Tiempo de amor y soledad



Y he estado nueve noches bajo el abierto cielo,
arañando la tierra, para calmar la sangre,
y adelgazando el grito de mi voz encerrada;
mientras el viento amargo se llevó brizna a brizna
este perfil de sombras de mi cuerpo en tinieblas.

Y luego te he entregado, noche mía, la sangre.
La sangre. Sí: la sangre. La sangre que solloza
por túneles azules su vida equivocada;
la sangre, que no quiere desintegrar su grito,
porque es el fundamento de la Flor y del Canto.

Y luego di mi frente. Tras su mármol tranquilo
vivió el furor del sueño su tormenta diaria,
sin que una sola arruga marcara su oleaje;
ni el pensamiento puro lo anegara en su sombra
al horadar mis sienes su vertical tortura.

Y ahora, son los ojos: los taciturnos ojos,
donde guardaba el alba sus pétalos de estrellas;
los ojos de agua clara, donde iban las gacelas
a buscar mansedumbre para su sed de fuga.

Y también va la piedra, ya muda, de los labios:
los labios ya besados por muertes numerosas.
Y los pies marineros, llagados de caminos;
el corazón ausente y el pecho amanecido.

¿Después? -Después, la mano: la calcinada mano,
marcada en su pecado con un buril de fuego;
la mano que no quiso pagar su duro crimen
de haber asido un sueño con sus garfios de carne.

¿La visteis algún día flotar sobre las cosas,
-pájaro alucinado, que aprisiona en su pico
luciérnagas azules que mueren de su fuego?
Después de nueve noches, sus lirios fatigados
-sin memoria y sin nombre- se volvieron recuerdo.

Todo se te reintegra: noche profunda y alta.
La tremenda parábola ya no se apoya en Ti;
y aquel temblor de siglos que me entregaste un día,
aquietó, al fin, por siglos también, su inenarrable,
desesperada angustia de ser humanidad.

Un día, desde el fondo caliente de la tierra
-seno eterno de Madre, que pare su cosecha
con una indiferencia de sexo apaciguado-
saldrá el rosario triste de mis huesos dolidos,
libres ya del espanto de su cárcel de vida.

Y nunca más la dulce canción que dio belleza
al peregrino tránsito por la prisión de piedra;
nunca más el lamento secreto de la flauta
encenderá en la tarde su rústico llamado.

Pero será otra vida. Sí: otra vida. Distinta.
Despojada del largo castigo del recuerdo.
Un árbol o una piedra: algo que mire al Tiempo,
mudo y sordo y sin ojos, por una Eternidad.



ELVIO ROMERO



  
Esos Días Estraños...



Vienes de afuera. Traes
vitales adherencias en la mirada clara.
Se te ve el regocijo. El júbilo te invade.
Repites nombres, cosas. Y al punto te detienes
en ese espacio grave de distancia que existe
en ese espacio grave de distancia que existe
entre el fervor que traes y el silencio que habito…

¿Qué tengo? ¿Qué contorno
de penumbra me sella y me fatiga?
¿Bajo qué precipicios cierro los ojos tristes
y apenas ya converso con brumas imprecisas?
¿Qué sucede que apenas te conozco,
que tu mirada clara se me borra en las manos
y me enredo en mi noche y mis recuerdos?

Pronto ves que no entiendo.
Que no estoy. Que no escucho.
Que irremediablemente me pierdo en esa umbría
donde, ciego y perdido, rompo mis pobres báculos
que he bajado a una estancia de fiebres invasoras
de donde extraigo, huraño y melancólico,
mis diarias cosechas, mis vinos silenciosos.

Algo quieres decirme. Algo quieres contarme.
Pero no estoy. No siento. Persisto en mi guarida.
Me hospedo en esa niebla donde a veces me pierdo,
bajo la estera oculta donde me afano y doblo,
en la triste carlanca donde enfundo mi sangre,
en mi agujero amargo.


MÓNICA LANERI




La vencida



La próxima vez
será eterna.
haremos
el amor
por los siglos
de los siglos.
Amén.



DELFINA ACOSTA




Boda patética


Que no sea en otoño, ni en verano.
Yo querría que fuese en primavera;
dará setiembre entonces sus primicias
y los jazmines abrirán las rejas.
Caerán besos de adiós en mis mejillas.
Mis ojos como lágrimas abiertas
se cerrarán en boca de mi amado.
¡ Que no será velorio, sino fiesta !
Un tocador con mar confeccionado
hará rodar sobre mi sien realeza.
En la brumosa esquina del salón,
cualquier pedido tocará la orquesta.
Y sonarán las notas de Gardel.
Se oirá este coro: "El día que me quieras..."
Me iré a casar. Empezará a llover
y los jazmines cerrarán las rejas.


VÍCTOR-JACINTO FLECHA




I- Tiempo sin tiempo



1
Callado se vino el tiempo
y obscuramente habitó
esta tierra
             en tanto
que las cosas
iban tomando un sitio

2
y en el centro de ese tiempo
se irguió de pronto el hombre
como una antigua llaga
          que supura
el sudor de la tierra
de pronto saltó su voz
          redonda
como una rueda subiendo
una pendiente
para luego deslizarse
          a la ladera
y con ella saturó de nombres
la urdimbre planetaria
          de los días.

3
al final de la jornada
creados ya
los cuatro puntos cardinales
          quiso el hombre
encontrar un quinto
en la alta escala de los nombres
ya adjudicados
y colocó la palabra
          tedio
y el tedio carcomió
sus entrañas

4
entonces se creyó Dios
y se levantó altares
y al tiempo colocó en un calendario
creó el puñal y la cadena
raptó a la libertad
          su manto de luceros
y luego
lo cortó en pedazos
y lo vendió al mejor postor
          en las esquinas

5
y desde entonces
hasta el cielo dejó
de ser de todos
se fundió el hierro
-oscuro como el odio­-
y como mástiles negros
anclaron las rejas
          para siempre
en los dolidos costados carcelarios


ELSA WIEZELL




Oficio de amor


Tu llaga cotidiana
de cansancio
engendrada para el alimento
agrupada en las horas
marcando el chorro de la sangre
esa que conduce
a la gravitación silenciosa
del acero amargo
negro fulgurante de azada
húmeda batalla de todos los días
hasta que tu piel acribillada
desfondada en el tiempo
descienda gradualmente
sobre cicatrices...
porque te has hecho nieve
en el territorio de tu jaula.

Hombre mío,
mariposa-rayo te cubra
arroyo en la mitad sorprendida
de tus ojos
sábana blanca para tu hombro
y frescura de ajenjo entre tus dientes.
Lo que te entrego
es fuerza que se expande
pedernal y aurora.
Tu lágrima para mí es luz que ciega,
pureza que turba,
diamante transparente y duplicado.

Yo recojo el estigma.
-Canta.
-Sangro por todos.
-Es el peso de la rosa.
-La lucha abierta
del corazón contra la sombra.
-Despliega.
-Amargo trapecista es el hombre.
-Te abro la piel
del monstruo volcánico
que sacude mis huesos.
- ¡Qué cerca de Dios tu llaga!
.
  

De “la cosecha del viento norte”