jueves, 14 de enero de 2021

LUIS ZALAMEA BORDA

 


Regreso



Acabas de llegar.
Cruzaste, en solitaria caravana, un desierto de sábanas,
las venas en sus múltiples ramas abrazando.
Atrás están quedando los montes calcinados;
la saeta que rompe la ventana del yodo;
la larga enredadera de los nervios;
el muelle negro donde los sueños de la noche zarpan.
y ya no escuchas las voces del mundo de fantasmas.

Estás radiante, nueva, completa, y hasta un poco celeste,
al emerger del reino prohibido de las sombras.
Estás triunfante, diáfana, infantil y hasta un poco felina. 
Lo fosco de la noche en ti fue derritiéndose,
olvidada la pena aguda de tu entraña.

Surge la única voz, con la esperanza;
la cortina incitante que descorre el mañana,
el fruto nuevo del dolor, tan bienamado,
y la centella poderosa de tu grito,

no ya de soledad ni de pavor ni hielo:
de entera dicha sin baldón ni frío.

 

Hasta encontrarte incólume,
espérame, triunfante, a la otra orilla del dolor.

 

 

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