lunes, 28 de enero de 2013

PABLO NERUDA





Poema 05



Para que tú me oigas
mis palabras
se adelgazan a veces
como las huellas de las gaviotas en las playas.

Collar, cascabel ebrio
para tus manos suaves como las uvas.

Y las miro lejanas mis palabras.
Más que mías son tuyas.
Van trepando en mi viejo dolor como las yedras.

Ellas trepan así por las paredes húmedas.
Eres tú la culpable de este juego sangriento.

Ellas están huyendo de mi guarida oscura.
Todo lo llenas tú, todo lo llenas.

Antes que tú poblaron la soledad que ocupas,
y están acostumbradas más que tú a mi tristeza.

Ahora quiero que digan lo que quiero decirte
para que tú las oigas como quiero que me oigas.

El viento de la angustia aún las suele arrastrar.
Huracanes de sueños aún a veces las tumban

Escuchas otras voces en mi voz dolorida.
Llanto de viejas bocas, sangre de viejas súplicas.
Ámame, compañera. No me abandones. Sígueme.
Sígueme, compañera, en esa ola de angustia.

Pero se van tiñendo con tu amor mis palabras.
Todo lo ocupas tú, todo lo ocupas.

Voy haciendo de todas un collar infinito
para tus blancas manos, suaves como las uvas.

LAURA FIOCCA






Avatares de un amor



Todo es familiar
en el ritual
de volver
a perderte
las mañanas sin descanso
el mar rompiendo olas
en los ojos
esperarte en el umbral
de las heridas
cantar canciones
que acompañan tiempos
muertos
ser la misma
que en la víspera
quedó anclada
a tu presencia
fingirme en armonía
para volver
a encontrarte
y disolverme
iluminada
en tu sombra.


JORGE LUIS BORGES





Diecisiete Haiku



17.-

La vieja mano
sigue trazando versos
para el olvido.

FEDERICO GARCÍA LORCA






Venus

A la señorita Argemira López
que no me quiso.

Efectivamente
tienes dos grandes senos
y un collar de perlas
en el cuello.
Un infante de bruma
te sostiene el espejo.
Aunque estás muy lejana,
yo te veo
llevar la mano de iris
a tu sexo,
y arreglar indolente
el almohadón del cielo.
Te miramos con lupa
yo y el Renacimiento.








MARIZEL ESTONLLO




Trilogía de las gracias

(a tres maestros)


No existe el maestro.

Existen ángeles vestidos de calles delirantes
de juegos exóticos en su pensamiento
de nobles alquimias para convidar
a otros ángeles
                               que estén dispuestos
                                                       al devenir
                                                                 en las esquinas de la niebla.


GISELA GALIMI





No recuerdo



En un bar adonde nunca fuimos
senté nuestro recuerdo
yo jamás entré allí
no bebí su humedad
no escribí su silencio
No creo que lo hayas visto siquiera
sólo me pareció un buen lugar
-marrón y sombrío-
para dejar el no recuerdo
de un no amor.

Cuando paso por allí
trato de no pensarte.