domingo, 3 de julio de 2016


MARÍA ELVIRA LACACI




El espejo ovalado



Un espejo ovalado.
Un radiador pequeño de calefacción.
Mis manos calentándose.
Mis ojos
se clavaron en él.
Un rostro, que no reconocí,
me miraba
paralíticamente avejentado.

Afloraba
a los oscuros ojos de aquel rostro
un profundo dolor
que venía de adentro. Que era oscuro y tenaz.
Cristalizó.
Y, en forma de agua amarga,
resbaló
hasta la piel de mis zapatos húmedos.

Un caos
de innumerables dardos afilados
castigó mis sentidos.
Con las manos abiertas golpeé la pared
de ambos lados del espejo ovalado.
                ¡Dios es bueno!
Me asusté de mi grito.
Los dueños de la casa al otro lado...
Acerqué mis oídos al tabique azotado.
La radio transmitía un estridente mambo.
Respiré sosegada. Me arrojé sobre el lecho.
Y miré largo rato
los fantasmas
que la humedad
había dibujado sobre las paredes.



LUNA MIGUEL



  
Eres un mamífero



Eso es todo lo que sé del cuerpo.
Un concierto.
Una pared hecha de grasa.
Un cordón por donde fluye el azúcar
en exceso
fluye hasta otro cuerpo del que sé
tanto como de esa flor
que se apaga en la terraza
porque es invierno.
Los pechos tiemblan
bolitas de fuego duelen
bolitas de leche vibran
en el diente amarillo del padre.
Eso es todo lo que puedo tocar.
Una voltereta.
Un hipo.
Una contracción.
Una estría en el costado
buganvilla que concede
su voz al frío.




UMBERTO SENEGAL




  
¿Quién podrá mentir
bajo la fragancia
del eucalipto?


ALFONSO REYES




Esta necesidad



Esta necesidad de sacrificio,
que me hace vivir como muriendo,
me subleva de modo que no entiendo
cómo me tiene amor a su servicio.
Quédate, amor, y váyase el suplicio
inútil que me tienes padeciendo:
¡Si el alma claro me lo está diciendo,
que amar amor es amar sacrificio!
¡Cuánto exiges, amor, ay, cuánto exiges!
¡Y cómo en tus oscuros arrebatos
disfrutas, alma, cuanto más te afliges!
¡Y qué bien miro lo que voy perdiendo!
¡Y qué bien miro que son insensatos
los que quieren vivir como muriendo!


("Esta Necesidad", Constancia Poética OC X)


ROSSANA ARELLANO



  
Nunquam Lumen



A ras de suelo, nos llenábamos los bolsillos de piedras
nada más al alcance de los dedos.
La frase del día era:
Vetare vitam

Nosotros, éramos niños
y sentíamos el golpe del hambre entre los huesos.

Saciar la sed de las edades enjauladas: Una piedra
Contemplar la desnudez famélica de Ruth: Una lágrima
Sospechar la procedencia de algún resto de pan que trajo Rajel : Un horror
La frase del día era:
Spes vitae

Nosotros, éramos niños
y contemplábamos embobados la rosa azul detrás de la alambrada.

Dentro de mí, la voz, de aquel que quiere subirse a los árboles
Dentro de mí, la identidad, de aquel que escribía ruegos desatendidos
Dentro de mí, el recuerdo, de unos ojos indiscretos tras la nuca
Dentro de mí, cada palabra, de los que nunca figuraron en retratos.

Hoy me permito hablar con Dios
algunas veces creo que él sospecha,
que una brisa de mundo va dictándome poemas,
pero yo, no soy poeta, no, jamás lo he sido.





ORIETTA LOZANO



  
Predestinada a la tristeza



Ya no soy yo amado,
y no sé quién soy, si todavía permanezco,
si estoy aquí y lo que toco está.
Las palabras me caen como agua fresca,
la tristeza se riega en mi música ensangrentada.
En mi corazón se anida un animal herido
y mis versos preferidos los dije a la noche
que aguarda el beso caliente del amante
y el rumor perecedero de la piedra.
Ya no soy yo amado,
y no sé si estoy aquí, si mis miembros se cierran
                                                               o se abren,
si la muerte es un mal sueño dilatándose en mis venas,
recordando como una voz antigua,
mi no permanecer, ni fugaz sentir, mi antiguo malestar
caído de la duda.