sábado, 3 de noviembre de 2012


CRISTINA PIZARRO






Una quimera



Te amé entre la letra negra de átomos iracundos.
En el instante fugaz de  un encuentro azaroso.
En la embriaguez de un corazón transfigurado
por resplandores marchitos.
En la tormenta estival de amores desechos.
En la ruptura del otoño imaginando tus orgasmos.
Cuando ofrendé mis ríos tenebrosos desde este cuerpo frágil.
Al presentir la despedida  de una vida en ruinas
sobre mis fatigadas vértebras y
enmascarada con la violencia  de una pasión salvaje.
Aquellos jacarandáes de nuestro jardín en celo
cubrieron nuestros cuerpos con su sangre y se unieron reflejados
como mantas de colores,  tejidas hace mucho tiempo.
Yo sé que tú imploras la caricia
con la conciencia despierta  de nuestra América,
donde se yerguen ufanas las ciudades perdidas.
Te sigo amando porque me llamas a gritos
En tus noches sin estrellas y en tus soles patriarcales.
Porque dejaste la tierra áspera
inundada de  semen esperanzado.

SERGIO GARCÍA




Ni como olvidarlo…



A María Judith



Ni como olvidarlo
una noche de mar picado
tu pelo enmarañado por el viento
y tus manos tratando de trenzarlo.

OSWALDO ROSES






Siempre estás lejos



Aunque no estés, al viento lanzo el sueño
porque lo lleve el mar hasta tu lado;
sólo quiero, ¡por Dios corazonado!
que nuestro amor ya salga de pequeño.

Me persigo la miel y la consigo
porque no dé contra el dolor que crece;
la aguantaré, pues, donde no fenece,
luego hechizándola a un sol de trigo.

Ay, ¿qué he de hacer yo, dí, por lo cercano
pronto por alcanzar lo más lejano?;
tú allí, mientras yo entre lo afligido

vivo luchando todo lo que puedo,
luchando contra la ira y contra el miedo,
ciego sonriendo a lo que está perdido.

EMILIO BALLAGAS






Nocturno




¿Cómo te llamas, noche de esta noche?
Dime tu nombre. Déjame
tu santo y seña
para que yo te reconozca siempre
a través de otras noches diferentes.

Tú me ofreces su frente en medialuna
(medialuna de carne),
sus labios (pulpa en sombra)
y su perfil al tacto…
(Mañana mi derecha
jugará a dibujar su contorno en el aire).

¿Cómo te llamas, noche de esta noche?
Dime tu nombre. Déjame
tu santo y seña
para que yo te reconozca
siempre
a través de otras noches diferentes.
¡Y que pueda llamarte gozoso,
trémulo,
por tu nombre!

GABRIELA MISTRAL





Dios lo quiere



I

La tierra se hace madrastra
si tu alma vende a mi alma.
Llevan un escalofrío
de tribulación las aguas.
El mundo fue más hermoso
desde que me hiciste aliada,
cuando junto de un espino
nos quedamos sin palabras
¡y el amor como el espino
nos traspasó de fragancia!

Pero te va a brotar víboras
la tierra si vendes mi alma;
baldías del hijo, rompo
mis rodillas desoladas.
Se apaga Cristo en mi pecho
¡y la puerta de mi casa
quiebra la mano al mendigo
y avienta a la atribulada!

II

Beso que tu boca entregue
a mis oídos alcanza,
porque las grutas profundas
me devuelven tus palabras.
El polvo de los senderos
guarda el olor de tus plantas
y oteándolas como un ciervo,
te sigo por las montañas...
A la que tú ames, las nubes
la pintan sobre mi casa.
Ve cual ladrón a besarla
de la tierra en las entrañas;
que, cuando el rostro le alces,
hallas mi cara con lágrimas.

III

Dios no quiere que tu tengas
sol si conmigo no marchas;
Dios no quiere que tu bebas
si yo no tiemblo en tu agua;
no consiente que te duermas
sino en mi trenza ahuecada.

IV

Si te vas, hasta en los musgos
del camino rompes mi alma;
te muerden la sed y el hambre
en todo monte o llamada
y en cualquier país las tardes
con sangre serán mis llagas.
Y destilo de tu lengua
aunque a otra mujer llamaras,
y me clavo como un dejo
de salmuera en tu garganta;
y odies, o cantes, o ansíes,
¡por mí solamente clamas!

V

Si te vas y mueres lejos,
tendrás la mano ahuecada
diez años bajo la tierra
para recibir mis lágrimas,
sintiendo cómo te tiemblan
las carnes atribuladas,
¡hasta que te espolvoreen
mis huesos sobre la cara!