sábado, 17 de enero de 2015

JORGE LUIS BORGES


 

V

 

¡Cuántas cosas hermosas! Los confines
de la aurora del Ganges, la secreta
alondra de la noche de Julieta.
El pasado está hecho de jardines.

Los amantes, las naves, la curiosa
enciclopedia que nos brinda ayeres,
los ángeles del gnóstico, los seres
que soñó Blake, el ajedrez, la rosa,

el cantar de los cantares del hebreo,
son la flor que florece en el desierto
de la atroz Escritura, el mar abierto

del álgebra y las formas de Proteo.
Quedan aún tantas estrellas.
Suspendo aquí esta vana astronomía.

 

 

SALVADOR NOVO


 

VI



Yo te aguardé esta noche con el ansia
de mirarte llegar, y de que luego
escucharas impávido mi ruego
y me dieras tu fuerza y tu fragancia.

Pero quisiste darte la elegancia
de no venir, de desdeñar mi fuego,
sin saber que recibo por entrego
leche de muchos toros en mi estancia.

Yo pensaba quererte en exclusiva;
gemir y sollozar bajo tu fuete,
brindarte mis pasiones rediviva.

Y a casa regresé —con tu billete—,
luego que una salubre lavativa
a los hijos ahogó de otro cadete.

 

 

FEDERICO GARCÍA LORCA

 
 

El poeta pregunta a su amor por
la ciudad encantada de Cuenca

 

¿Te gustó la ciudad que gota a gota
labró el agua en el centro de los pinos?
¿Viste sueños y rostros y caminos
y muros de dolor que el aire azota?

¿Viste la grieta azul de luna rota
que el Júcar moja de cristal y trinos?
¿Han besado tus dedos los espinos
que coronan de amor piedra remota?

Te acordaste de mí cuando subías
al silencio que sufre la serpiente,
prisionera de grillos y de umbrías?

¿No viste por el aire transparente
una dalia de penas y alegrías
que te mandó mi corazón caliente?

 

ANTONIO GALA


 

Sonetos de la Zubia. Nº 31

 

Atardeció sin ti. De los cipreses
a las torres, sin ti me estremecía.
Qué desgana esperar un nuevo día
sin que me abraces y sin que me beses.

A fuerza de tropiezos y reveses
la piel de la esperanza se me enfría.
Qué agonía ocultarte mi agonía,
y qué resurrección si me entendieses.

Atardeció sin ti. Seguro y lento,
el sol se derrumbó, limón maduro,
y a solas recibí su último aliento.

Quién me viera caer, lento y seguro,
sin más calor ni más resurgimiento,
gris el alma y frustrada entre lo oscuro.

 

 

 

GABRIELA MISTRAL



Los sonetos de la muerte
 

II

 

Este largo cansancio se hará mayor un día,
y el alma dirá al cuerpo que no quiere seguir
arrastrando su masa por la rosada vía,
por donde van los hombres, contentos de vivir...

Sentirás que a tu lado cavan briosamente,
que otra dormida llega a la quieta ciudad.
Esperaré que me hayan cubierto totalmente...
¡y después hablaremos por una eternidad!

Sólo entonces sabrás el por qué no madura,
para las hondas huesas tu carne todavía,
tuviste que bajar, sin fatiga, a dormir.

Se hará luz en la zona de los sinos, oscura;
sabrás que en nuestra alianza signo de astros había
y, roto el pacto enorme, tenías que morir...




 

FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO

 

Olvido

 

Sólo queda de ti una vaga idea
en las calladas ramas del sentido;
lo que antes fue desgarrador bramido
murmullo es hoy que el viento balbucea.

Desmayada la llama, parpadea
con jadeo de cisne malherido;
y en el silencio hay un clamor prohibido
que ni agita, ni evoca, ni espolea.
 
Ciego el recuerdo está, y amordazado,
el deseo se ve desairragado,
y tu presencia es sombra ya lejana.

Sólo una idea vaga de ti queda,
pluma de ruiseñor en la arboleda,
canto sin voz, y sin tañer campana.