"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
viernes, 9 de septiembre de 2016
CARLOS APREA
Los
perdedores
(a Pancho)
(a Pancho)
gozosa
herida,
insistencia absurda de golpearse y golpearse
con la misma miseria los oídos,
noble madera carcomida, herrumbre de los años,
persistencia,
canción cortada por el hacha de un carnicero
viva en sus pedazos,
crece en tiempo de descuento,
cuando la edad comienza a ser una amenaza,
crece
una música tatuada en las entrañas,
para que la clasifiquen los imbéciles
y le teman los traidores,
y los asesinos sepan que nunca descansarán
y aunque sea
les sirva de condena,
insistencia absurda de golpearse y golpearse
con la misma miseria los oídos,
noble madera carcomida, herrumbre de los años,
persistencia,
canción cortada por el hacha de un carnicero
viva en sus pedazos,
crece en tiempo de descuento,
cuando la edad comienza a ser una amenaza,
crece
una música tatuada en las entrañas,
para que la clasifiquen los imbéciles
y le teman los traidores,
y los asesinos sepan que nunca descansarán
y aunque sea
les sirva de condena,
no
hay llanto tan feroz,
ni dolor tanto,
melodía embrujada que nos arrimas al borde aquel
de la derrota,
y nos empujas seductora a ese otro lado donde todo calla
para siempre,
ni dolor tanto,
melodía embrujada que nos arrimas al borde aquel
de la derrota,
y nos empujas seductora a ese otro lado donde todo calla
para siempre,
quizá
no fuimos fieles a patrones o ejemplos,
quizá el azar marcó de canto una baraja mala
y nos dejo sin falta ni resto,
o tal vez temblamos mas de lo que el tiempo exige
a los verdaderos triunfadores,
y perdimos el fiel, el equilibrio, la mesura,
el cinismo de los escaladores,
y la alegría de los exitosos sin culpa y sin memoria,
quizá el azar marcó de canto una baraja mala
y nos dejo sin falta ni resto,
o tal vez temblamos mas de lo que el tiempo exige
a los verdaderos triunfadores,
y perdimos el fiel, el equilibrio, la mesura,
el cinismo de los escaladores,
y la alegría de los exitosos sin culpa y sin memoria,
pero
aun nos conmueve
una “esperanza absurda , que es toda la fortuna…”,
melodía embrujada,
sirenita,
te reís de nosotros que no queremos cera en los oídos,
aunque tu canto convoque los dolores mas hondos,
y persistimos en hacer el viaje
atados al palo mayor,
sin brújula ni timón, sin cartas ni astrolabios,
sin marea ni mar,
despidiendo a los muertos que mueren todavía,
sin llegar a saber
si la nave parte, si sube la marea,
atados al palo mayor, de una nave varada y descompuesta,
una “esperanza absurda , que es toda la fortuna…”,
melodía embrujada,
sirenita,
te reís de nosotros que no queremos cera en los oídos,
aunque tu canto convoque los dolores mas hondos,
y persistimos en hacer el viaje
atados al palo mayor,
sin brújula ni timón, sin cartas ni astrolabios,
sin marea ni mar,
despidiendo a los muertos que mueren todavía,
sin llegar a saber
si la nave parte, si sube la marea,
atados al palo mayor, de una nave varada y descompuesta,
no
hay otra cosa que sea tan inútil
no hay otra cosa que nos importe tanto.
no hay otra cosa que nos importe tanto.
PATRICIA SEVERIN
Séptima
certeza
El
mundo ha quedado huérfano
en la
madrugada que abre al este
empujan
las tinieblas lo oscuro de la tierra
los
pastos en las sombras/tenues hebras/
rocío
brotando entre palmeras/
ha
llovido en mayo
el
puente despega maderas sobre el río
su
cauce de aguas turbias
huelo
el fresco fulgor de la mañana/
la
húmeda escarcha de la niebla/
las
garzas en su hueco de plumas
se
derraman en los charcos
detrás
de mí la parábola del sol
roja
estela sobre el polvo
últimas
estrellas sobre la garganta de luz
impaciente/
el mundo/ quiere amanecer
pero
ha quedado huérfano
no
puede nacerme en la mañana del campo
si
tus dedos no respiran mi nombre
allí/al
oeste/donde todavía duerme la noche
De: “Libro de las certezas”
MARINA KOHON
Hablo
del hastío
que atraviesan las palabras
cuando agotan su peso
ese lugar
entre mi silencio
y el piso de tus ojos.
que atraviesan las palabras
cuando agotan su peso
ese lugar
entre mi silencio
y el piso de tus ojos.
De: ”La Ruta del Marfil”
SUSANA MACCIÓ
Sombras
y murmullos
I
Río
de palabras.
Membranas
de la tarde.
Golondrinas
en el cielo.
Un
árbol apaga
un
instante
la
lámpara del tiempo.
Dentro
de la casa
un
zarpazo de espejos
ahoga
la penumbra
para
hacer saltar
al
espíritu cautivo de la luz.
II
Murmullo
de palabras
en
las membranas del cielo.
Una
casa entre palmeras
en
una playa errante.
Las
gaviotas atraviesan las nubes
Dentro
de la casa
las
sombras desnudan los percheros
desalojan
los armarios
apagan
la lámpara del tiempo.
Una
mujer asomada a la ventana
descifra
los murmullos de las sombras.
SANDRA CORNEJO
Todo
lo perdido reaparece
Descorre
lo
que separa un mundo de otro
quita
el velo
y
todo lo perdido reaparece
la
vida se muestra
para
que el ojo la alcance
abre
lo
que separa
un
mundo de otro
(lo
perdido)
retoma
la sutura
cose
la
tela que será de alguna forma mejorada.
De: “Partes del mundo”
JENARO TALENS
Decir son meras aproximaciones
Ahora ya sé que el júbilo aún existe,
que tu rotundo vientre me unifica
en esta dispersión que ha sido mi ceguera.
Fuiste verdad visible, combustión, palabras
que mis manos llovían sin descanso
desde el temblor de un vértigo insondable.
Una mirada acuosa me sigue desde entonces
y, como quien no cede a tentación, sepulta mi memoria
bajo un humus de tiempo, donde el amor en llamas
borra las sombras. Mírame, desnudo
de tu calor. No hay muerte ni amargura
sino un sol extranjero que pronuncia tu nombre,
su música callada, su delicadeza,
con el fervor de un viento que no olvida.
Sé que este martes de noviembre,
mientras paseo atravesando el frío del otoño,
tu voz me grita desde su silencio,
desde otro cielo y en ningún lugar.
No pude oír desde tan lejos el sonido del aire
pero aprendí a mirarte en cada rostro,
en la agonía verde de los árboles,
en su inasible luz, sabiéndote despierta
de tu profundo sueño, no de mí.
De: "La mirada extranjera"
Ahora ya sé que el júbilo aún existe,
que tu rotundo vientre me unifica
en esta dispersión que ha sido mi ceguera.
Fuiste verdad visible, combustión, palabras
que mis manos llovían sin descanso
desde el temblor de un vértigo insondable.
Una mirada acuosa me sigue desde entonces
y, como quien no cede a tentación, sepulta mi memoria
bajo un humus de tiempo, donde el amor en llamas
borra las sombras. Mírame, desnudo
de tu calor. No hay muerte ni amargura
sino un sol extranjero que pronuncia tu nombre,
su música callada, su delicadeza,
con el fervor de un viento que no olvida.
Sé que este martes de noviembre,
mientras paseo atravesando el frío del otoño,
tu voz me grita desde su silencio,
desde otro cielo y en ningún lugar.
No pude oír desde tan lejos el sonido del aire
pero aprendí a mirarte en cada rostro,
en la agonía verde de los árboles,
en su inasible luz, sabiéndote despierta
de tu profundo sueño, no de mí.
De: "La mirada extranjera"
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