miércoles, 10 de abril de 2019


HECTOR MURENA





VI



Si acabas de nacer,
escoge sin tardanza
tu cántaro.
Agua de la fuente
que mana para todos
hay en el que te corresponde.
El otro cántaro es idéntico,
pero está henchido de veneno.
Escoge: rápido.
Después acierta
o equivócate.
Será en vano.
Eres libre
en el instante eterno.


VERONICA PORUMBACU





La canción de las chicas



Oh, chicas, estamos vinculando la temporada 
de nuestro primer amor amoroso. 
Y con nada no intercambiaremos, 
cuando por cada uno llegue el momento 
de decirle a un hombre: "¡Quédate!" 

Oh, chicas, vamos a acariciar a la chica 
y dejar que su mano pase suavemente por el cabello, 
por lo que queremos al compañero de por vida, 
cómo queremos estar siempre por la mañana 
y la verdad. 

Oh, chicas, chicas en el mundo, 
para la edad de la primera emoción 
y por todo lo que eso trae, 
nunca encontramos un nombre 
cuando fallamos. 

Oh, chicas, pronto guardaremos 
nuestro tesoro. 
Sería difícil de ser, el mundo que viene 
a ti hoy,
mi hijo 

Y si sobre el primer amor 
y el follaje apoyados en el follaje, el 
olivo o el abedul, 
nos unimos los mismos hilos 
cuando fallamos. 

Pero no es lo mismo al final. 
Cuando el fuego comenzó como un asesino 
y mi novio fue a la guerra, 
y el eco solo responde, el interminable 
cuando extraño. 

Ustedes chicas, ¿qué rumores trae el viento? 
Amado era la llama coreana, 
pero ni siquiera encontré su tumba en las 
ruinas que dañaron la tierra 
de Pyongyang. 

Oh, el mundo debajo de los párpados, ¿dónde está, dónde? 
¿Qué viento te sopló, desolado? 
¿Dónde has ido, mi amor, respuesta?
No hay palabra allí 
y no se pierda? 

Usted flores Lujerul con finas 
hermanas con paseo ondulante, 
si estamos de sobresalto Las extremidades anteriores querida, 
que desea conservar ese amor 
y miss-misma. 

Sobre todo, damos nuestras manos, 
y en cada signo del mundo nos vinculamos: 
donde sea que estemos, para matar a los moradores, la 
vida que crece en todas partes, ¡ 
para defenderla! 


CESÁR DÁVILA ANDRADE





Infancia muerta



Aquellas alas, dentro de aquellos días.
Aquel futuro en que cumplí el Estío.
Aquel pretérito en que seré un niño.

Desierto, tú quemaste la quilla de mi cuna
y detuviste a mi Ángel en su Agraz.

La madre era ascendida al plenilunio encinta,
y en un suceso cóncavo
trasladaba sus hijos a sus nombres
y los dejaba solos,
atados a los postes de los campos.

Arrimada a su paño de llorar,
venía la Nodriza,
tan humilde
que no tenía derredor ni Dios.
Yo le besé en la piel los labios más profundos
de su cuerpo,
y desperté en el fondo de su vientre
al Niño sucesivo que no muere.

 

ANTONIA POZZI





Riberas perdidas



No junto a claros ríos
sino a orillas de tristes ciénagas
descansábamos;
sumergir la mano
era perderla
en el cieno
corrompido del fondo.

Y el verde de los olmos
lucía
en la calígine;
estaban frescas las flores
del prado;
y de otras flores se nutría
valiente
el corazón.

Pero el agua fangosa atravesaba
el camino;
aquel olor corrupto deshacía
el doliente latir de la ternura;
era imposible sofocar
la misteriosa voz
gimiente.
Estábamos perdidos.


EDUARDO ANGUITA





Tránsito al fin



La puerta puede abrirse,
puede entrar el ladrido del perro,
sin que necesitemos saber nada.

Mientras no entre el viento en nosotros
cuando tenemos los ojos viajando entre los muebles
de la diversidad de los miedos de cada muerto,
podemos reír entre la espuma de lo oscuro.

La seguridad del que abre su vestido privado,
dejando mostrar las huellas blancas de los delirios,
con un poco de fuerza se logra concentrar la ceniza invisible,
la sombra, mi muerte particular.

Piedras en la mirada, ya sólido su silencio,
pasos de las manos solas en el cuerpo.
Es así como amamos el aire de la estatua,
el aire que nos empuja a la vejez.

El hombre camina a una habitación semejante
y se coloca el traje que lo conduce para siempre.
  


MANUEL SCORZA





Serenata



Íbamos a vivir toda la vida juntos.
Íbamos a morir toda la muerte juntos.
Adiós.

No sé si sabes lo que quiere decir adiós.
Adiós quiere decir ya no mirarse nunca,
vivir entre otras gentes,
reírse de otras cosas,
morirse de otras penas.
Adiós es separarse, ¿entiendes?, separarse,
olvidando, como traje inútil, la juventud.

¡Íbamos a hacer tantas cosas juntos!
Ahora tenemos otras citas.
Estrellas diferentes nos alumbran en noches diferentes.
La lluvia que te moja me deja seco a mí.
Está bien: adiós.
Contra el viento el poeta nada puede.

A la hora en que parten los adioses,
el poeta sólo puede pedirle a las golondrinas
que vuelen sin cesar sobre tu sueño.


De: "Los adioses "