jueves, 14 de enero de 2021


 

MAROSA DI GIORGIO

 



Los leones rondaban la casa...




Los leones rondaban la casa.
Los leones siempre rondaron.
Siempre se dijo que los leones rondaron siempre.
Parecían salir de los paraísos y el rosal.
Los leones eran sucios y dorados.
Ellos eran muy bellos.
Los ojos como perlas. Y un broche brillante en el pecho
entre aquel pelo áureo.
Los leones entraron a la casa.
Corrimos a esconder los floreros de sal, de azúcar, el cometa
                               Halley, las queridísimas sábanas nevadas, la
                               colección
estampillas. Y a traer los sudarios.
Los leones eran al mismo tiempo, presentes e invisibles, al
mismo tiempo, visibles e invisibles.
Se oía el rumor de la leche que robaban, el clamor de la miel
y la carne que cortaban.
Llevaron hacia afuera a la abuela oscura, la que tenía una
guía de rositas alrededor del corazón.
Y la comieron fríamente. Como en un simulacro.
Y -como si hubiese sido un simulacro!- ella tornó a la
casa y dijo: -Los leones rondaron siempre. Están delante
de los paraísos y el rosal. Dijo: -Los leones están acá.


De: "Mesa de esmeralda"

 

 

NÂZIM HIKMET

 

  

 

Rosa mía, tu alma es un río...

 



Rosa mía, tu alma es un río
que corre entre altas montañas,
y desde las montañas hacia el valle,
hacia el valle, sin conseguir llegar hasta él,
sin conseguir llegar hasta el sueño de los sauces,
hasta el remanso bajo los grandes ojos del puente,
hasta los cañaverales y los patos de verde cabeza,
sin conseguir llegar hasta la blanda tristeza de la llanura
ni hasta los campos de trigo al claro de luna,
                                                                     corre hacia el valle,
corre entre altas montañas,
arrastrando las nubes que se amontonan y dispersan,
las grandes estrellas y las noches,
las estrellas de las montañas
y los azules soles de las nevadas cumbres,
corre levantando espuma,
revolviendo en el fondo las piedras negras con las blancas,
corre con los peces que nadan contra corriente,
inquieto en los meandros,
cae encabritado en los precipicios
espantado del propio fragor,
corre entre altas montañas
y desde las montañas hacia el valle,
hacia el valle, persiguiéndolo,
             sin conseguir llegar hasta él.

Kislovodsk, 3 de febrero de 1960



De: "Últimos poemas 1959-1960-1961"
Versión de Fernando García Burillo  


 

CHRISTINA THATCHER

 


 

Recaída

 

 

Contás los minutos
hasta que, después de la cena, decís

 

que el estofado no te cayó bien,
subís las escaleras, cerrás la puerta con llave,

 

sacás de tu bolsillo una cuchara y una aguja
que guardaste tan fácilmente como un niño

 

desliza su lápiz favorito desde la cartuchera,
encontrás luego la vena correcta y despegás:

 

un leve olor a lavanda de baño es
la última delgada conexión con nuestro mundo.

 

 

 

JEAN COCTEAU

 

 

 

Fruto



Un farol dominguero
madurado por el viento
puede incendiar las ramas.
Debe recogerse antes.

 

Versión de L.S.

 

LUIS ANTONIO DE VILLENA

 

 


El desterrado




El cuerpo envuelto en un gabán azul, muy ancho;
la corbata cuidada, y alborotado el pelo por el viento
de tarde, pasea el hombre solo, por una gris ciudad,
hurgando en sus bolsillos cigarrillos rubios y cerillas malas.
Se sienta en los cafés, y bebe mucho; acaso lee
un periódico sin ganas, mientras mira y le rondan ideas,
casi siempre extrañas. Habla, quizá, con alguien, un momento,
pero semeja ausente la sonrisa forzada. Se va deprisa,
y caminando, llega a tabernas o clubs de peor laya,
donde de nuevo bebe, y entre una torpe música, un instante
le embriaga una piel inmadura, que la vista descansa.
(Dulce cuerpo floral, incipiencia suave donde habita la gracia.)
Unas palabras luego. Y medio ocultas citas, ahora o mañana.
Entrada ya la noche, con demasiado alcohol y el humo del
                                                                                     tabaco
pegado entre las manos, abrirá la puerta de un piso frío,
vacilante, con libros y papeles en desorden y botellas gastadas.
y allí, tumbado en un sofá antes del sueño -escuchando las
                                                                                      violas
de Rameau en el aire -sentirá ese hombre solo brotar lágrimas.
Ha visto aproximarse al fin (hoy también) el Ángel imposible
                                                                                   que le salva.



De: "El viaje a Bizancio"

 

LUIS ZALAMEA BORDA

 


Regreso



Acabas de llegar.
Cruzaste, en solitaria caravana, un desierto de sábanas,
las venas en sus múltiples ramas abrazando.
Atrás están quedando los montes calcinados;
la saeta que rompe la ventana del yodo;
la larga enredadera de los nervios;
el muelle negro donde los sueños de la noche zarpan.
y ya no escuchas las voces del mundo de fantasmas.

Estás radiante, nueva, completa, y hasta un poco celeste,
al emerger del reino prohibido de las sombras.
Estás triunfante, diáfana, infantil y hasta un poco felina. 
Lo fosco de la noche en ti fue derritiéndose,
olvidada la pena aguda de tu entraña.

Surge la única voz, con la esperanza;
la cortina incitante que descorre el mañana,
el fruto nuevo del dolor, tan bienamado,
y la centella poderosa de tu grito,

no ya de soledad ni de pavor ni hielo:
de entera dicha sin baldón ni frío.

 

Hasta encontrarte incólume,
espérame, triunfante, a la otra orilla del dolor.