Recaída
Contás
los minutos
hasta que, después de la cena, decís
que
el estofado no te cayó bien,
subís las escaleras, cerrás la puerta con llave,
sacás
de tu bolsillo una cuchara y una aguja
que guardaste tan fácilmente como un niño
desliza
su lápiz favorito desde la cartuchera,
encontrás luego la vena correcta y despegás:
un
leve olor a lavanda de baño es
la última delgada conexión con nuestro mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario