VI
Yo te
aguardé esta noche con el ansia
de mirarte llegar, y de que luego
escucharas impávido mi ruego
y me dieras tu fuerza y tu fragancia.
de mirarte llegar, y de que luego
escucharas impávido mi ruego
y me dieras tu fuerza y tu fragancia.
Pero
quisiste darte la elegancia
de no venir, de desdeñar mi fuego,
sin saber que recibo por entrego
leche de muchos toros en mi estancia.
de no venir, de desdeñar mi fuego,
sin saber que recibo por entrego
leche de muchos toros en mi estancia.
Yo
pensaba quererte en exclusiva;
gemir y sollozar bajo tu fuete,
brindarte mis pasiones rediviva.
gemir y sollozar bajo tu fuete,
brindarte mis pasiones rediviva.
Y a
casa regresé —con tu billete—,
luego que una salubre lavativa
a los hijos ahogó de otro cadete.
luego que una salubre lavativa
a los hijos ahogó de otro cadete.
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