miércoles, 1 de junio de 2016


JAVIER SALVAGO




Desde que te marchaste no consigo que vuelva...



Desde que te marchaste no consigo que vuelva
a reír el naranjo, en cuyas ramas
ponías a secar mínimas prendas.

Pálidas las paredes del salón, aún se acuerdan
de otras tardes, de ti, de otras mañanas,
de otras noches más allá de la regla.

Desde que te marchaste se ha quedado de piedra
esta casa de campo, donde fuimos,
sin pretenderlo, escándalo de viejas.


MARÍA ELENA WALSH




Una nena



Había una nenita en Tacuarí
que solamente hablaba con la i.
              ¡Qué papelón, un día,
              delante de su tía,
en lugar de «papá», dijo «pipí»!



JOSÉ GAUTIER BENÍTEZ




Una pregunta



Sol espléndido y radiante
en la ancha esfera sujeto;
no te pregunto el secreto
de tu esplendor rutilante.

Ni por qué, nube distante
tiñes de ópalo y rubí;
pero perdóname si
te pregunto en mi querella,
¿si estará pensando en mí
como estoy pensando en ella?

Luna, brillante topacio
que, entre nebuloso tul,
cruzas la techumbre azul
de las alas del espacio.

Si se fijaron despacio
sus bellos ojos en ti,
y si la miraste, di
si estaba doliente y bella,
si estaba pensando en mí
como estoy pensando en ella.

Mar inmenso que te agitas
sobre tu lecho de arena,
y que ora en bonanza plena
tus olas no precipitas;

tú que bañas las benditas
riberas donde viví,
los sitios donde la vi
tan pura, tan dulce y bella,
responde, si piensa en mí,
como estoy pensando en ella.

Brisa, que acaso pasando
jugaste con sus cabellos,
tú que besaste su cuello
su mejilla acariciando,

Y que luego murmurando
te fuiste lejos de allí,
si eres la misma que aquí
pasas sin marcar tu huella,
responde, si piensa en mí,
como estoy pensando en ella.

Noche apacible y serena
por más que te cause enojos,
que sean más bellos sus ojos
y más negra su melena,

Presta un consuelo a mi pena
ya que sufriendo viví,
y pues no llega hasta aquí
el resplandor de esa estrella,
responde, si piensa en mí,
como estoy pensando en ella.

Nubes que en blanco celaje
bordáis el manto del cielo,
cual aves que alzan el vuelo
sobre el inmenso paisaje,

decidme si en vuestro viaje
lejos, muy lejos de aquí,
llegasteis a verla, y si
respondéis a mi querella,
si estaba pensando en mí,
como estoy pensando en ella.

Sol y luna, mar y viento,
nubes y noche, ayudadme,
y en vuestro idioma contadme
si es mío su pensamiento;

si es igual su sentimiento
a este que mi pecho hiere,
decid si mi amor prefiere
a la calma que perdió;
¡decidme, en fin, si me quiere
lo mismo que la amo yo!



LUIS FELIPE VIVANCO




Balada del camino



He tardado mucho en llegar.
Día tras día iban mis pasos comprendiendo el camino,
unas veces me alejaba de Dios, y otras me acercaba más a él;
a veces me besaban unos labios, y a veces los sentía
muy lejanos de mí y casi muertos en la noche.

He caminado con las estaciones del año,
con los ríos silenciosos y con las estrellas;
he caminado con la tierra de trigo
y con el viento triste de las calles abandonadas
que agitaba sus alas en mi espíritu.

He tardado mucho tiempo en llegar
y muchas ilusiones perdidas como flores de almendro
a largo del sueño mantenido en las horas entreabiertas de estudio.
He tardado muchos días inolvidables,
a veces al borde de un arroyo, a veces al borde de la música,
sintiendo el corazón viajero como las nubes
y la mano dispuesta para apretar el silencio de otra mano.

He caminado la tierra más desnuda,
y los días más claros y más hermosos,
y las noches más altas y transparentes,
a solas con la llanura y con el cielo,
sin desear otra hermosura sino el nombre sereno del Señor,
mientras su voz amiga consolaba mi humana permanencia.

He tardado en llegar, pero no estoy al fin de mi camino.
El tiempo se desnuda de sus galas antiguas en la madurez del corazón,
y quedan sus horas ofrecidas en carne limpia.
He llegado por fin, y está el hogar encendido,
esperando la mirada más lenta de mis ojos,
la mirada que no termine nunca
mientras los árboles renuevan su belleza inmortal y pasajera.

Ya no quiero ser más de lo que soy
porque la luz y la sombra sienten la gratitud nacida de mi palabra,
y el canto que afirmaba mi presencia ideal entre los hombres
desmaya suavemente como si sólo fuera posible la piedad.


De "Baladas interiores" 1941


LEÓN FELIPE




Como aquella nube blanca



Ayer estaba mi amor
como aquella nube blanca
que va tan sola en el cielo
y tan alta,
como aquella
que ahora pasa
junto a la luna
de plata.

Nube
blanca,
que vas tan sola en el cielo
y tan alta,
junto a la luna
de plata,
vendrás a parar
mañana,
igual que mi amor,
en agua,
en agua del mar
amarga.

Mi amor tiene el ritornelo
del agua, que, sin cesar,
en nubes sube hasta el cielo
y en lluvia baja hasta el mar.



RENATO LEDUC




Aquí se transcribe la copla que mis oídos oyeron



Acre sabor de las tardes
en que fuimos
bizarramente cobardes.
Primer amor... ¿la quisimos?...
Tiempo de ensueños opimos
y de alardes.

Tiempo de aplicar el llanto
como lubricante, así
como el aceite del ajonjolí
a las muchachas pálidas de espanto,
al patriotismo, al arte, al desencanto
exacerbados hasta el frenesí.

Cansancio de haber nacido
cuando ya todo está hecho,
dicho, mirado y oído;
la semilla en el barbecho
y el sentimiento raído
que lleva el hombre en el pecho.

Cansancio de todas esas
cosas:
de las lunas, los azules y las rosas
y de las blondas cabezas.
Hondo anhelo de asperezas
ominosas.

Cansancio de haber nacido
en este
gran siglo empequeñecido,
sin pasión torva o celeste.
Cueste, oh Dios, lo que cueste
mártir mejor, o bandido.

Vivir con la vista fija
en algo
que fijeza rauda exija:
la locura de un hidalgo,
la reputación de una hija
o la carrera de un galgo.

Vivir consagrado a una
gran pasión;
no caer en tentación,
pintar de verde la luna,
desbancar a la fortuna
o querer sin corazón.

Quisiera yo que siquiera
al final
el arduo camino fuera
para bien o para mal,
árbol no de ciencia artera,
sí, pecado original.


De "Breve glosa al Libro de buen amor" 1939