viernes, 11 de septiembre de 2020


 

TUDOR ARGHEZI




Evoluciones




La tierra antigua se ha civilizado.
Ya no hay ninfas, ni sirenas, ni náyades
meciéndose rítmica y voluptuosamente
en el ondulante lecho de las aguas.

Sobre el negro asfalto de los bulevares,
bajo la mirada de los guardias, en grupos,
los sobrinos de Orfeo van a la escuela
con sus pizarras de piedra y sus esponjas.

Todos han abdicado de su función divina,
han renunciado ya a las glorias eternas:
Apolo es profesor de mandolina,
Pan da lecciones de lenguas modernas.

Hércules es petrolero mecanógrafo,
y el propio Júpiter, boticario bueno,
despacha en cajitas, en su tienda,
comprimidos y jarabes.

Otrora llegaban a nuestros patios
y hablaban con nosotros, cantando,
pequeños ángeles de alas cortas
y cándidos santos de albas nuevas.

Y algunas veces, en el jardín, al anochecer
un serafín caía, agarrándose el dolorido pie,
herido en su vuelo
por el aguijón de una abeja.

¿Y cuántas veces, frenando nuestra prisa,
no nos hemos asomado a la ventana del establo
para mirar la luz de Cristo
y oír cómo nos hablaba su voz?

Pablo de Tarso es hoy un pobre usurero,
y Crisóstomo, chico de una tienda,
mientras que el Espíritu Santo, encerrado en su jaula,
se ha convertido en pollito de codorniz.

ANNA VENTURA





El niño chino



Si pudiera,
me gustaría un bebé chino.
Su humildad oriental,
transmitida por los genes del linaje,
reflejada en mi silencio occidental,
logrado a través de años de práctica.

Él crecería muy lentamente por
discreción y por discreción yo también
envejecería lentamente.
Como en el cuento de hadas del crisantemo,
alargaríamos el tiempo
partiéndolo en pétalos de flores.

Jamás tendré a este niño chino,
pero en mi espacio existe:
extiendo sus manitas sobre la mesa,
leo en sus primeros dibujos,
recorto el flequillo de su cabello.

Y no lo mando a la escuela:
el hecho de que no exista
nos permite esta feliz huida.


SUSANA VÁZQUEZ




Adentro




Quisiera esconderme en los pliegues de tu piel
Esconderte en mis costillas
Guardar palabras en el corredor del esófago
buscar señales bajo tus uñas
Colgarme de tus venas, beber de ellas
espiar de tus córneas el iris de la vida
Anudar tu lengua en el estómago
para no oír palabras ni sensaciones ajenas
a orillas de tu corazón me detendré
Y saltaré al vacío en busca de tu alma.




ANA TORRES LICÓN




Ciudades



Transito esquivando las ambigüedades,
respirando la ignominia de los habitantes;
las suelas de mis zapatos se deleitan
en una constante marcha dialéctica
entre lo cotidiano y heroico,
lo rutinario y lo memorable
Individuos y colectividades
succionan la savia,
en el vaivén de su andar
y regocijadas en la inmensidad
que las envuelve
relatan los átomos de opulencia,
disimulando las plagas de miseria.

Simbiosis perene
incrustada al suelo,
abono el terreno
y me nutro de él.


JORGE SUÁREZ




Tema



El amor en la mirada
Cuando es verdad es lucero
Y cuando no es verdadero
Se vuelve estrella apagada.


De: “Serenata”


JOHANNA CARVAJAL




Gullveig



Luz eterna,
que aun
desde el grito,
no cae en el silencio…
Cada puñal
entre la carne furiosa
se convirtió en astro
que brilla desde lo ausente.