sábado, 3 de noviembre de 2012

OSWALDO ROSES






Siempre estás lejos



Aunque no estés, al viento lanzo el sueño
porque lo lleve el mar hasta tu lado;
sólo quiero, ¡por Dios corazonado!
que nuestro amor ya salga de pequeño.

Me persigo la miel y la consigo
porque no dé contra el dolor que crece;
la aguantaré, pues, donde no fenece,
luego hechizándola a un sol de trigo.

Ay, ¿qué he de hacer yo, dí, por lo cercano
pronto por alcanzar lo más lejano?;
tú allí, mientras yo entre lo afligido

vivo luchando todo lo que puedo,
luchando contra la ira y contra el miedo,
ciego sonriendo a lo que está perdido.

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