viernes, 9 de septiembre de 2016


CARLOS APREA




Los perdedores
                                  (a Pancho)



gozosa herida,
insistencia absurda de golpearse y golpearse
con la misma miseria los oídos,
noble madera carcomida, herrumbre de los años,
persistencia,
canción cortada por el hacha de un carnicero
viva en sus pedazos,
crece en tiempo de descuento,
cuando la edad comienza a ser una amenaza,
crece
una música tatuada en las entrañas,
para que la clasifiquen los imbéciles
y le teman los traidores,
y los asesinos sepan que nunca descansarán
y aunque sea
les sirva de condena,

no hay llanto tan feroz,
ni dolor tanto,
melodía embrujada que nos arrimas al borde aquel
de la derrota,
y nos empujas seductora a ese otro lado donde todo calla
para siempre,

quizá no fuimos fieles a patrones o ejemplos,
quizá el azar marcó de canto una baraja mala
y nos dejo sin falta ni resto,
o tal vez temblamos mas de lo que el tiempo exige
a los verdaderos triunfadores,
y perdimos el fiel, el equilibrio, la mesura,
el cinismo de los escaladores,
y la alegría de los exitosos sin culpa y sin memoria,

pero aun nos conmueve
una “esperanza absurda , que es toda la fortuna…”,
melodía embrujada,
sirenita,
te reís de nosotros que no queremos cera en los oídos,
aunque tu canto convoque los dolores mas hondos,
y persistimos en hacer el viaje
atados al palo mayor,
sin brújula ni timón, sin cartas ni astrolabios,
sin marea ni mar,
despidiendo a los muertos que mueren todavía,
sin llegar a saber
si la nave parte, si sube la marea,
atados al palo mayor, de una nave varada y descompuesta,


no hay otra cosa que sea tan inútil
no hay otra cosa que nos importe tanto.



PATRICIA SEVERIN



  
Séptima certeza



El mundo ha quedado huérfano

en la madrugada que abre al este
empujan las tinieblas lo oscuro de la tierra


los pastos en las sombras/tenues hebras/
rocío brotando entre palmeras/


ha llovido en mayo
el puente despega maderas sobre el río
su cauce de aguas turbias


huelo el fresco fulgor de la mañana/
la húmeda escarcha de la niebla/


las garzas en su hueco de plumas
se derraman en los charcos


detrás de mí la parábola del sol
roja estela sobre el polvo
últimas estrellas sobre la garganta de luz


impaciente/ el mundo/ quiere amanecer
pero ha quedado huérfano
no puede nacerme en la mañana del campo


si tus dedos no respiran mi nombre
allí/al oeste/donde todavía duerme la noche


De: “Libro de las certezas”


MARINA KOHON




Hablo del hastío
que atraviesan las palabras
cuando agotan su peso
ese lugar
entre mi silencio
y el piso de tus ojos.


De: ”La Ruta del Marfil”  



SUSANA MACCIÓ




Sombras y murmullos



I

Río de palabras.
Membranas de la tarde.
Golondrinas en el cielo.

Un árbol apaga
un instante
la lámpara del tiempo.

Dentro de la casa
un zarpazo de espejos
ahoga la penumbra
para hacer saltar
al espíritu cautivo de la luz.


II

Murmullo de palabras
en las membranas del cielo.
Una casa entre palmeras
en una playa errante.

Las gaviotas atraviesan las nubes

Dentro de la casa 
las sombras desnudan los percheros
desalojan los armarios
apagan la lámpara del tiempo.

Una mujer asomada a la ventana
descifra los murmullos de las sombras.



SANDRA CORNEJO




Todo lo perdido reaparece



Descorre
lo que separa un mundo de otro
quita el velo
y todo lo perdido reaparece
la vida se muestra
para que el ojo la alcance
abre
lo que separa
un mundo de otro
(lo perdido)
retoma la sutura
cose
la tela que será de alguna forma mejorada.


De: “Partes del mundo”



JENARO TALENS




Decir son meras aproximaciones



Ahora ya sé que el júbilo aún existe,
que tu rotundo vientre me unifica
en esta dispersión que ha sido mi ceguera.
Fuiste verdad visible, combustión, palabras
que mis manos llovían sin descanso
desde el temblor de un vértigo insondable.
Una mirada acuosa me sigue desde entonces
y, como quien no cede a tentación, sepulta mi memoria
bajo un humus de tiempo, donde el amor en llamas
borra las sombras. Mírame, desnudo
de tu calor. No hay muerte ni amargura
sino un sol extranjero que pronuncia tu nombre,
su música callada, su delicadeza,
con el fervor de un viento que no olvida.
Sé que este martes de noviembre,
mientras paseo atravesando el frío del otoño,
tu voz me grita desde su silencio,
desde otro cielo y en ningún lugar.
No pude oír desde tan lejos el sonido del aire
pero aprendí a mirarte en cada rostro,
en la agonía verde de los árboles,
en su inasible luz, sabiéndote despierta
de tu profundo sueño, no de mí.


De: "La mirada extranjera"